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CONVERSACIONES BÁRBARAS: TONI CANTÓ

Toni Cantó: “Con una peluca y un buen maquillaje puedo hacer de Rita Barberá”

El actor y político de UPyD defiende que "Twitter es un mundo muy pequeño y sobredimensionado"

Daniel Verdú
El actor y político Toni Cantó.
El actor y político Toni Cantó. GORKA LEJARCEGI

Toni Cantó (Valencia, 1965) es un gran provocador y a menudo habla más de la cuenta. Pero también le llueven los palos. En Twitter, en el Congreso y en su vida personal, donde ha pasado por lo peor que puede vivir un padre. Pero en general tiene buen encaje. Tiene método para todo, y si no se encomienda al yoga. O al retrato de Groucho Marx que cuelga de su despacho del Congreso.

Pregunta. ¿Estaría aquí si le hubiera ido mejor como actor?

Respuesta. Llevo viviendo de mi profesión 30 años. Me sueltas en una isla salvaje y me gano la vida como actor en dos días.

P. Y si viene a buscarle Almodóvar, ¿qué hacemos?

R. He adquirido un compromiso y no lo dejo. En la primera legislatura, al menos. Pero mi amor no está en el cine, sino en el teatro, que me lo produzco yo.

P. Dicen que es el florero de Rosa Díez.

R. No tienen ni puñetera idea. Que se vengan aquí a hacer de florero una temporada.

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Ha sido chico Almodóvar, actor de televisión, empresario, político y, sobre todo, trending topic mundial varias veces por sus patinazos en Twitter. Pero ante todo, Toni Cantó (Valencia, 1965), dice, es un hombre de teatro.

P. ¿Le sucede como a Cristiano Ronaldo, que decía que se metían con él por ser guapo y rico?

R. Si no tuviera este aspecto, quizá no me llamarían florero y habría conseguido unos papeles que no logré. Pero así he nacido. Eso sí, a partir de cierta edad empezamos a tener la cara que nos merecemos. Y yo estoy más arrugado que una pasa.

P. ¿No quiere mando? ¿Será usted la próxima Rita Barberá?

R. Espero que si lo consigo algún día, me siente mejor que a Rita. No persigo cargos, pero mi partido persigue gobernar. Además me considero un buen gestor de equipos.

P. ¿Pero se ve capacitado?

R. ¿Para hacer de Rita? Creo que sí, que con un poco de buen maquillaje, una peluca y una voz un poco más grave, podría hacer de Rita Barberá, sí.

No me siento ambiguo sexualmente. Pero no he sentido nunca el impulso de explicar mi sexualidad. Si es lo que quieren pensar, que lo piensen

P. Usted ya ha hecho papeles de mujer…

R. Digamos que eran un poco más delicados que Rita [suelta una carcajada].

P. Siempre se maneja usted en la ambigüedad…

R. No me siento a gusto con las simplificaciones ni las etiquetas. Es una manera de madurar, no aceptar el paquete completo de cada ideología. En este país parece que si eres rojo has de ser propalestino, proabortista… Tengo cosas de las dos cadenas.

P. ¿También en lo sexual?

R. No me siento ambiguo sexualmente. Pero no he sentido nunca el impulso de explicar mi sexualidad. Si es lo que quieren pensar, que lo piensen. Llevo mucho de personaje público, y la presión es muy fuerte. Si te dejas llevar por ella, terminas siendo una caricatura.

P. ¿No le preocupa ser ahora una caricatura política?

R. Se ha intentado banalizar al político, caricaturizarlo. No es generalizado. Responde a una estrategia hacia una persona muy visible que está creciendo.

Rubalcaba sobreactúa y Mariano es un sieso al que hay que decir ‘¡despierta!’

P. ¿Una estrategia de quién?

R. Yo diría que de partidos que están preocupados. Cuando sale una encuesta y nos dan dos puntos más, nos preparamos para que nos caiga alguna.

P.Las cagadas en Twitter también le han hecho más popular.

R. Twitter es un mundo muy pequeño y sobredimensionado. He sido trending topic nacional no sé cuantas veces, y mundial dos o tres. En Twitter hay grupos muy activos y sobrerrepresentados.

