Noel Pérez Brey: bajo lo cotidiano está la novela
El escritor explora en sus relatos qué sucede cuando nuestro mundo se desmorona y nos enfrentamos a lo imprevisible
El escritor Noel Pérez Brey, seudónimo de José Luis Fernández (Toledo 1979), eligió dos palabras al azar del diccionario: “sangre” y “nata”. Recurría así al método del binomio fantástico para la escritura de su relato Lo había prometido. Dos términos lejanos entre sí contribuyen a la creación de una narración insólita y exigen un fuerte ensanchamiento del ingenio del creador para que se puedan establecer lazos coherentes entre ellos. A Pérez Brey le interesa plasmar en su narrativa la dificultad de la distancia: la ruptura con la realidad cotidiana que provoca el miedo y la incertidumbre y obliga a “encarar una situación inevitable, la amenaza del futuro y cómo se desmorona una existencia controlada”. En Lo había prometido, Brais Souto, un pastelero de costumbres bastante reprobables, ve cómo el mundo que tenía sólidamente construido corre el peligro de romperse: se le ha perdido su anillo de boda en mitad de una crisis matrimonial y debe encontrarlo sin dejar tras él… pruebas. “Quería relatar los problemas de una pareja, pero ir una paso más allá”, explica.
Pérez Brey creció entre libros y los poemas que creaba su madre y se aficionó desde pequeño a escribir cuentos de aventuras o de detectives. Pero la literatura no pareció formar una parte clara de su camino hasta más tarde. “No fui un hijo modelo, pero, cuando llegó la hora de elegir una carrera, no era una opción que no tuviera salidas…”. Así, cursó una licenciatura en Administración y Dirección de empresas y con los ahorros del trabajo que consiguió en una consultora se pagó la carrera de Filología Hispánica por la UNED. Ahora sigue sin ver la posibilidad de dedicarse a su escritura a tiempo completo, aunque le gustaría. “El terreno de la cultura es muy inestable, así que aspiro a seguir aprendiendo y mejorando…”, afirma. En septiembre de 2012 se mudó a Delft (Países Bajos) junto con su mujer a la búsqueda de una oportunidad laboral que ya no tenía en España. Como escritor freelance de una compañía editorial alemana de contenidos para webs aborda todo tipo de temas: desde bebidas, a salud, banca, póquer… Este empleo le aporta flexibilidad para trabajar en sus relatos.
Atrás quedaba su querida Galicia, una tierra a la que se siente especialmente ligado porque en ella logró sus primeras oportunidades para publicar en revistas. Vivió en Vigo durante siete años. “Allí pude ser quien yo quería y también empecé a ganar concursos literarios”, relata. La participación en concursos le ha servido para “ganar autoestima” en una labor solitaria en la que a veces se plantea: “¿Esto para qué lo hago?”.
Sus fuentes de inspiración aparecen “en cualquier lugar”: música que emiten por la radio, la anécdota de algún amigo… “Hay que estar atento a lo que nos rodea y tener la mente abierta, buscar lo excepcional en lo cotidiano…”, insiste. Aunque en su bagaje como lector hay “de todo”, vuelve siempre a determinados libros que han tenido más influencia: Dublineses de James Joyce, Catedral de Raymond Carver, Alicia a través del espejo y Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll “porque no es fantasía por fantasía”. “Además de juegos filosóficos, es importante la crítica que hace de la sociedad victoriana”, arguye.
El escritor participó en Se busca talento “por probar” y porque cree que EL PAÍS es una plataforma importante. No cree sin embargo que vaya a conseguir un objetivo importante a corto plazo, sino plantar otra “semillita” para que su trabajo se conozca. Pérez Brey acaba de completar El tiempo está próximo, un libro de nueve relatos entrelazados que incluye Lo había prometido y que ha enviado a varias editoriales. Con una estructura circular, los elementos de cada una de las historias apuntan a “un daño ineludible”.
Un método para la fantasía
El escritor, periodista y pedagogo (1920-1980) italiano Gianni Rodari publicó La gramática de la fantasía en 1973, con el subtítulo Introducción al arte de contar historias. Con un público específico en mente –docentes, padres y educadores- quiso formular en este texto los mecanismos de la fantasía y cuáles son los caminos que conducen a la invención. Esta se podía democratizar y enseñar y era una llave para la libertad a cuya práctica debían tener acceso los niños. No en vano el escritor se había especializado en literatura infantil y juvenil y su nombre está ligado de forma indisoluble a este género en Italia. En 1970 ganó el premio Hans Christian Andersen, el equivalente al Nobel para la narrativa infantil. Así Rodari presenta en La gramática de la fantasía el método del binomio fantástico para poner en relación dos términos alejados.
Babelia
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