“No estoy cerrando ningún circulo, dejaré de rodar cuando me muera”
El director estadounidense Alan Berliner presenta en el Festival Punto de Vista, en Navarra, su último documental sobre la pérdida de la memoria
Es la cuarta vez que el cineasta neoyorquino Alan Berliner acude al Festival de Cine Documental Punto de Vista. Llegó el miércoles a Pamplona para presentar su último documental First cousin once removed, que trata el proceso degenerativo del mal de Alzheimer en su primo, el poeta Edwin Honig, que falleció en 2010 a los 91 años.
Los estadounidenses presumen de puntualidad, pero Berliner tiene ya muchos amigos en Navarra y la hospitalidad le hace llegar tarde.
Pregunta. Es ya un habitual de Punto de Vista, un festival que ha visto su supervivencia amenazada por el recorte de presupuesto público ¿Cuál es la importancia de un certamen como este para un cine minoritario como el documental?
Respuesta. Deseo que sobreviva y que vuelva a tener frecuencia anual. Tiene una gran reputación como festival pequeño, pero que recibe películas poco habituales y artistas que apuestan por desafíos y ven este tipo de cine no como un trabajo, sino como un acto de amor al cine.
P. En su última película trata de la pérdida de memoria por culpa del Alzheimer.
R. Lo que hago en esta película es hablar de la arqueología dentro de la mente humana. Quiero entrar en la mente con sensibilidad para estudiar la fragilidad de ser un humano. En la pérdida de memoria no importa la nacionalidad, la religión o la condición social, es un problema global, muy democrático. Lo que somos se basa en lo que recordamos.
P. El personaje central es su primo con el que mantenía una relación muy estrecha. ¿Se puede afrontar este asunto objetivamente desde la cercanía personal?
R. No podría haber hecho la película sobre otra persona. Teníamos una conexión familiar y artística de muchos años de debate sobre la poesía y la vida. Él estaría muy orgulloso de lo que he hecho porque era una persona que creía en el poder del arte. Los poetas son unos ciudadanos especiales para la cultura, hacen visible lo invisible y nos enseñan cosas que son muy difíciles de expresar en palabras. Honig debería ser un poeta en mayúsculas y creo que la película le da la oportunidad de serlo.
P. Parece que la familia es una constante en sus documentales
R. Mis padres no tuvieron un matrimonio feliz y parte de lo que hago viene de sentirme incomprendido por ellos. He buscado siempre entender cuál es la cultura de la que procedo, para lo bueno y para lo malo, y es algo que me fascina. Edwin Honig era mi primo, teníamos una diferencia de 36 años, pero compartíamos mucha historia común y nos conectaba el hecho de ser artistas.
P. Ha hecho películas sobre la familia, su abuelo, su padre, su insomnio y ahora sobre la pérdida de memoria de su primo. ¿Está cerrando un círculo?
R. No, no sé nunca qué es lo que voy a hacer después. Cuando acabé Intimate Stranges, sobre mi abuelo, no sabía que el siguiente iba a ser sobre mi padre. Hubo quien me dijo que estaba haciendo una trilogía, luego un cuarteto, luego un quinteto y así sucesivamente. No estoy cerrando ningún circulo, es un proyecto de vida y acabaré de hacer películas cuando muera.
No sé qué trataré en la próxima película, seguramente de algún asunto que me preocupe, pero no filmo como si fuera una cocina con varios fuegos en los que simultaneas varios trabajos. No empiezo un proyecto hasta que no tengo terminado el anterior. Estoy aprendiendo de cada película e incluso venir aquí a enseñarla me da ideas para crear.
P. Tiene un estilo de editar poco habitual en la época del dominio de lo digital, ¿defiende el estilo artesanal de montar?
R. No podría hacerlo de otra manera. Me gustar rodar y editar con las manos porque es una manera de conectar una cosa y la otra. Quiero contar historias a través del montaje, cada corte de mis películas tiene una razón. Veo las cintas todos los días y hago cambios constantemente. Cada filme es diferente, pero hay algunos que me ha costado años editar.
Babelia
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