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La modernidad del verso clásico

La actriz Marta Poveda triunfa sobre las tablas tras medirse con Blanca Portillo en ‘La vida es sueño’

La actriz Marta Poveda.
La actriz Marta Poveda.Samuel Sánchez

Empezó sin grandes metas. Es más; sin ninguna meta, al menos profesional. Pero el caso es que hoy, la actriz Marta Poveda, se ha convertido en poco tiempo en uno de los hallazgos del teatro en verso, gracias a la Compañía Nacional de Teatro Clásico (CNTC), que dirige Helena Pimenta, y al duro trabajo que ha hecho en el último año para convertirse en una Rosaura que tenía que medirse nada menos que con Calderón, con La vida es sueño y con Blanca Portillo como Segismundo.

Sus orígenes profesionales no dejan de sorprender. Ella recuerda que cuanto tenía 16 años, y hoy duplica esa edad, tenía el pavo muy subido, y muy muy rarito: “Andaba metida en pensamientos muy existencialistas y oscuros, planteándome eso de la vida y la muerte; una época en la que veía cine hasta la madrugada; a mi madre se le ocurrió apuntarme en la Cuarta Pared”. En esa popular sala alternativa madrileña, donde se exhiben espectáculos y se imparten cursos y talleres, empezó su andadura: “La Cuarta es un espacio alucinante; descubrí a Bertolt Brecht a Sanchis Sinisterra…, con la suerte de que el segundo está vivo y coleando, pude formarme con él, se convirtió en mi maestro y hoy en compañero de trabajo”, apunta la joven actriz.

Eso fue el principio. Antes de trabajar en montajes de Sanchis, con directores como Josep Maria Mestres, Juanfra Rodríguez, Javier G. Yagüe, Álvaro Lavín, Luis Olmos y en la afamada Burundanga de Jordi Galcerán, bajo la dirección de Gabriel Olivares. Y series de televisión y cine, donde ya ha sido protagonista de un par de películas de Daniel Diosdado e Ignacio Oliva, respectivamente.

“Pero lo del teatro me hace sentir una responsabilidad muy grande. En el terreno artístico me exijo hacer algo para participar y empezar una lucha en la que deberíamos estar todos; trato de aportar mi grano de arena para conseguir que el teatro, en mi país, se convierta en una vía de expresión importante, y para eso tenemos que empujar todos, en el caso de los actores con el poder creativo”. Pero aún le pesa más el compromiso con el público: “Después de hacer algo tan inmenso a nivel humano y filosófico, como La vida es sueño, que me ha proporcionado la experiencia más importante de mi vida, se toma conciencia de cómo un personaje que llega a las entrañas de la gente, puede conseguir que alguien cambie, aunque sean cinco minutos; eso es un privilegio muy grande y al que es muy difícil acceder, de ahí que sienta una gran responsabilidad”.

Rosaura le ha dado la vuelta como un calcetín: “Después de interpretarla no soy, ni muchísimo menos, la misma”. A pesar de su inexperiencia en el verso no le dio miedo trabajar con la Portillo: “No lo tuve gracias a ella, porque es una compañera excepcional, lo que me daba pánico era medirme con Rosaura y Segismundo y enfrentarme al verso, pero soy trabajadora y no hay nada que uno no pueda lograr si trabaja, trabaja, trabaja…”.

Ha debido darle resultado. Tras esta primera experiencia con el verso barroco, Pimenta la ha llamado para hacer la protagonista del próximo estreno de la CNTC, La verdad sospechosa, una deliciosa comedia de Juan Ruiz de Alarcón con la que se inaugura el próximo Festival de Teatro Clásico de Almagro el 4 de julio.

Después de su experiencia la actriz tiene más claro que nunca que el actor debe tener formación en el texto clásico: “En el verso; yo no lo hice, pero esa técnica es fundamental, aunque parezca antiguo, el verso afrontado desde nuestros días puede ser algo muy moderno, lo interesante es afrontarlo desde donde estamos y si no tienes la técnica no puedes evolucionar”, comenta Poveda quien, aún siendo consciente de que se puede ser actor, y muy bueno, sin pasar por el verso, recomienda vivamente a sus colegas que no le den la espalda. “Esto es igual que todo. Músicos, bailarines, pintores, todos parten de unas bases clásicas; para nosotros debería ser igual, porque transitar por el verso proporciona resortes diferentes y, sobre todo, te ayuda a dominar la musicalidad y el ritmo desde otros parámetros; la disciplina que te impone, en lugar de limitarte, te abre puertas, da libertad. El verso es infinito”, dice tras lo cual recuerda la teoría de Peter Brook que defiende que los obstáculos obligan a buscar vías diferentes para salvarlos, y por eso uno se vuelve más creativo.

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