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Haneke: “Mozart te condena al fracaso. La cuestión es a qué nivel”

El cineasta recibe la medalla de oro del Círculo de Bellas Artes cuatro días antes del estreno de 'Così fan tutte' en el Real y de los Oscar, donde acude con cinco nominaciones

Daniel Verdú
Michael Haneke recibe la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes.
Michael Haneke recibe la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes.Luis Sevillano

Pese a moverse en los márgenes de todo, es impresionante la idolatría que despierta Michael Haneke en todo tipo de gente. Estudiantes, periodistas, curiosos… todos aguardaban su llegada esta mañana al Círculo de Bellas Artes, donde se le ha impuesto la medalla de oro de la institución. Todo ello cuatro días antes de que suba el telón de su visión de la obra de Mozart Così fan tutte en el Teatro Real. Un estreno que se perderá. Porque ese día estará volando hacia Los Ángeles para asistir a la ceremonia de los Oscar, donde espera recibir alguna de las cinco estatuillas a las que Amor, su última película, ha sido nominada. Así que ayer aprovechó para dar una rueda de prensa y sortear las preguntas de los periodistas. Como ya hizo en la entrevista que concedió a este periódico (la única en España), de su montaje, como ya explicó en este periódico (en la única entrevista que dará en España), no contestó a una sola pregunta.

Acompañado del director artístico del Teatro Real, Gerard Mortier, asistió estupefacto a la expectación que levantaba la que iba a ser su primera y última comparecencia pública. “La mayor parte de los directores no se sienten muy bien delante de la cámara”, deslizó a la primera pregunta. El belga le preparó un poco el terreno y dio algún detalle de la producción, de la que destacó, entre otras cosas, la juventud del reparto. “Debían tener entre 16 y 20 años. Pero al mismo tiempo tienen que poder cantar arias de una dificultad extrema. Lo primero que hicimos con Haneke fueron audiciones que nos llevaron muchas horas trabajo. Muchas veces, hoy lo puedo decir, estuve desesperado pensando que nunca tendríamos seis cantantes. Hoy puedo decir que tenemos un reparto extraordinario”.

Alguien ha querido saber qué pensaba de la politizada ceremonia de los Goya. Obviamente no ha entrado a ese trapo (es posible que ni siquiera supiera de que le hablaban). "No estoy en condiciones de hacer comentarios sobre la realidad política en un país donde estoy invitado". Entre el resto de escuetas respuestas, Haneke ha definido su lenguaje como “una reacción al mainstream”, algo que todavía hace más incomprensible el fenómeno fan que genera su presencia. Ha vinculado el cine y la ópera a través de la utilización del ritmo. “Pero no se deben comparar las dos cosas. El cine quizá puede tener algunas propiedades más que la ópera. A nivel acústico, la ópera tiene ventaja. El cine, las tiene en la forma de mostrar la realidad”. Devoto absoluto de la clásica, insistió también en su rechazo a la música de acompañamiento en el cine, aquella que no proviene de una fuente sonora que aparezca en la imagen. “Una cosa que odio es la música de fondo de la película para esconder debilidades del guión. Poner música ya existente funciona como una cita o referencia dentro de la película”.

Così fan tutte será su última ópera. "En principio". Y pese a que está contento con el resultado, admite que tratándose del compositor austriaco todo es muy relativo en lo que concierne al éxito. “Intento elegir óperas que creo que puedo hacer bien. Pero en las grandes obras de Mozart estás condenado a fracasar, solo es cuestión de saber a qué nivel”. El conflicto doméstico que viven sus protagonistas (tan del gusto del director austriaco) y la atemporalidad de esta obra fueron otro de los motivos por los que aceptó dirigirla. Su ideario lo exige de forma clara: si no se puede traer a nuestros días, no le interesa. “El historicismo puro es una ilusión. Uno no sabe exactamente cómo era la ópera a finales del siglo XVIII. Solo hay documentos visuales de los últimos 70 o 80 años. Es un deber poder traer al presente la obra. A veces cuando alguien habla de una interpretación auténtica solo está refiriéndose a la que ellos vieron de niños”, sostiene.

Y para sus películas, ¿por qué elige un tema u otro? “Suelo empezar con cosas que me molestan. Entonces comienzo a pensar sobre ello y nace alguna historia”. Pero siempre debe experimentar placer con ello. “Si algo me entusiasma, no necesito más motivaciones. Si no sería una tortura. Ese placer es lo más importante. Es la gran ventaja de los artistas, que podemos hacer lo que nos gusta y nos pagan por ello”. Y en todo caso, y pese a la dureza de la narración, asegura que no es su intención provocar el sufrimiento. "No realizo películas para hacer sufrir a los espectadores. Si alguien lo pasa mal tendrá sus razones". Y no ocultó tampoco su ilusión por todos los oscars a los que ha sido nominada Amor, su último trabajo en el cine. “Todos”, soltó cruzando los dedos en alto.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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