El Louvre Abu Dabi enseña sus cartas
La sucursal de la institución muestra el núcleo de su colección antes de su apertura en 2015 El centro aspira a ser el primer museo universal del mundo árabe
El Louvre Abu Dabi ya está listo, a dos años y medio de su inauguración, para mostrar al mundo la espina dorsal de su colección permanente. En total, 130 objetos procedentes de distintos lugares a lo largo de los cuatro últimos milenios conforman la exposición Nacimiento de un museo,que se abre al público el próximo día 22 en la isla de Saadiyat, el distrito cultural de Abu Dabi. Es la primera muestra a gran escala de los fondos del ambicioso museo, el primero con vocación universal del mundo árabe y cuya sede en construcción es un proyecto del arquitecto Jean Nouvel.
“El objetivo es demostrar el concepto de universalidad haciendo dialogar objetos artísticos de distintas civilizaciones y épocas”, manifestó ayer Céline Hullo-Pouyat, directora de proyecto del Louvre Abu Dabi, durante una visita previa a la exposición. También se trata, como precisó durante la presentación la codirectora emiratí, Hissa al Dhaheri, de “destacar los valores humanos que nos unen”.
De ahí que la muestra no se haya dividido por civilizaciones o períodos históricos, sino de acuerdo con conceptos antropológicos. Esa declaración de intenciones es evidente desde la primera sala, que se dedica a la representación de la figura humana, un tabú para algunas interpretaciones radicales del islam. En ella, los conservadores contraponen la escultura de una princesa bactriana de finales del III milenio antes de Cristo (una de las joyas de la colección) y un ídolo chipriota prehistórico, con una pintura abstracta de Yves Klein. El efecto es sorprendente y anima a la reflexión del visitante. Para ayudar a ella, se han colocado también pantallas en las que puede verse vídeos mudos que ponen en contexto las obras y las vinculan con piezas de otros museos.
“Este esfuerzo de mediación es parte del objetivo pedagógico del museo”, explica Hullo-Pouyat. Como el resto de las exposiciones que se organizan en Saadiyat, Nacimiento de un museo va estar acompañada de conferencias, debates y talleres. Pero además, el Louvre Abu Dabi intenta establecer vínculos permanentes con las escuelas del país y convertirse en un instrumento de apoyo educativo.
La exposición está dividida en seis salas trans-cronológicas que si bien no constituyen una ilustración literal del futuro museo sí evocan su estética y su narrativa. En la dedicada al Mundo antiguo, El orador, un romano togado de mármol del siglo primero, se presenta junto a una estatua de un Buda pedestre, una pieza datada entre los siglos II y III. Resulta curioso comparar las similitudes y diferencias en los pliegues de sus capas o en su expresión. Un mapa explica qué estaba pasando en el resto del mundo en ese momento. En la titulada Lo sagrado, un pentateuco judío procedente de Yemen comparte vitrina con un díptico cristiano y un Corán.
Más adelante, la Imagen oriental se contrapone a la Mirada occidental, donde se muestran una veintena de pinturas de algunos de los grandes artistas europeos que van desde Murillo u Jordaens hasta Gauguin o Picasso. La presencia entre esas obras de una Venus y ninfas en el baño, de Jean-Jacques Lagrenée, cuyas protagonistas se muestran ligeras de ropa, hace obligado preguntar si los conservadores se han encontrado con líneas rojas o advertencias hacia la sensibilidad cultural local.
“No”, responde sin dudarlo Hullo-Pouyat. “Hemos trabajado sobre un concepto universal en el marco del programa cultural y científico del museo”. Ni ella ni el resto de los responsables revelan el número total de piezas de la colección ni su valor. Y también remiten a ese programa marco como referencia para la compra de obras por parte del Gobierno de Abu Dabi, el propietario tanto del museo como de su contenido. Una vez decidido el objetivo, tienen que estar atentos a las piezas que salen a la venta.
“Es el reto que afrontan todos los museos nuevos porque solo pueden acceder a lo que está disponible en el mercado frente a colecciones de siglos”, admite Olivier Gabet, subdirector de conservación de la Agencia de Museos de Francia, cuya colaboración es fruto de un acuerdo bilateral entre París y Abu Dabi. Gabet destaca la “exclusividad” no solo de las obras presentadas sino de la forma de presentarlas.
De momento, cuando se inaugure a finales de 2015, el museo mostrará además de la colección permanente, fondos prestados por museos franceses. “A medida que aumente la colección, se reducirán los préstamos”, explica la directora. Los organizadores van a estar muy atentos a cómo reacciona el público local a esta exposición, ya que el objetivo último es que el museo atraiga a las audiencias locales y regionales, y que estas lleguen a sentirlo como suyo.
El anuncio de que el emirato de Abu Dabi había firmado un acuerdo con el Louvre para que le ayudara a desarrollar su propia pinacoteca y que planeaba construir el mayor Guggenheim del mundo fue recibido con escepticismo cuando se hizo público a principios de 2007. Tres años después, la crisis financiera obligó a los responsables a frenar sus ambiciones. Solo recientemente, se han reanudado los trabajos. Según el nuevo calendario anunciado este año, el Louvre se inaugurará dentro de dos años, el Museo Nacional que firman Foster & Partners estará listo en 2016 y el Guggenheim, diseñado como no podía ser menos por Frank Gehry abrirá en 2017. Está además prevista la construcción de un auditorio diseñado por la arquitecta Zaha Hadid y un museo marítimo según un proyecto de Tadao Ando.
Babelia
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