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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Chantaje a la monarquía

Han pasado 250 años y (casi) todo suena lamentablemente actual en media Europa

Javier Ocaña
Fotograma de la película 'Un asunto real'
Fotograma de la película 'Un asunto real'

Año 1770. Vientos revolucionarios soplan por toda Europa. El pueblo se muere de hambre mientras una aristocracia que coloca a sus representantes a su antojo en los consejos de estado acaba legislando para su propio provecho. La corte danesa, poblada por aduladores e intrigantes, está comandada por un rey con tendencia a la depresión y a la extravagancia al que no es difícil manejar, un malcriado medio tonto al que todos llaman loco. Los secretos de alcoba se cuelan entre el idealismo revolucionario, los pensamientos ilustrados, los chantajes políticos y el simple y llano despotismo. Han pasado 250 años y (casi) todo suena lamentablemente actual en media Europa, en las cortes y también en algunas repúblicas. O no hemos mejorado nada, o habíamos mejorado y estamos en plena regresión de libertades. Nicolaj Arcel, guionista de Los hombres que no amaban a las mujeres, primera entrega danesa de la saga Millennium, ha compuesto en Un asunto real una película de época de pleno compromiso con los tiempos que corren. Ambiciosa, ya que abarca todos los estratos, desde los más poderosos al pueblo llano, este casi siempre en último plano; sensible, pues al fin y al cabo está presidida por una historia de amor prohibida, de esas que pueden enganchar a una parte muy particular de la audiencia, y profundamente política, al adentrarse con inteligencia en los salvajes entresijos del poder, allí donde la venganza y la extorsión reinan por encima de títulos, actitudes, ideales y libertades.

En cierto sentido, la corte danesa de finales del siglo XVIII no se diferenciaba demasiado de la nuestra de entonces. "¡Muerte al alemán!", gritaba la plebe danesa, con odio alimentado por la maquinaria retrógrada, esa que pone y quita para su propio provecho, en referencia a la mano derecha y médico personal del rey Cristian VII, de origen germano, un ilustrado que había empezado a cambiar las cosas desde dentro, aunque peligrosamente asiduo a la habitación y al corazón de la reina. "¡Muera el choricero!", gritaba la masa española durante el motín de Aranjuez respecto de Godoy, otra mano derecha del monarca que solía encamarse con la reina, esta vez María Luisa de Parma. "Sin duda el mayor placer de esa bestia que se llama vulgo consiste en ver descender hasta su nivel a los que por mucho tiempo vio a mayor altura", escribió nuestro Benito Pérez Galdós en su episodio nacional El 19 de marzo y el 2 de mayo; una frase que, de todos modos, podría haber servido para definir el desenlace de este relato mayor alrededor del poder y de la historia del país escandinavo. Así, su carácter universal afianza a Un asunto real como una obra con capacidad suficiente para ganar premios en el Festival de Berlín (actor y guión), ser candidata al Oscar a la mejor película de habla no inglesa, e interesar a todo tipo de públicos. Un trabajo de bella factura, preciosa luz, nulo acartonamiento, desgraciada contemporaneidad y esperanzador mensaje final.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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