James Herbert, rey de la literatura más sangrienta
Era un maestro a la hora de torturar a sus personajes con tramas enrevesadas y sangrientas
James Herbert paseó su primer manuscrito por diversas editoriales de Londres sin demasiado éxito. El texto era extravagante: unas ratas gigantes invadían la capital británica y devoraban a sus ciudadanos. Demasiado osado para mediados de los setenta. Herbert perseveró y consiguió que el sexto editor le publicase la obra. Éxito instantáneo: 100.000 copias vendidas en tres semanas.
La invasión de las ratas (Rats es su título original) encumbró a Herbert y sus sucesivos libros siguieron teniendo un enorme éxito: ha sido traducido a 34 idiomas y ha vendido 54 millones de copias en todo el mundo. Estas cifras le sitúan como uno de los reyes de la literatura de terror, solo superado por Stephen King.
Pero Herbert, fallecido el pasado miércoles 20 en Sussex (Reino Unido), fue un escritor tardío, hasta los 28 años no se decidió a coger la pluma. Antes fue cantante en un grupo de rock y director de arte en una agencia de publicidad, cargo que ocupaba mientras escribía La invasión de las ratas. El éxito le convirtió en escritor a tiempo completo y su productividad se multiplicó durante los años setenta y ochenta.
El londinense pasó a ser todo un maestro del terror apocalíptico. Torturaba a los personajes de sus novelas con tramas enrevesadas y sangrientas. En su segunda novela, La niebla (1978), una bruma surgida tras un terremoto vuelve locos a los habitantes de un pueblecito inglés y estos empiezan a cometer actos atroces, extremadamente violentos, que por supuesto son explicados con todo lujo de detalle en las páginas del libro.
La violencia explícita era una de las características más reconocibles de Herbert en sus primeras obras, aunque poco a poco fue introduciendo más elementos de terror psicológico y presencias fantasmales. Como hizo en El superviviente (1979), donde la única persona que sobrevive a una tremenda tragedia aérea se enfrenta a lo sobrenatural mientras intenta reponerse de la amnesia para recordar qué sucedió en el siniestro.
Herbert, nacido en Londres en 1943, creció en el seno de una familia católica. Sus padres trabajaban todos los días como comerciantes y el joven se aficionó a la lectura de cómics del Oeste americano y de mundos fantásticos. Según recordaba el propio novelista en una entrevista a The Guardian, esa afición le ayudó a desarrollar la imaginación y a ser capaz de escribir de corrido, sin pensar ni planear la evolución del libro.
El cubil (1981) y Demonios (1993) completaron la trilogía de La invasión de las ratas. Sepulcro (1987) o La oscuridad (1993) son otras de sus más exitosas obras, algunas de las cuales fueron llevadas al cine y otras fueron convertidas al formato de radionovela, con gran éxito, en la BBC.
A pesar del horror que desprenden sus libros, Herbert se definía como un tipo tranquilo que odiaba la violencia. De hecho, para desconectar de la literatura de terror le gustaba sentarse a ver Los Simpson. El escritor siempre se mostró perplejo por el éxito que sus novelas alcanzaron, pero lo cierto es que se convirtió en uno de los referentes del género más reconocibles en el mundo entero. Prueba de ello fue la Orden del Imperio Británico que le fue otorgada por la reina Isabel II en 2010.
Babelia
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