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Color y dolor en Etiopía

El fotógrafo Ángel Gracia muestra su trabajo sobre el país africano Imágenes de gran formato muestran las costumbres de sus grupos étnicos

Una de las imágenes expuestas en el Museo Nacional de Antropología: 'Mujer hamer en el ritual Ukuli Bula'.
Una de las imágenes expuestas en el Museo Nacional de Antropología: 'Mujer hamer en el ritual Ukuli Bula'.EL PAÍS

Etiopía (antes Abisinia) es el tercer país más poblado de África y uno de los que ha visto menos agredidas sus señas de identidad. En la región del sudeste, de manera casi milagrosa, sobreviven nada menos que ochenta grupos étnicos que mantienen su propia lengua, cultura y organización socioeconómica y entre ellos se encuentran las minorías de los dassanech, dorze, hamer, karo, konso, mursi y de los tsamay. Mujeres, hombres y niños siguen utilizando su propio cuerpo como lienzos reivindicativos de esas señas de identidad que se resisten a desaparecer. El fotógrafo segoviano Ángel Gracia viajó a el país en 2009 para dar fe con su cámara de esa supervivencia exceptional; un trabajo que hasta el 31 de marzo se puede ver en el Museo Nacional de Antropología.

Dividida en dos salas, la exposición está formada por fotografías en color de gran formato. Con predominio de primeros planos, sobrecogen las imágenes en las que las mujeres presumen de las escarificaciones (cortaduras o incisiones) a las que ha sido sometida su espalda como prueba de amor y fidelidad. Son también símbolos de elegancia, fortaleza y valor. Abundan también los retratos con hombres o mujeres con impresionantes deformaciones labiales con las que muestran su prestigio ante el grupo.

Los hombres tienden más a decorar sus cuerpos con pinturas blancas que no solo les embellecen sino que además les protegen contra las picaduras de animales gracias a la mezcla de pigmentos naturales con el orín de los animales.

La serie de fotografías documentales de Ángel Gracia muestran como todos estos grupos reutilizan los nuevos materiales de productos envasados (chapas, tiras de plástico, tiras de hojalata ) para adornar sus cabezas y sus cuerpos. Es una curiosa reutilización de los residuos de hoy para mantener costumbres iniciadas hace cuatro millones de años en un área que la propia UNESCO declaró como patrimonio de la humanidad en 1980.

 

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