La ceguera y la memoria

En los primeros 20 minutos de película dan ganas de salir a buscar a un inspector de la SGAE (o como se llame la entidad prima hermana en EE UU), y denunciar a los autores de Atrapada en la oscuridad por plagio de Terror ciego (Richard Fleischer, 1971). Mismo personaje, mismo planteamiento e incluso se intenta copiar la puesta en escena para crear semejante angustia en el espectador. Aunque lo malo es que, ni intentándolo, Joseph Ruben roza la maestría de Fleischer en el montaje y la colocación de la cámara, en el manejo del tempo y la dilatación de la tensión, para mostrar el desamparo de una mujer ciega ante, digamos, la muerte, en directo.

Por suerte, pasado el tercio inicial, la película se sale (un tanto) de la estela de Terror ciego, para contar uno de esos thrillers tan de moda de los años noventa. No en vano, Ruben los practicó con cierto éxito en Durmiendo con su enemigo y El buen hijo, y Michael Keaton, protagonista masculino y productor, protagonizó otro de los más recordados: De repente, un extraño. A partir de ahí, la línea narrativa está más trabajada que el comportamiento de los personajes, sobre todo el de la chica ciega, y se han de soportar demasiadas licencias dramáticas, pero, cortita y al pie, pues no llega a la hora y media, la película puede cumplir expectativas en el público que sólo demande un buen mal rato. Eso sí, apenas salir del cine, sólo debería haber hueco en el cerebro para buscar y disfrutar la por desgracia (semi)olvidada película de Fleischer.