“He buscado la celebración sexual”
El cineasta ha dejado atrás los géneros más sombríos para zambullirse en una comedia alocada y disparatada, con una clara necesidad de comprobar que su capacidad para la risa seguía intacta
Nació como cineasta para la comedia y es un género en el que siempre se ha sentido a gusto. Su propia vida, los años, le han ido arrastrando por otros caminos, más y más sombríos. Hacía tiempo que Pedro Almodóvar necesitaba refrescarse y aligerarse, comprobar que no había perdido la capacidad para el humor y la risa. Pues aquí está. Con Los amantes pasajeros vuelve a la comedia más pura, sin esa mezcla de géneros que ha sido marca de la casa desde siempre y de la que ya nadie, ni los anglosajones, se sorprenden. Su última incursión fue hace 25 años con Mujeres al borde de un ataque de nervios. “El humor ha estado siempre muy presente en mis películas, incluso en títulos como La flor de mi secreto, una historia trágica, de desesperación y dolor, excepto en la última La piel que habito”. Se ha remontado así al espíritu de los ochenta y, aunque ha tratado de huir deliberadamente de la realidad, hay momentos en que esa realidad, machacona, se ha colado por las rendijas. “Tengo 30 años más que entonces y eso debe de notarse como cineasta y como persona”.
Los amantes pasajeros, una película coral con tres maestros de ceremonia —Carlos Areces, Javier Cámara y Raúl Arévalo— rodeados de un suculento plantel como Antonio de la Torre, Cecilia Roth, Lola Dueñas, Hugo Silva, Miguel Ángel Silvestre, Guillermo Toledo, Blanca Suárez y José María Yazpik, se desarrolla sobre el cielo de Toledo, en la cabina de un avión, cuando un grupo de personajes variopintos viven una situación de riesgo en un viaje a México DF. Esa indefensión ante la idea de la muerte en un sitio cerrado —el 80% del filme está rodado en decorado interior— provoca una catarsis compartida entre pasajeros y tripulación, llena de tensiones y de disparates.
Me he encontrado igual de ligero en cuanto a la comedia y el humor que hace 30 años
“La comedia es un género más frágil que otros. A mí como director me demanda mucha más precisión que si me enfrento a un drama tórrido. Necesitaba sobre todo un guion muy férreo porque, aunque parezca que todo es posible y más en una comedia disparatada y desaforada como esta, la realidad es que no cabe todo”, asegura satisfecho el realizador de algunos de los títulos más impactantes de la cinematografía española. Tiene 63 años y Los amantes pasajeros es, sin duda, su película más alocada. “Me ha divertido mucho el hecho de comprobar que funcionaba igual que antes. Me he encontrado igual de ligero en cuanto a la comedia y el humor que hace 30 años. No he tenido la sensación de que había pasado el tiempo, excepto en una cosa. Si hubiera sido más joven, hubiera dejado más cosas y ahora he ido puliendo todo, con la obsesión de que la película fuera corta, de que no superara los 90 minutos. No he cedido al deseo de los actores que querían que dejáramos todo. Los años te hacen perder cosas físicamente, pero he comprobado que mi capacidad para improvisar y crear humor eran idénticas a como funcionaba yo en los años ochenta. Me ha resultado agradable reencontrarme en ese terreno”.
Sexo y muerte. Un cóctel explosivo y más en una estrecha cabina de avión. Alguien que es virgen, pero quiere a toda cosa dejar de serlo; unos novios en su noche de bodas; una pareja gay; otro que desea irresistiblemente a un hombre que no le corresponde, pero se imagina el sexo con él, y también otro que busca nuevas sensaciones. “En medio del miedo y la incertidumbre y la muerte, he buscado la celebración física, sexual. Mi intención ha sido: ‘Chicos, aquí, con estos cuerpos nadie nos puede quitar el placer’, y, así, la película es toda una celebración erótica, de los sentidos. No es una celebración romántica, de amor, sino del placer sexual como uno de los grandes regalos que nos ha hecho la naturaleza”.
No he cedido al deseo de los actores que querían que dejáramos todo
Los amantes pasajeros es, sin duda, la película más coral de Almodóvar —“me he sentido cómodo, pero esto se lo tengo que agradecer a los actores porque lo peor para ellos en un trabajo tan coral es que tienen que estar siempre ahí casi como si formaran parte a veces de un decorado”—, un director que no se conforma con los actores ya conocidos, sino que intenta descubrir siempre nuevos rostros. “No se trata tan solo de descubrir, sino de trabajar con gente nueva. Es muy excitante y me enriquece mucho. Me gustaría volver a repetir con todos ellos y seguro que lo haré. Siempre es estimulante la novedad. Te enteras de muchas cosas y más yo que vivo tan aislado. Entro de inmediato en esos universos tan diferentes a mí”.
Unos actores dotados para la comedia. Que no todos lo están. Que no todos sirven para este género. Se nace con el don, defiende el director. “El tono de la comedia no lo puedes enseñar ni aprender. Tampoco dirigir. He intentado imponerlo a veces, pero es inútil, he renunciado. La comedia depende más que ningún otro género de los actores, pero afortunadamente he tenido un plantel del que me siento muy afortunado. No tiene nada que ver con el sentido del humor. Puedes no tener sentido del humor y ser un gran intérprete de comedia. Tampoco depende de la ideología. Lo que sí tienes que ser es moderno. En España tenemos la suerte de una gran tradición de cómicos. Tiene mucho que ver con el Mediterráneo, porque en Italia pasa lo mismo”.
Mi intención ha sido: ‘Chicos, aquí, con estos cuerpos nadie nos puede quitar el placer’
Comedia coral y también moral, defiende su realizador. “Es moral, pero sin juzgar a los personajes. Está claro que cambian al averiguar cosas de sí mismos y se plantean el presente de un modo diferente si no hubieran vivido esa situación dramática en ese vuelo. Salen con menos capacidad de mentirse a uno mismo y también a los demás”. Pero también con toques de trágica, desgraciada y turbulenta realidad. Una realidad que se ha colado por una rendijilla y que habla de estafadores, banqueros sin escrúpulos, aeropuertos ostentosos sin aviones ni pasajeros. “De estafas y corrupciones empezamos a saber mucho en este país. Algunos de estos personajes evidentemente están claramente inspirados en la realidad, pero hace tres años cuando terminamos el guion no había aparecido, por ejemplo, todo el escándalo de Bankia, aunque ya sabíamos suficiente de lo que estaba pasando en las cajas”. Por eso, Almodóvar cree que Los amantes pasajeros ha ganado en metáfora desde que finalizó el rodaje. “Es un poco pretencioso decirlo, pero creo que la película es mejor ahora por todo lo que nos rodea. Ahora tiene más lecturas que cuando la rodamos, cosas que evidentemente no estaban en mi cabeza porque no estaban ocurriendo y son todas estas cosas que estamos viviendo en las tres últimas semanas”.
Comedia, actores nuevos, estreno con cámaras digitales. No aburrimiento, pero sí cambio. “Hay ciclos que cumplen y yo estaba cumpliendo uno. Necesitaba algo más ligero”. Y tras estas palabras, se marcha a su clase semanal de yoga.
Los amantes pasajeros. Director: Pedro Almodóvar. Intérpretes: Javier Cámara, Raúl Arévalo, Carlos Areces, Antonio de la Torre, Cecilia Roth, Lola Dueñas, Hugo Silva, Miguel Ángel Silvestre. Estreno en España el 8 de marzo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.