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Los fantasmas de un torturador

El joven cineasta chileno Fernando Guzzoni se estrena en la ficción con 'Carne de perro' Un filme sobre la adaptación a la democracia de un torturador de la dictadura de Pinochet

Ana Marcos
El director de cine Fernando Guzzoni.
El director de cine Fernando Guzzoni.

Al coger un taxi. En la portería de un edificio. En un cruce de miradas una noche de demasiado alcohol. Ahí están. Desaparecen de las estadísticas oficiales en su devenir por los límites del sistema. Pero visten de paisano y guardan en sus medias sonrisas una de las etapas más oscuras y terroríficas de la historia reciente de Chile. Fernando Guzzoni (Santiago de Chile, 1983), amante confeso de los personajes que denomina borderline, decidió estrenarse en la dirección de un largo de ficción con Carne de perro, la historia de un extorturador del régimen militar de Augusto Pinochet (1973-1990), que llega hoy a los cines españoles. "Me interesaba contar cómo estas personas se readaptaban a la sociedad después de ser validados por una súper estructura de poder que de un día para otro desapareció", cuenta el director en conversación telefónica.

Todos estos hombres, último eslabón de la dictadura de Pinochet, pendían como marionetas de unos cordeles que la democracia arrancó de cuajo, aunque el 60% de los que pertenecieron al aparato de seguridad están libres y disfrutan de los mismos beneficios que cualquier otro civil. La paradoja legal de la obediencia debida. "Aún así, tras leer crónicas de la época, hablar con abogados que llevan las causas de estos torturadores e involucrarme en una de sus agrupaciones, concluí que existe un sentimiento de no pertenencia común en todos ellos", apunta. Y de este no lugar Guzzoni barruntó su segundo filme, tras La Colorina, el documental sobre una poeta punk con el que debutó en 2006.

En 2009, el borrador consiguió tomar forma gracias a un fondo de desarrollo cinematográfico que consiguió en Francia. Uno de los que le otorgó la ayuda, terminó por ser su involuntario mentor.  Georges Goldenstern, director de la Fundación del Festival de Cannes, le animó a que se presentara a la Residencia del certamen. "Durante 2010 y 2011 seis directores nóveles convivimos y trabajamos en París para sacar adelante nuestros guiones", recuerda el cineasta. "Gracias a esta estancia pude establecer vínculos estratégicos para conseguir financiación".

Guzzoni terminó de ensamblar la película en Francia y consiguió que su estreno mundial llegara a España. En el año 2012, no solo se coló en las salas del Festival de cine de San Sebastián, sino que se hizo con el galardón Nuevos Directores. La primera parada de un periplo de que terminaría con otros seis premios internacionales en su currículo.

De vuelta a casa, con el dinero y la experiencia en la maleta, Guzzoni consiguió que  Alejandro Goic, conocido en Chile por su doble faceta de intérprete y director teatral, se apoderara de su guion. El reto fue doble: nunca había asumido un papel protagonista, menos uno que le obligara a enfrentarse a sus fantasmas. Goic, miembro de la comisión política del partido socialista en su juventud, sufrió la tortura, la cárcel y el exilio durante el régimen de Pinochet. "Interpretar a su verdugo permitió que la película tuviera una textura diferente, una mayor profundidad".

Guzzoni apuesta por un guion de silencios, con veladas referencias históricas, donde la violencia se libera en las respiraciones cortadas y los gestos perdidos, cuando no desafortunados. "Quería trabajar con símbolos para mostrar esa desintegración mental y emocional que padece el personaje", afirma, "generar en el espectador una demanda y un viaje donde constantemente se cuestione que termine de construir el relato".

Alejandro Goic abordó el personaje desde las páginas de Pessoa: "Todos tenemos dentro una víctima y un verdugo". En su cabeza, según relata el director, las imágenes de sus torturadores eran más vívidas que las de las personas que amaba por lo que "la película terminó siendo un ejercicio de exorcización, un paso más para liberarse".  

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Sobre la firma

Ana Marcos
Redactora de Cultura. Forma parte del equipo de investigación de abusos en el cine. Ha sido corresponsal en Colombia y ha seguido los pasos de Unidas Podemos en la sección de Nacional, además de participar en la fundación de Verne. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de periodismo de EL PAÍS.

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