P. Es usted un provocador…

R. Sí, eso lo traigo de la cultura de actor. El arte ha de ser provocativo, no la continua cara amable. Como la que le han puesto siempre al PSOE.

P. Usted no estaba entre los de la ceja, claro.

R. La ceja es el Gobierno más mediocre y terrible que ha tenido esta democracia. Y Mariano se le está acercando a gran velocidad. Eran parciales, y eso es lo peor que se le puede decir a alguien.

P. Decía Arthur Miller que el teatro y la política se construyen con parecidos mimbres. ¿Todo es una actuación?

R. No conscientemente, pero sí hay mucha escenificación. Mariano y Alfredo se dan, pero luego están en la cafetería encantados.

P. ¿Quién es mejor actor?

Sí, yo me he llegado a sentir pisoteado por mi condición de hombre"

R. Rubalcaba es sobreactuado. Y eso es por la inseguridad y el menosprecio al público. Cree que no será suficientemente inteligente para pillar algo con poca información. Mariano es un sieso, el típico actor al que hay decirle “¿Tienes sangre de horchata o qué cojones te pasa? ¡Despierta!”.

P. El Rey le preguntó qué hacía usted en el Congreso. ¿No le parece más raro que estuviera él?

R. [Se ríe] La Monarquía no es el problema fundamental. En España molesta mucho más Rajoy que el Rey. Por irrelevante. Tiene más competencias, y por tanto es mucho más grave. Mientras este país esté manejado por PP y PSOE, seguiremos en la misma mierda de siempre.

P. Actor y político. ¿Es más Ronald Reagan o Cicciolina?

R. Si le dijera Cicciolina sería para darme dos bofetadas.

P. No crea, tenía lo suyo.

R. Sí, un pelo rubio precioso.

P. Yo la prefiero, la verdad.

R. No conozco mucho su acción política. Pero estoy más cerca de Ronald Reagan: no por ideología, sino por pelo.

P. ¿Sigue pensando que gran parte de las denuncias por maltrato son falsas?

R. Pienso que la ley de violencia de género no solventa el problema de las muertes de las mujeres. No protege ni a los niños, ni a los discapacitados, ni a parejas homosexuales, ni a los hombres. Y crea víctimas nuevas: las de las denuncias falsas, que sí existen.

P. Usted dio datos falsos.

R. Era solo una valoración.

P. ¿Le afecta personalmente?

R. Sí, soy un hombre separado. Y cualquiera conoce la realidad de cómo funciona el asunto. Quién tiene el poder y a quién se beneficia en la mayoría de casos.

P. ¿Usted se ha sentido así?

R. Sí, pisoteado. Por mi condición de hombre.

P. Habla en su libro de políticos mediocres. ¿Así son sus compañeros?

R. Algunos sí. También he encontrado gente muy honesta, pero que no puede hacer nada por la estructura de sus partidos. Pecan de cobardía. Si alzan la voz les quitan de las listas.

P. Cuando UPyD crezca, y tenga sus servidumbres… ¿mantendrán este discurso?

R. Yo ya no estaré. Estaré en la playa y trabajará otro.

P. Es la prueba de que no se necesita preparación para ser político. ¿Cualquiera puede serlo?

R. Cualquiera con capacidad de trabajo. Trabajo el doble, mínimo 10 horas, y gano bastante menos. Pero estoy encantado.

P. Antes de entrar en política sufrió un terrible golpe con la muerte de su hija. ¿Cómo lo lleva?

R. Con una pérdida así puedes distraerte, o estar todo el día dándole vueltas. Yo aquí he tenido una distracción estupenda, pero procuro parar cada cierto tiempo para ver cómo estoy con ese tema. Necesito conectar con el dolor. Si no, empiezo a sentirme crispado y cabreado. Es algo que sigue tocando de una forma muy bestia y seguirá así toda la vida. Solo lo entiendes cuando pasas por ello. A mí me han amenazado de muerte por Twitter y me han dicho lo más bestia que pueda imaginar, pero cuando se me murió la hija, esas mismas redes se pusieron en contacto conmigo desde la bondad. Y me ayudó mucho a sobrevivir.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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