¿Cuál es la ciudad española que más le gusta al Boss?
El artista estadounidense recala esta noche en Gijón, en su único concierto en España
Bruce Sprinsgteen es el hijo adoptivo que todas las ciudades españolas quieren para sus estadios. Al menos eso se deduce de la controversia que genera la duda de cuál es su ciudad favorita de España. Siempre se ha dicho que con Barcelona tiene una relación especial, pero uno de los conciertos más largos de su carrera lo dio en Madrid (3 horas y 48 minutos, el 17 de junio de 2012). Actuará por tercera vez en Gijón, pero ha decidido quedarse a dormir en San Sebastián. Ayer durmió en el hotel María Cristina y hoy actuará en el Molinón, en el que será su único concierto en España de esta segunda parte del Wrecking Ball Tour. Sea cual sea su ciudad favorita del país, lo que está claro es que cerca de La Concha se encuentra como en casa: es la única forma de explicar que en 2009 se plantara en el arenal con una camiseta negra de tirantes que dejaba sus rockeros pezones al sol. La confianza es la confianza.
El debate sobre si Bruce quiere más a papá o a mamá no es marca España. Va más allá de nuestras fronteras. Los fans y los foros dedicados al cantante debaten sobre qué concierto fue mejor, en cuál tocó uno u otro tema o sobre qué escenario se encontró más cómodo el Boss. Ese debate es fruto de la grandeza de un artista que tiene una legión de fans que le siguen como a una religión, y que aspiran a que el líder de su fe haga un guiño a su ciudad o país, para así intentar agarrarse a la ilusión de que las almas de unos, los seguidores, y de otro, el artista, tienen algo más en común que las horas que dura el concierto en cuestión.
De lo que no hay duda es de que, cuanto más latino, mejor. A medida que los conciertos de Bruce se acercan al sur de Europa la temperatura va subiendo y el respetable se enciende más y más. Hay quien dice que, como en España, en ningún sitio, aunque son muchos los españoles que aseguran que Italia, en materia de Bruce Springsteen, está algo por encima de España. En Milán, por ejemplo, el pasado 3 de junio, fue más allá del tradicional Twist and shout con el que cierra sus conciertos y regaló una versión acústica de Thunder Road. Previamente se había marcado la reproducción íntegra del disco Born to run. Una detrás de otra. Los más expertos en la materia aseguran que en los países escandinavos la locura por Bruce también tiene algo especial.
¿Y en su tierra natal? ¿Qué pasa con Bruce en los Estados Unidos? Pues en su casa pasa una cosa curiosa, y es que un movimiento musical como el suyo, que cuenta muchas cosas de carácter local, ha trascendido a lo universal, y en otros puntos del planeta lo han acogido con más fervor y pasión que en su pueblo. Aunque en este caso parece más una cuestión de carácter y cultural que de la dificultad de ser profeta en su tierra. Si uno ve las imágenes de su directo en Nueva York y le echa un ojo, por ejemplo, a Badlands o a Out in the Street puede fácilmente imaginarse a cualquier estadio de España o de Italia sintiendo una especie de orgasmo musical ya con los primeros acordes y, para el final de cada una de las canciones, un desparrame absoluto habría invadido el césped y las gradas. En Estados Unidos lo adoran, pero lo viven de otra forma, hay una distancia insalvable entre el artista y el público. En España, en algún punto del concierto, esa distancia desaparece y la cosa pasa de actuación a experiencia.
Es imposible saber dónde se encuentra más a gusto el señor Springsteen pero sí parece claro que el ambiente de España e Italia provoca una mística que convierte los conciertos en algo especial. Entre la pasión del artista, que parece latino, y las ganas de un poco de americanismo del público, que es latino pero sueña con que un día alguien le diga: “¡Ey tío, you were born to run!”, al final sale una especie de mezcla perfecta. Todo depende, claro, del tipo de conciertos que le gusten a uno. Aunque para ver a Bruce Sprinsgteen tiene toda la pinta de que lo mejor es venir al sur.
Babelia
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