Entre héroes y traidores
Anna Funder disecciona en 'Todo lo que soy' el dilema humano durante el nazismo La autora australiana rinde homenaje a quienes vislumbraron el peligro de Hitler
En todas las personas puede esconderse un héroe en potencia. Y un traidor también. Pero hasta no estar en una encrucijada que desemboca en un camino que se bifurca nadie sabe realmente qué ruta tomará. En la Alemania nazi afloraron unos y otros, héroes y traidores, senderos bifurcados que llevaron a muchos de ellos a diferentes partes del mundo. Incluida la Melbourne australiana donde vivió una temporada Ruth Blatt. Su historia es la que cobra vida en la exploración literaria que hace Anna Funder (1966) en Todo lo que soy (Lumen), su exitoso debut novelístico que le ha dado varios premios, entre ellos Mejor Libro de Australia 2012.
La novela se plantea todo eso, cuenta Funder: “Lo difícil que es saber cómo reaccionaría una persona ante situaciones difíciles. Tomar decisiones y optar por cuestiones que nunca antes se había planteado y que en teoría son una cosa pero que son las circunstancias particulares las que definen la última palabra”. No es fácil, insiste pensativa la escritora australiana en el consulado de su país en Nueva York.
Ella conoció de primera mano la historia de Ruth Blatt, quien fuera su profesora de alemán y luego amiga. Ella fue quien le contó cómo algunas personas vislumbraron el desastre con la llegada de Adolf Hitler al poder de Alemania en 1933 y trataron de advertir del peligro, pero esa misma amenaza los llevó a refugiarse en Londres desde donde intentaron hacer resistencia en secreto. Pero hasta allí los alcanzó el peligro. Una traición dinamitó la unidad y las intenciones y Ruth terminó en la cárcel.
Sobre esos pliegues de los valores, emociones, sentimientos, ideales, sacrificios y cuestiones éticas basadas en hechos reales, con la voz de Ruth Blatt de fondo, levanta Anna Funder sus 473 páginas. La vulnerabilidad de los pilares sobre los que se levantan los principios. La fragilidad de las lealtades cuya rotura resonará toda la vida. “Mi ironía defensiva, mi caparazón de mordacidad ganado a pulso no son nada. Me duele pensar en mi vulnerabilidad de otros tiempos”, recuerda la narradora de la novela cuando empieza su periplo por el pasado.
Varios años le llevó a Funder crear esta novela. Aunque ya tenía experiencia en sumergirse en temas históricos alemanes. Su anterior libro fue Stasiland. Historias tras el muro de Berlín (Roca) donde analizó los métodos de control de la República Democrática Alemana sobre sus ciudadanos. Del horror a que puede conducir un sistema como ese a través de una agencia como la Stasi tan potente que superó numéricamente al propio ejército. La historia de Ruth y otros personajes que aparecen en Todo lo que soy, asegura Funder, “se produce en cualquier parte donde hay conflictos políticos extremos, como en la misma España de Franco. Son ejemplos de la representación de los riesgos y las decisiones humanas que trae unión y desunión”. Aspectos que Funder conoce muy bien, más allá de sus investigaciones sobre el nazismo y la Alemania de la Stasi, porque es abogada especializada en asuntos internacionales y sabe del duelo constante entre el corazón, la razón y las ambiciones.
Tras un periodo largo aferrada a la verdad rigurosa y terrenal, Funder dice que la clave de su paso a la ficción está en que siempre tuvo claro hacer creíble la historia de Ruth. “Quise exagerar un poco sin perder credibilidad, escribir algo verosímil y llevar a los lectores a ser testigos de la época”.
El resultado es Todo lo que soy, la verdad tocada de ficción y casualidades verídicas que retratan la realidad. Detrás de la escritora hay narradores de referencia como Leon Tolstoi y George Orwell o contemporáneos como Richard Ford, Alice Munro y W. G. Sebald. En cuanto a los ensayistas, ella menciona a Victor Klemperer, Josep Roth y Walter Benjamin y los cuadros de George Grosz.
Conocedora a fondo del pasado reciente más crítico de la humanidad y del presente laberíntico en diferentes puntos del planeta, Anna Funder, no cree posible que el mundo vuelva a vivir un periodo parecido al del nazismo. “El siglo XX fue el siglo de la explosión de las ideas, hoy no es así. Hoy en día el ciberespacio y las redes sociales divulgan múltiples ideas y la gente tiene acceso a más información y a contrastar lo que se dice. El mundo ha adquirido más conocimiento y sabiduría”. Pero sobre la actualidad ensombrecida por la crisis y la floración de héroes y traidores titubea: “Llevo nueve meses en Estados Unidos y veo cosas en Europa, y se dice que la democracia ha fallado, pero no es así. No sé qué ha fallado, no soy economista, no sé por qué estamos así, y la verdad es que no sé qué ha fallado en esta democracia”.
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