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Tres actos bajo el secador

Un salón de belleza se convierte en la primera parada del proyecto Teatro Efímero

De izquierda a derecha, Ana del Rey, Juliana Sesmero y Jaime Zataraín, actores de 'Tú no, princesa'.
De izquierda a derecha, Ana del Rey, Juliana Sesmero y Jaime Zataraín, actores de 'Tú no, princesa'. Rebeca Rodríguez

La peluquería Garret, en el primer piso del 16 de Juan de Austria, en Chamberí, ha vuelto a abrir estos días. Solo por un tiempo. Aunque ya no es una peluquería, o no exactamente.

Tiene una explicación. El salón de belleza abrió en 1978 y tras 30 años de diferentes peinados, bigudíes, mechas, manicuras y tratamientos estéticos, según la moda de la época, cerró en 2008. Fue ese el año en que murió María Aparicio, la encargada y alma del local. Su marido, el actor José Ramón Pardo, decidió echar entonces el cierre y dejarlo todo tal como estaba. Solo acudía allí para abrir las ventanas y airear un poco un lugar lleno de recuerdos.

Cinco años después, la casualidad hizo que Pardo se enterara, a través de otro actor, Miguel Rellán, de que alguien buscaba una peluquería para representar una obra. Ese alguien era Olga Iglesias, una autora que compagina su trabajo en publicidad con el de guionista. Ella y su socia, Susana Pérez, también del mundo de la publicidad, tenían un proyecto que habían bautizado como Teatro Efímero y que consistía simplemente en representar en espacios singulares, lugares donde poder “jugar sin límites”.

Tú no, princesa

Autora: Olga Iglesias Durá. Actores: Ana del Rey, Juliana Sesmero y Jaime Zataraín. Lugar: Salón de Belleza y Peluquería Garret (C/ Juan de Austria 16, 1ºizq. Fechas: del 27 de junio al 7 de julio de jueves a domingo.Con reserva previa (606 359 305) www.teatroefimero.com

Fruto de esa casualidad es Tú no, princesa. La obra es una tragicomedia en tres actos. Cada uno de ellos cuenta tres breves momentos que ocurren en la peluquería de Carla (Jaime Zataraín) en distintas épocas, los 80, los 90 y la pasada década. De ahí sale una historia sobre el triunfo y el fracaso de tres mujeres: Carla, una peluquera transexual enamorada y rechazada; su amiga Alfonsi (Juliana Sesmero), ama de casa frustada y preocupada por el futuro de su hija Alba (Ana del Rey), una niña que quiere ser actriz y que descubre con el tiempo la dureza del negocio en el que quiere prosperar.

“Es un uso perfecto para mí, claro”, dice Pardo, que dice sentirse uno más del equipo. Incluso hace un cameo fotográfico como Daniel, el novio de Carla. “Si el espacio es literal respecto al texto, genial. Y si no tiene que ver, genial también”, comenta Olga Iglesia, que se imagina por ejemplo un Hamlet en una lavandería y reflexiona sobre ese contrato que se firma cada noche en el teatro entre actores y público: “Tú sacas una barra de labios y le dices al espectador que se haga a la idea de que es un cohete, y el espectador y tú hacéis ese pacto y ves a la barra de labios echando humo”.

Además de eso, hay otras razones más pragmáticas para buscar un lugar como Garret. Las salas tradicionales tienen dificultades y la crisis ha dejado las calles llenas de carteles de “se alquila” o “se traspasa”. “¿Por qué no compartir el espacio, los recursos, los clientes, los vecinos... con otra gente?”.

La obra se ha representado ya cinco veces en la peluquería y aún lo hará otras 10 más, esta y la semana que viene, siempre de jueves a domingo, antes de tomarse un descanso y volver a finales de septiembre. Los arquitectos de Zuloark, autores del Mercado de La Cebada, han diseñado el sistema de asientos en el que el público se coloca, como si fuera un mirón escondido, con la oreja puesta en la conversación de las tres mujeres. Es simplemente eso, algo que pasa y alguien que mira, un texto y un público. “Si la gente se sienta en un sitio a mirar, automáticamente se convierte en público”, concluye Olga, “y donde hay público hay teatro. En sentido real y metafórico”.

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