La rumba de Paco y Chick
Paco de Lucía y Chick Corea vuelven a verse las caras en un escenario Hacía 12 años que los dos músicos no coincidían en un certamen Ayer actuaron juntos en el Pabellón de Mendizorrotza en el Festival de Vitoria-Gasteiz
La escena tiene lugar a las puertas de un conocido hotel, en la ciudad de Vitoria. Indiferentes al ajetreo propio del lugar, dos viejos amigos se funden en un abrazo. Francisco Sánchez Gómez, de nombre artístico Paco de Lucía, guitarrista flamenco; Armando Anthony Corea, alias Chick Corea, pianista de jazz. Dos genios indiscutibles en sus respectivos campos. En su reencuentro al cabo de los años, los viejos amigos hablan de sus cosas, hasta que la insistencia de quienes han terminado por reconocerles y se empeñan en interrumpirles lo hace imposible. Por la noche volverán a encontrarse sobre las tablas del pabellón de Mendizorrotza para un broche glorioso del 37º Festival de Jazz de Vitoria-Gasteiz. El mismo escenario que acogió el anterior encuentro de los astros, hace ya 12 años. “Todo mi interés por el flamenco viene vía Paco de Lucía”, comenta el pianista, que apostilla: “Encontrarme con él es, siempre, un placer y un honor”.
Reunir a dos genios de la música sobre un mismo escenario no es tarea fácil; y, si no, que se lo digan a los miembros de la organización del festival vitoriano. Paco de Lucía y su troupe llegaron anoche a Vitoria desde Veszprém, en Hungría. Para ello, tuvieron que tomar dos aviones y realizar otros tantos desplazamientos en autobús. Total, 24 horas viajando. Y lo que les espera: el lunes viajan a Líbano para tocar en el Festival de Biblos. “La vida del músico es una jodienda…”, comenta Antonio Serrano, que toca la armónica en el grupo, “pero tampoco hay que exagerar, que también nos divertimos de vez en cuando”.
Desde su llegada, el maestro ha permanecido encerrado en su habitación del hotel. Apenas se le ha visto. “Está cansado”, comenta Serrano, “y ya sabes que no le gusta mucho el lío”. Otros miembros de su grupo —junto al propio Serrano se encuentran Antonio Sánchez, Piraña, y Alain Pérez— no pudieron resistir la tentación que, aquí, tiene la forma de un huevo frito envuelto en patata deshidratada, la obra maestra del chef Senén González en el asador Sagartoki: “Terminamos con las existencias”, comenta Serrano entre risas. De ahí, al concierto de Branford Marsalis en Mendizorrotza. Pese al can
ancio acumulado, los cuatro aguantaron a pie firme las dos intensas horas de concierto. A la salida, Alain se encontraba “doblemente agotado, por el viaje y por el concierto, que ha sido tremendo”. Sorprende que aún les quedaran ganas de pasarse por la jam session que, cada noche de festival, tiene lugar en el hotel que aloja a los artistas. “Un gin tonic y a la cama, que mañana trabajamos”. En un aparte, Antonio Sánchez, sobrino del tocaor, quien ocupa la vacante dejada por Niño Josele como segundo guitarra, se entretiene con las imágenes de Falete dando con su extensa humanidad en el duro suelo durante un concierto, todo un trend topic en la Red. Sus compañeros de gira se arremolinan en torno a su teléfono móvil. Todos quieren ver las insólitas imágenes. “Pero fíjate que no suelta el micro”, comenta alguien entre intensas risas y carcajadas.
La llegada de Chick Corea a Vitoria ha tenido lugar el mismo día del concierto. Del avión al autobús y de ahí, al hotel, donde le esperaba su viejo y querido amigo. El pianista estaba visiblemente cansado: “Perdona que no te acompañe a comer, Paco, pero voy a hacer uso de la más española de todas las instituciones: la siesta”.
Soy un cagón; salir a tocar sin saber qué haré no va conmigo" Paco de Lucía
Sin Chick y con Paco. La prueba de sonido resulta tan aburrida como todas las pruebas de sonido en cualquier parte del mundo, con el añadido del calor verdaderamente infernal que, como es costumbre, reina en Mendizorrotza. “¡Uno, dos, tres, probando!”. Arreglado, pero informal, Farru taconea con ese arte que ha heredado de su abuelo Farruco y que comparte con su hermano, Farruquito. Aquí, el que no baila, canta, o hace las dos cosas a la vez.
