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Las metamorfosis de un genio

El saxofonista John Zorn dirige un maratón musical de varias horas con distintos conjuntos y solistas en el Festival de Jazz de San Sebastián

El grupo Secret Chiefs 3, ayer durante la prueba de sonido en el Jazzaldia de San Sebastián.
El grupo Secret Chiefs 3, ayer durante la prueba de sonido en el Jazzaldia de San Sebastián.lolo vasco (bluephoto)

Suena el nombre de John Zorn y a su llamado, acuden críticos y aficionados como corderos al matadero, valga la imagen tan ad hoc para quien se ha erigido en portavoz de algo llamado Radical Jewish Culture, que uno no sabe muy bien qué es, aunque no se atreva a confesarlo en público. Volvió a pasar ayer sábado. Zorn acudió al Festival de Jazz de San Sebastián en su día grande, para presentar su Maratón Masada, especie de ensalada musical de múltiples sabores que el saxofonista pone en funcionamiento en la medida en que las condicionantes económicas de quienes le contratan se lo permiten. Nada hay que les guste más a los seguidores de Zorn que escuchar su música durante cuatro horas o más con apenas un pequeño descanso entre medias para tomar aire, fumar un cigarrito, o lo que sea. Este año, solo va a haber un Maratón Masada:el de anoche en San Sebastián. Loados sean los responsables de semejante hazaña. Otros lo han intentado sin conseguirlo.

¿Qué es un Maratón Masada?, se preguntará el lector. En pocas palabras, se trata de reunir en un mismo espacio a un número variable de conjuntos y solistas pertenecientes a la compañía discográfica Tzadik, fundada y dirigida por el mismo Zorn, para que interpreten, cada uno a su manera, la música inspirada en el proyecto así llamado —Masada—, en el que Zorn expone la esencia de su ideario musical. Una cosa entre el jazz, la música hebrea, el free rock y lo que no es ni una cosa ni la otra. Las composiciones que integran el repertorio responden a unos mismos principios que tienen que ver con su duración, los modos o escalas utilizados en las mismas y la instrumentación utilizada: “A veces suena a música clásica”, aclaraba su autor a este periódico en 2007, “otras a rock o a jazz”…

Los 12 de Zorn

  • Masada Quartet. Zorn y Dave Douglas frente a frente. Lo más parecido a un All Stars en version Zorn.
  • Duo Sylvie Courvoisier / Mark Feldman. En los límites entre el jazz y la música de vanguardia.
  • Banquet of the Spirits. Cyro Baptista dirige un grupo que combina el klezmer con la electrónica y los ritmos brasileños.
  • Mycale. De la sinagoga al club de jazz. Cuatro espectaculares voces a capella.
  • Bar Kokhba. La personalidad del guitarrista Marc Ribot (Diana Krall) domina una propuesta diferente.
  • David Krakauer 'Ancestral Groove'. Las voces de la antigüedad se encuentran con los aires de la modernidad y la electrónica.
  • Secret Chiefs 3. De la música persa al surf rock y el death metal. La banda Sonora de un film imposible.
  • Erik Friedlander. En sus manos, el cello es más que un instrumento musical
  • The Dreamers. John Zorn dirige a Marc Ribot, Cyro Baptista, Joey Baron…
  • Masada String Trio. La música de John Zorn bajo el prisma de un conjunto de cámara.
  • Uri Caine. El alquimista del piano. En sus manos todo es posible.
  • Electric Masada. Toda una explosión eléctrica. La plana mayor de Tzadik reunida para un happy end irrepetible

El nombre de Masada hace alusión a la población situada a orillas del mar Muerto cuyos habitantes prefirieron autoinmolarse a caer en manos del invasor romano. Nada más “radical” y “judío” que eso, amén de épico. En realidad, todo lo que hace John Zorn tiene un tono epopéyico, o mesiánico. Es lo que se dice, un “artista total”, además de un replicante lo suficientemente hábil como para que olvidemos de dónde viene su música. Zorn apatrulla la ciudad buscando sonidos con que alimentar su épica y de ello, hace un espectáculo, o un maratón. Lo dice Santiago Segura: “Crear hoy es copiar sin que se note”.

Conviene aclararlo. Un Maratón Zorn no significa que vayamos a escuchar al saxofonista tocando sin parar durante cuatro horas o más. Un poco al principio, con el Masada Quartet, y un poco al final, con Electric Masada. Eso es todo lo que tuvimos de él como intérprete. La mayor parte del tiempo, fueron otros quienes interpretaron su música; los miembros de su clan, Dave Douglas, Marc Ribot, Uri Caine, y compañía, tan devotos de la causa como los fans del saxofonista, o más, incluso. En total, fueron 12 miniconciertos de una duración aproximada de media hora cada uno. Contando con que el primer recital arrancó con algún retraso, puede suponerse que las cuatro horas previstas de duración se quedaron cortas.

Así las cosas, asistir a un Maratón Masada es como ir a la feria o abrir una caja de chocolates surtidos. Uno tiene dónde elegir. Jazz-noise o Avant Lounge Music; Psychedelic Jewish Brazilian o una coral de sinagoga. Los aires hebráicos, o así, sobrevuelan las distintas propuestas tomando la forma desquiciada del free jazz y demás géneros afines a los gustos del director. El universo de John Zorn es ruidoso, desquiciado, desigual, cautivador.

El Kursaal donostiarra —abarrotado, demás está decirlo— recibió las diferentes propuestas del megalomaníaco saxofonista y compositor con entusiasmo y ardor indescriptibles. Entre los vítores y las aleluyas, uno no pudo por menos que acordarse del excepcional concierto que el premio Donostiako Jazzaldia@ de este año, el también saxofonista Lee Konitz, ofreció el viernes en esta misma sala, con solo la mitad del aforo vendido.

Cronista hay que ha despachado por las buenas a este gigante del jazz equiparando su música “sin sorpresas” al chill out. Escrito está, por inverosímil que pueda parecer. Hace unos años, Zorn también despachó a Konitz por no ser “suficientemente judío”, según sus propias palabras. “No me gusta demasiado la música judía”, fue la respuesta de este. “Me gusta la música y punto”.

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