La fotografía mexicana de ‘ahorita’
El Museo de América expone 79 obras de 17 autores de los últimos treinta años surgidos en la estela creativa de Manuel Álvarez Bravo
Manuel Álvarez Bravo (México DF, 1902-2002) es un referente para la fotografía mundial. Sus poderosas metáforas visuales ajenas al pintoresquismo y la soflama política le convirtieron en un dios casi inalcanzable para las sucesivas generaciones de fotógrafos mexicanos. Pero su manera recrear las historias que acontecían ante sus ojos han creado una potente escuela de artistas que ofrecen una personalísima narración del mundo que les rodea. La exposición After Álvarez Bravo: Fotografía Mexicana Ahorita es un complejo catálogo de la fotografía mexicana durante los últimos treinta años.
Con 79 obras de 17 creadores, el también fotógrafo y artista René Escalante (México DF, 1970), miembro del colectivo Diamond lands, ha organizado en el Museo de América una muestra de las diferentes “visiones de retratar un país que no termina de entenderse entre sí pero en el que confluyen extraordinarias capacidades de mirar y de comprenderse independientemente de la generación que sea”.
Los colores llamativos, los desiertos, las imágenes conceptuales, se suceden en las salas del museo dentro de una sucesión de espacios en el que cada artista muestra su obra. Escalante ha querido que los diferentes trabajos no se muestren encerrados, sino que dialoguen unos con otros a fin de enriquecer el discurso.
Los colores llamativos, los desiertos, las imágenes conceptuales, se suceden en las salas del museo.
Organizada sin más ayudas institucionales que el espacio del Museo de América, y situada dentro del programa OpenPhoto de PhotoEspaña, la exposición recoge obras de artistas que ya han expuesto en galerías y museos de todo el mundo. Parte de ellos viven o han estudiado en España, como es el caso del propio comisario o de Gustavo Salinas (Tijuana, 1972), quien expone imágenes de gente reposando sobre un trozo de césped, una imagen rara de obtener en su Tijuana natal. “Me interesan las escenas contemplativas. A otros les estimula la violencia y las escenas de tensión. A mí me paralizan. No me inspiran. Por eso decidí quedarme a vivir en Madrid, donde me puedo fijar en otro tipo de cosas”, explica. Y como ejemplo de lo que le interesa, Salinas cuenta que actualmente trabaja retratando a personas que transitan por la madrileña calle de Alcalá. “Es fascinante ver como cambian las personas y su indumentaria según los tramos de la calle. Los abrigos de las señoras en invierno, me tienen fascinado. Es un catálogo bien interesante”.
Ese aroma documental, propio también de lo obra de Álvarez Bravo también se encuentra en los escenarios olvidados que retrata César López (Puebla, 1977). Sobre los restos de viejas edificaciones, López introduce un objeto personal -un peine, un reloj- que insufla vida nueva contra el olvido.
Alejandro Cartagena (República Dominicana, 1977) retrata a campesinos y obreros trasportados en la parte posterior de furgonetas a la ida y a la vuelta de su trabajo. Las imágenes tomadas desde lo alto de un puente de Monterrey, ciudad en la que reside, les muestra siempre dormitando agrupados o en solitario entre los muchos útiles de labor con los que les trasladan.
Un registro muy diferente ofrece Daniela Edburg (Huston, 1975), una de las cinco mujeres participantes. Antes de tomar la fotografía, Edburg crea cada detalle del escenario. Teje con sus propias manos cada pieza y con ellas enfunda mesas, lámparas o sillas. Después, dispara la cámara.
Escalante aporta varias fotografías de su serie dedicada a las marcas. Con formas de botellas de conocidos refrescos o complementos femeninos muy reconocibles, se aproxima a puntos tan emblemáticos de Madrid como la enorme bandera de España que ondea en la plaza de Colón o las torres KIO con los anagramas de Bankia, antes conocidas como la puerta de Europa.
Babelia
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