Los cantaores, comandados por David de Jacoba, ponen a prueba la microfonía entonando un repertorio de melodías diversas, entre cantos evangélicos y coplillas de procedencia diversa, como aquella que se han aprendido no saben dónde: “Fuma papel de la plata, María, que por la mañana tengo resaca”. “Esto lo cantaba un portugués que vino a Sevilla”, comenta uno de ellos. Sorprendentemente, nadie habla del encuentro previo entre las dos estrellas del festival, ni de lo que van a interpretar ni de cómo van a hacerlo: “Fíjate que ni siquiera vamos a probar sonido juntos”, apunta el tocaor, “pero es que nos conocemos demasiado bien; además, vamos a tocar jazz. Si yo le pusiera a él a tocar una bulería sería otra cosa”. Por si acaso, el genio de las seis cuerdas les enseña a los nuevos por dónde van los tiros: “Seguramente tocaremos Spain y Zyryab, señala, sin ninguna seguridad. Ni siquiera en eso se han puesto de acuerdo los protagonistas de la noche. “Y mira que yo soy un cagón”, sigue el tocaor. “Eso de salir al escenario sin saber lo que vas a hacer no va conmigo. Pero si hay que coger el toro por los cuernos, se coge y en paz. Lo peor que puedes hacer siempre es salir corriendo”.
Estar con Paco en un escenario es la culminación de un sueño" Chick Corea
“Para mí”, comenta Chick Corea, recién llegado al pabellón Mendizorrotza tras la preceptiva siesta, “venir al Festival de Jazz de Vitoria es como volver a casa”. Corea ha visitado la ciudad y su festival en no menos de ocho ocasiones, con sus sucesivos tríos, cuartetos, sextetos, o en solo; acompañado por sus amigos —Gary Burton, Bob Berg, Eddie Gómez…— o saliéndose del programa para cruzar unos compases con John McLaughlin. En 1995 tocó a dúo con Tete Montoliu; y en 2001, con su interlocutor de esta noche, el propio Paco de Lucía: “Estar con Paco sobre un escenario es la culminación de un sueño que empezó hace mucho tiempo”, confiesa Corea". A sus 72 años, el jazzista de origen chicano luce un tipín acaso exagerado, fruto del régimen alimenticio al que está sometido, y consistente en dos únicas raciones diarias de vegetales. “Yo lo he intentado”, le apunta su compañero de escenario de esta noche en Vitoria... “pero oye, no hay manera”.
Ha costado, pero finalmente están juntos, charlando, haciendo ademanes de baile, y posando para la cámara de EL PAÍS. Y, créase o no, están hablando de otras cosas, aparte de los regímenes alimenticios, Por ejemplo, de lo que van a tocar por la noche: “Se me ha ocurrido que podríamos arrancar con Spain”, se arranca el guitarrista gaditano, “y seguir luego con Zyryab y a lo mejor, con Entre dos aguas”. Chick Corea asiente. Conoce la primera, que él mismo compuso en 1971; las otras, no tanto: “Tú empiezas y yo te sigo”. Pues bueno, pues vale. Queda claro que el veterano jazzista se mantiene en plena forma, no solo en lo musical. Lo que ha perdido en kilos lo ha ganado en canas: “Disfruto de la vida y me encanta recorrer el planeta tocando música con mis amigos delante del público… eso me mantiene vivo”, explica. Hace no mucho, el pianista declaraba a este diario su amor incondicional por la música de un país que considera como su segunda casa: “No creo que yo haya ayudado a redefinir el jazz, ni el flamenco, ni nada. No tengo el menor interés en ponerle un nombre a la música… pero te puedo decir que mi corazón español, ese, ese sí que es de verdad”.
Las entradas se agotaron en un abrir y cerrar de taquilla. El encuentro entre Paco de Lucía y Chick Corea es uno de los acontecimientos musicales del verano. Es un concierto que ha concitado el interés de aficionados llegados del Norte de Europa, de Estados Unidos y hasta de Nueva Zelanda. Los aficionados saben el pianista estrena banda de nombre enigmático, The Vigil, integrada por un puñado de nombres de mucha prosopopeya en el jazz contemporáneo; luego vendrán Paco y los suyos y, después, los dos, el pianista y el tocaor, juntitos y a la que salga. “Podemos saber los temas que vamos a tocar”, sentencia Corea, “y ponernos de acuerdo en quién va a interpretar el primer solo y los sucesivos, pero eso no quiere decir demasiado, porque ya se sabe que la música siempre es un misterio”.
Paco de Lucía y Chick Corea sobre un escenario. Imposible pedir más. La magia de la música estalla en Vitoria.
Babelia
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