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crítica de 'el ejercicio del poder'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Política de superviviente

A este filme se le ha reprochado algo que debería ser un mérito: el esfuerzo por comprender, desde dentro, a su personaje central

Lo primero que sabemos de Bertrand Saint-Jean (Olivier Gourmet) es que tiene extraños sueños eróticos en los que comparecen logias secretas, mujeres desnudas y fauces de cocodrilo. Una llamada urgente le rescatará de un espacio onírico tan poco benévolo para sumergirle en algo peor, la tensa y crispada realidad del ejercicio político: Bertrand es Ministro de Transportes y su secretario le informa de que se requiere su presencia en el escenario del accidente nocturno sufrido por un autobús en el que viajaban unos estudiantes. A El ejercicio del poder, tercer largometraje de Pierre Schoeller, se le ha reprochado algo que debería ser considerado un mérito: el esfuerzo por comprender, desde dentro, a su personaje central… ese ministro al que la película no ha podido presentarnos en situación más vulnerable y comprometedora, un sujeto complejo, lleno de contradicciones, capaz de impulsos nobles por razones equivocadas, víctima de sí mismo y de las servidumbres y mezquindades de su carrera… un tipo, en suma, irredimible, pero al que Schoeller no ha trazado con un solo color. Que se le eche en cara al cineasta el esfuerzo por hilar fino, por no convertir esta mirada implacable y desencantada a las bambalinas de la política en una historia de buenos y malas solo confirma que no son los mejores tiempos para la sutileza.

EL EJERCICIO DEL PODER

Dirección: Pierre Schoeller.

Intérpretes: Olivier Gourmet, Michel Blanc, Zabou Breitman, Laurent Stocker, Sylvain Deblé.

Género: drama. Francia-Bélgica, 2011.

Duración: 115 minutos.

La privatización de las estaciones ferroviarias y el gesto populista y condescendiente de la (efímera) integración laboral de un parado componen el telón de fondo de un trabajo tan lúcido como sofisticado en sus formas, que incide en las perversiones del lenguaje de una política que solo busca salvarse a sí misma.

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