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Ben Kingsley: “Mi trabajo es como un camino”

Un viaje por la carrera de Ben Kingsley, uno de los actores más respetados del mundo del cine

Foto: tcm | Vídeo: TCM

Su verdadero nombre, Krishna Pandit Bhanji, no anunciaba precisamente a una futura estrella de cine. De hecho, en una ocasión, cuando esperaba su turno para hacer un casting oyó que llamaban a una tal Kristina Blange. “Nadie se movió, así que volvieron a repetir ese nombre dos o tres veces. Entonces comprendí que me estaban llamando a mí. Habían leído mal mi ficha debido a que tengo una letra horrible y mi nombre, Krishna Bhanji, se había convertido en esa inexistente Kristina Blange. Cuando se lo conté a mi padre, un hombre muy práctico, me sugirió que debía buscarme un apodo artístico. Así nació el de Ben Kingsley”.

Ben Kingsley, uno de los actores más valorados y respetados del mundo del cine, repasará en TCM su vida y su carrera el próximo domingo 26 de mayo en una nueva entrega de Una vida en imágenes, la serie de entrevistas realizadas por la Academia Británica del Cine y la Televisión (BAFTA). A continuación se emitirá Gandhi, uno de sus papeles más recordados y por el que ganó el Oscar a la mejor interpretación en 1983.

Ben Kingsley nació en la localidad inglesa de Scarborough el 31 de diciembre de 1943. Su padre era un médico de origen musulmán y su madre, de ascendencia judía, coqueteó con la idea de convertirse en actriz. Tal y como el actor recuerda en la entrevista, “era modelo y trabajó como extra en un montón de películas de los estudios Denham para los hermanos Korda”.

Seducido por el mundo de la actuación desde que era niño, Ben Kingsley comenzó a trabajar para la Royal Shakespeare Company en 1967. Cinco años después, en 1972, estrenó su primera película, El miedo es la clave, de la que no guarda un buen recuerdo. Tanto es así que durante algún tiempo abandonó el cine para trabajar en la BBC, la prestigiosa televisión británica. “Fue una época maravillosa”, rememora el actor. “Rodé varias series a las órdenes de directores tan prestigiosos como Ken Loach o Mike Leigh”.

El papel que le lanzaría definitivamente a la fama, el de Mahatma Gandhi, parecía predestinado para él. Daba la casualidad de que muy cerca del teatro donde actuaba en los años setenta había una preciosa estatua de bronce de este líder indio. Ben Kingsley, antes de entrar a los camerinos, se cruzaba con la figura de este apóstol de la no violencia y mirándola solía decir: “Voy a hacer este papel por ti”.

Años después, mientras leía su biografía, recibió la llamada del director Richard Attemborough para ofrecerle el papel. “Me cambió la vida”, confiesa el actor. Además, según explica, le ayudó a controlar su propio ego. “Tenía que ser modesto porque, de lo contrario, no iba a funcionar. Así que en el set debía alcanzar una situación parecida a la del propio Gandhi”, recuerda.

Pero a lo largo de la entrevista, realizada por la periodista Francine Stock, Ben Kingsley no solo habla de Gandhi, lo hace también de otros grandes títulos en los que ha intervenido, como La lista de Schindler, Sexy Beast, La muerte y la doncella, Casa de Arena y niebla o La invención de Hugo, y de su labor a las órdenes de directores como Steven Spielberg, Martin Scorsese o Roman Polanski. “Mi trabajo es como un camino y a mis personajes les voy descubriendo a lo largo de ese camino. Yo investigo sobre ellos y me aprendo sus diálogos pero en ese viaje hay siempre revelaciones, y eso es lo más emocionante”.

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