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'IN MEMORIAM'
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Butch Morris, mucho más que un músico de jazz

Era un iconoclasta, artista y músico con mayúsculas. Un cornetista virtuoso, músico, director de orquesta y compositor.

El músico de jazz y artista Butch Morris.
El músico de jazz y artista Butch Morris.

Con Lawrence D. Butch Morris se fue un iconoclasta, artista y músico con mayúsculas. Un cornetista virtuoso, músico, director de orquesta y compositor. También un amigo con el que trabajé, reí, paseé y descubrí el village. ¡Y qué vacío está el village sin Butch!

Todos, sus amigos y seres queridos, estamos intentando sanar la herida que nos ha dejado su fallecimiento, el pasado 29 de enero, a los 65 años. No hay lugar donde encontrar su luz y su gracia, su encanto, su swing y sus fabulosas bufandas. Butch, el hombre solitario, rodeado de amor, pero siempre queriendo hacer las cosas a su manera, solo. Era un visionario, Butch Morris, la lengua madre de la música, un tesoro americano. El tipo de artista que nadie puede encasillar, ni definir. Como Beethoven o Charlie Parker era presente y pasado y futuro todo en uno: un bardo.

Su visión vanguardista logró llevar el jazz, estancado durante décadas, a un estadio superior. Han corrido ríos de tinta sobre su calidad como cornetista, su relación con el Big Band y David Murray, entre otros, y su revolucionaria concepción de la dirección de orquestas en un género como el jazz. Dirigía la improvisación, se trataba de hacer música, no de interpretarla, como a él le gustaba decir.

La experiencia diaria de vivir y participar en una comunidad era especialmente importante para él. El east village estaba en el corazón de su música. Su intelecto y capacidad de concentración eran cercanas al poder de un mago, capaz de penetrar todas las capas del conocimiento humano. Los títulos de algunas de sus obras hablan de ello: Long Goodbye, Homeing, Holy Sea, Dust to Dust.

Butch tenía demasiado genio para quedar encasillado. Su trabajo no quedó circunscrito al ámbito de la música. Se aventuró a colaborar con artistas visuales como Penk, Immendorf, Lupertz o Alison Saar, entre muchos otros. Juntos trabajamos en una exposición que me dedicaron en el IVAM y el Patio Herreriano en Valladolid. Butch compuso entonces la pieza sonora Bring Light, para la instalación CHANT, un memorial dedicado al 11-S. Morris también trabajó con la compañía de danza de Alvin Ailey y compuso la música para la película L’amour Cache de Alessandro Capone.

En España colaboró con el taller de la Escuela de Música de Barcelona, en el teatro Principal de Sevilla y en La Casa Encendida en Madrid como director invitado con la orquesta Foco. Ahora todos escriben sobre él aquí, en su querida América. Su devoción a sus amigos y el respeto por los músicos eran dos de sus muchas virtudes.

Trabajo, trabajo y trabajo: hablar de trabajo era realmente la manera de engancharle. Amor, con mayúsculas, es como pienso en mi querido vecino. Amor por su trabajo y por la dirección, en particular. Lo mejor para Butch después de dirigir era dirigir más, como le pasaba a Ella Fritzgerald con su canto. Pero había otro gran amor en su vida y era su hijo Alexander.

Aprendí mucho de él, compartí muchos momentos maravillosos, hicimos trabajo juntos y me hizo muchos regalos, incluido un diccionario de jerga para mejorar mi inglés. Pero lo más preciado para mí fue su profunda honestidad, su ingenio, su generosidad, su orgullo en alcanzar la perfección y su visión para seguir adelante pasara lo que pasara. La persistencia.

Todo está bien, de verdad.

Elena del Rivero es artista.

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