Las sinfónicas tocan por su supervivencia
Las orquestas llevan a cabo un concierto simultáneo en 16 ciudades españolas para llamar la atención sobre su precaria situación
En esta manifestación no hubo ni carteles ni pancartas; hubiera podido ser un concierto gratuito al aire libre en pleno final de verano, a no ser por la lectura de un manifiesto, la presencia de un furgón de la policía y de cinco agentes. Una manera suave de protestar a través de piezas muy conocidas. Los músicos de las sinfónicas de Madrid, congregados delante de la estatua de Isabel II en la plaza homónima de la capital, ataviados con sus mejores galas como si estuvieran en el coliseo listos para una velada, pronunciaron una cuenta atrás que llevaba a las siete de la tarde. Diez, nueve, ocho, siete, seis… Y a esa hora, comenzaba un concierto simultáneo en 16 ciudades españolas como un grito de alerta a los ciudadanos. Alrededor de mil músicos interpretaban al mismo tiempo la alegre obertura de la ópera de Gioacchino Rossini La gazza ladra, que era la que daba comienzo al programa de un concierto muy especial, una manifestación de protesta de los músicos de 23 orquestas sinfónicas españolas.
En la plaza madrileña se apelotonaba la gente, alrededor de 500 personas, a la llamada de la música y de la presencia de los instrumentos y de las partituras. Había algunos yayoflautas apoyando y los presentes pedían silencio a los viajantes que salían de la boca del metro distraídos y se topaban con esta peculiar protesta. “¡Todos somos música!”, fueron las palabras con las que terminó el manifiesto leído por el director de teatro Alfredo Sanzol, hacia la mitad de la actuación, y al que siguieron los gritos del público. “¡Sí se puede! ¡Sí se puede!”. A partir de las siete de la tarde, las seis en las islas Canarias, la llamada de atención por “la crítica situación de las orquestas sinfónicas y por la disparatada subida del IVA cultural” se iba extendiendo a través de las notas musicales.
16 ciudades a la vez
Badajoz en la Plaza de la Soledad; Barcelona en la Plaza de la Catedral; Bilbao en el Atrio de columnas de la Alhóndiga; Donostia (San Sebastián) en la Plaza Zuloaga; Granada en la Plaza Nueva; Madrid en la Plaza Isabel II; Málaga en la Plaza de la Constitución; Murcia en la Plaza del Teatro Romea; Oviedo en la Plaza de la Gesta; Las Palmas de Gran Canaria en la Plaza de los Músicos; Palma de Mallorca en la Plaza de España; Pamplona en la Plaza Consistorial; Sevilla en la Plaza Nueva; Tenerife en la Plaza del Chicharro; Valencia en la Plaza de la Virgen; Valladolid en la Plaza Mayor.
La Asociación de Músicos Profesionales de Orquestas Sinfónicas (AMPOS) y la Asociación de Artistas Intérpretes o Ejecutantes Sociedad de Gestión de España (AIE) han organizado esta iniciativa con la defensa de la música, “un elemento esencial para el desarrollo de los seres humanos”. Las sinfónicas de España atraviesan un momento delicado: recortes presupuestarios, bajadas de sueldo, miembros de las orquestas que se retiran pero no son sustituidos, el incremento del precio de las entradas por el IVA… Ya en marzo del año pasado los músicos de la Orquesta Sinfónica de Baleares (OSB) pusieron en marcha un programa alternativo de conciertos para protestar por los recortes y el retraso en el pago de nóminas a los músicos y a los funcionarios. El actual modelo está en cuestión y la formación aún se encuentra sin programa para la temporada de 2013-2014, sin convenio colectivo laboral y sin presupuesto.
El suyo no es el único caso. La Orquesta Sinfónica del Liceo, la de RTVE, sufre por la propuesta de que los músicos pasen a ser fijos-discontinuos para que dejen de cobrar en verano, la de Murcia o la de Extremadura pasan por malos momentos, en un modelo basado en la financiación pública ante el que hay que encontrar alternativas.
Salvador Barberá, vicepresidente de AMPOS y oboe solista de la Orquesta y Coro de RTVE, asegura que el mensaje que han querido transmitir a través del concierto simultáneo es “muy corto, muy suave y bonito”. “Si no se mantienen las orquestas sinfónicas, los conservatorios tampoco tienen razón de ser. Se trata de una cadena mucho más amplia en cultura. Somos conscientes de que hay que bajar los sueldos pero las autoridades tienen que reconocer que somos un bien cultural”, agrega. En las calles, los músicos han pedido “comprensión, apoyo y solidaridad” porque “destruir una orquesta es como cerrar una biblioteca o un museo”, como rezaba la convocatoria de la cita, que hila con el argumento de un servicio público a la comunidad realizado desde su arte. “Los músicos profesionales de orquestas sinfónicas deben estar formados para interpretar cualquier partitura… Y ello requiere esfuerzo, estudio, trabajo y, sobre todo, continuidad. En eso consiste la excelencia musical”, añade Barberá.
A La gazza ladra sucedió el primer movimiento de la Sinfonía número 40 de Mozart, La boda de Luis Alonso (intermedio) de Gerónimo Giménez, y Todos somos música compuesta por Luis Cobos. El director de orquesta y presidente de la AIE y del Consejo de la Academia Latina ha afirmado que hay un movimiento de apoyo a nivel internacional a las sinfónicas españolas por que se luche por garantizar lo que se ha ido construyendo en 30 años de esfuerzo. Así, Cobos ha hablado del enorme contraste “entre la situación en España y la creación de la Orquesta Sinfónica Juvenil Iberoamericana integrada por jóvenes músicos de más de 20 países iberoamericanos”.
El músico ha anunciado la organización de otro concierto que atraviese las fronteras españolas “con ofertas llegadas desde Latinoamérica, Estados Unidos, Asia, y Europa” para sumarse a la protesta, que Cobos espera que se extienda a las otras modalidades musicales: “La música no va a sucumbir ante la falacia de la gratuidad y la irresponsabilidad de los que tienen en sus manos el futuro creativo de un país”.
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