Frederick Pohl, escritor y editor, maestro de la ciencia ficción
Su novela ‘Los mercaderes del espacio’ es uno de los grandes clásicos del género
Frederik Pohl (Nueva York, 1919), fallecido el pasado día 2, fue uno de los más grandes y prolíficos escritores estadounidenses de ciencia ficción. Su carrera se extendió durante más de 60 años. Su novela Los mercaderes del espacio (Minotauro, 2008), publicada originalmente en 1953 , escrita en colaboración con Cyril M. Kornbluth, fue la primera sátira moderna del consumismo difundido por el american way of life. Esta obra se ha traducido a más de cuarenta idiomas y es uno de los grandes clásicos del género. Para Kingsley Amis, tiene “muchos títulos para ser la mejor novela de ciencia ficción escrita hasta la fecha”.
Sin embargo, las novelas que escribió Pohl en solitario son probablemente su legado más duradero. Poco antes de cumplir los sesenta años produjo Homo plus (Ediciones B, 2000), con la que obtuvo el premio Nebula, uno de los más codiciados en su ramo. En 1976, publicó la primera de las novelas de la saga Heechee, Pórtico. Repleta de ideas nuevas y experimentación formal, sigue siendo una de las mejores obras de la época.
Utilizando un ingenioso narrador, la novela desclibe la exploración de la galaxia utilizando una tecnología impredecible y muchas veces peligrosa que había sido abandonada hace muchos milenios por una civilización desaparecida, los Heechee. Pórtico sería la primera de un ciclo de seis novelas. En 1979 publicó también la premiadísima Jem.
Pohl siguió escribiendo prácticamente hasta sus últimos días. Publicó la última de sus novelas, All the lives he led, en 2011. Tambió dio a la imprenta más de 20 colecciones de relatos breves, y una lúcida autobiografía, The way the future was (1978).
Hijo único, nacido en Brooklyn, Pohl pasó gran parte de su infancia viajando: pocas semanas después de su nacimiento sus padres se trasladaron a Panamá en busca de trabajo, la primera de las múltiples estaciones en las rutinarias migraciones que impuso su cambiante fortuna. “A veces vivíamos en hoteles, en medio del lujo”, “ rememoraba el autor, “pero una o dos veces vivimos en ninguna parte”. Comenzó a leer revistas populares de ciencia ficción de adolescente y pronto entró en contacto con los futurianos, un puñado de fanáticos de la ciencia ficción, muchos de los cuales acabarían convertidos en reputados profesionales del género. Baste citar que entre entre ellos estaban el propio Kornbluth, Isaac Asimov, Damon Knight, Donald A. Wollheim o James Blish.
Pohl empezó a ganarse la vida de adolescente, colaborando con otros escritores y publicando sus propias obras bajo seudónimo. Al cumplir los 20 años ya trabajaba como editor para la vasta cadena Popular Publications, que en aquellos años imprimía más de 60 revistas populares, entre ellas dos de ciencia ficción: Astonishing Stories y Super Science Stories, ambas a cargo de Pohl. Cada título tenía un presupuesto de 405 dólares e imprimia 45.000 palabras. Dados los exiguos medios, Pohl terminó escribiendo personalmente gran parte del material.
En 1943 Pohl se unió a las fuerzas aéreas estadounidenses y sirvió en Italia y Francia. Posteriormente se hizo agente literario y más adelante publicista. Esa profesión le proporcionó el material para las despiadadas sátiras de Los mercaderes el espacio.
Durante la mayor parte de los sesenta Pohl dirigió, con gran éxito, revistas de ciencia ficción. Más adelante estuvo al mando de Bantam Books, donde publicó obras rompedoras como Dahlgreen, de Samuel R. Delany , o El hombre hembra, de Joanna Russ, rechazadas por otros sellos y hoy consideradas clásicos. Durante ese período Pohl afianzó su escritura. Escribía a un ritmo constante de cuatro páginas diarias, no importaba dónde se encontrara o qué otras tareas tuviera. De esos años data La guera de los mercaderes (Ultramar, 1991), la ingeniosa continuación de Los mercaderes del espacio.
En 2009 Pohl empezó a escribir un blog, The Way the Future Blogs. Lo mantenía constantemente actualizado con sus satíricos comentarios sobre cuestiones políticas y sociales, pero también con los recuerdos de los escritores, artistas y gentes de toda clase que había conocido. Su última entrada, un sarcástico comentario sobre la pena capital, está fechada el día de su muerte, el pasado 2 de septiembre.
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