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Paul Thomas Anderson: “La Cienciología no es una secta, sino una religión nueva”

El penúltimo genio del cine americano bucea ahora en la fundación de la Iglesia de la cienciología con 'The master'

El cineasta Paul Thomas Anderson, retratado en septiembre en el festival de Toronto.
El cineasta Paul Thomas Anderson, retratado en septiembre en el festival de Toronto.Matt Carr (AFP)

El talento de Paul Thomas Anderson (Studio City, California, 1970) es una de las nuevas verdades universales que nadie discute. Tras debutar en 1996 con Hard eight (Sidney) y entregar Boogie nights un año después -un homenaje a su infancia en San Fernando Valley, el imperio del cine porno-, y crear escuela con su endemoniada forma de escribir, rodar y hacer brillar a los actores en Magnolia (1999), Embriagado de amor (2002) y Pozos de ambición (2007), el penúltimo genio del cine americano bucea ahora en la fundación de la Iglesia de la Cienciología con The master.

Anderson asombra otra vez al narrar en unos primeros 45 minutos de frenética elegancia el salto a la modernidad que vivió Estados Unidos en 1950, y luego baja el ritmo para contar el nacimiento de una nueva religión a través de un cara a cara entre dos monstruos del arte de interpretar: un Joaquin Phoenix que borda el papel de Freddie Quell, un sociópata borrachuzo y vulnerable veterano de la II Guerra Mundial, y un Philip Seymour Hoffman arrollador, que da vida al carismático predicador y psicoanalista Lancaster Dodd, personaje inspirado en el creador de la Cienciología, L. Ron Hubbard.

El cineasta —enjuto y simpático— atiende a EL PAÍS en un hotel de París. Fumando, bromeando y a la defensiva, muestra su respeto por la religión que seduce a las estrellas de Hollywood y se muestra compasivo y evasivo a partes iguales en cuestiones de fe, aunque la película se puede ver como una crítica de los líderes que prometen el cielo y solo ofrecen infiernos.

Pregunta. The master arranca en un periodo histórico que Europa parece estar viviendo de nuevo. Miseria, hambre, paro, extremismos… ¿En Estados Unidos tienen también la sensación de ir hacia atrás?

Respuesta. No me gusta hablar de política... Una vuelta del fascismo es imposible, aunque cuando ves cosas como las que pasan en Rusia da miedo.

P. El Tea Party tampoco se queda corto.

R. Sí, pero es menos poderoso de lo que parece. Obama ha sido reelegido, y yo soy optimista y tengo esperanza en el futuro. Cuando acabó la era de Bush pocos esperaban que Obama ganara, pero al final va a estar ocho años en el poder.

P.¿Ha recibido presiones de la Cienciología?

R. No. Ninguna. Vivo en un país donde se pueden contar las cosas, donde puedes contar las historias que quieras. Y por cierto, eso es lo mejor que tiene.

P. ¿Quiso contar la fundación real de la Cienciología?

R. Es la parte de atrás de la historia. Hice lo mismo con la pornografía en Boogie nights. Dijeron “va a hacer una película porno”, pero cuando la vieron entendieron que no era cine porno. Lo mismo con el petróleo en Pozos de ambición, tampoco era un documental. Parece inevitable que la gente espere que haga una especie de documental. Si quieres aprender sobre un tema ve un documental. Yo hago ficción.

P. Pero Dodd, el Maestro, es el fundador de la Cienciología.

R. Sí, aunque tiene cosas inventadas. No soy un escritor tan bueno como para crear de la nada. Necesito robar, coleccionar piezas para juntarlas; robo de mí mismo, de cosas que me cuenta un amigo, de lo que leo, de figuras históricas… En este caso el personaje es el principio de todo. Es una figura muy polémica, la gente siente mucha curiosidad y lo entiendo. Es una historia única en nuestro tiempo, o al menos en la historia reciente: asistir a la creación de una religión. Un tipo creando una religión: ¡es una gran historia!

P. A sus amigos de la Cienciología, como Tom Cruise, ¿les gustó la película?

R. Sí, pero eso es una cosa que queda entre nosotros, es personal, no quiero hablar de eso.

P. ¿Y ha habido reacciones de los cienciólogos?

R. No. No he oído nada.

P. ¿Le importa?

R. Sí, espero que les haya gustado. Cuando haces una película te metes en una situación absurda: crees que a todo el mundo le va a gustar. Te sientes un psicópata, pero es la única forma de hacer cine; te engañas para bien.

P. La película arranca a toda mecha y luego baja el ritmo. ¿Es deliberado?

R. Sí, al principio hay muchas cosas que contar: el final de la guerra, la vuelta de Freddie, su encuentro con el Maestro… Después la relación entre los dos se asienta durante mucho tiempo. A mí me gusta ese cambio, pero algunos protestan.

P. Quizá porque Magnolia era una apoteosis permanente…

R. Creo que la historia exige esa segunda parte más reposada. Es un cara a cara y, más importante, una relación íntima. No hay un final grandilocuente porque la dinámica entre los dos, como pasa con las relaciones forzadas, se va desvaneciendo poco a poco, sin grandes aspavientos.

P. ¿La Cienciología es una secta?

R. ¿Cuál es la diferencia entre una secta y una religión?

P. ¿Sabe que en Italia les condenaron por secta? El Vaticano presionaría, imagino.

R. ¡Claro, se hacen la competencia! Lo que no sé es por qué no persiguen al Vaticano.

P. Bueno, hay algunas denuncias por pederastia…

R. ¿Realmente las hay? La idea de que la Cienciología es una secta es ridícula, lo que pasa es que es una religión más nueva, más joven, y la gente piensa que se la puede criticar más fácilmente, lo que es injusto. Yo la defiendo hasta un punto: creo que su sistema de creencias es tan válido y racional como cualquiera otro.

P. ¿Racional o irracional?

R. Eso lo dice usted, yo no, porque no sé si lo es. Usted tampoco, ninguno lo sabemos. Si alguien sabe lo que pasa realmente después de la muerte, me encantaría oírlo. Pero ni por un segundo digo que sea algo irracional. ¿Quiénes somos para decirlo?

P. ¿La superstición, lo sobrenatural y la charlatanería forman parte de las religiones?

R. Puede ser. Pero también nos ayudan a navegar la vida, como las películas, los libros y la música. Así que no tengo ningún problema con eso.

P. El Maestro promete la felicidad aunque ofrece esclavitud. ¿No es un charlatán?

R. Nunca pensé en él como un charlatán sino como un tipo lleno de sí mismo, muy egoísta, pero a la vez como un hombre que se dedica increíblemente a ayudar. La forma en que trata a Freddie es muy amable y generosa. En el fondo no es tan egoísta.

P. Y a su esposa, tan parecida a Lady Macbeth, ¿también la comprende?

R. Sus objetivos son diferentes, ella está más orientada al negocio que él; él tiene un tipo de personalidad más creativa.

P. ¿Es más falsa?

R. No. Es genuina porque es fiel a sí misma. Encuentro demasiado simple esa definición. Yo soy real y usted falso… ¡No!

P. Le interesa más el dinero que la fe…

R. Su camino de perfección es honesto. Y al mismo tiempo es avara. Es complicado…

P. ¿Le preocupaba hablar sobre la integración de las almas salvajes?

R. La cuestión es ver qué pasa cuando mandas a alguien a la guerra y le pides que se comporte como un bestia en nombre de la libertad, y luego ese tipo vuelve a casa y sigue comportándose igual. Es como enseñar a un perro a atacar al que se acerca, y esperar que cuando un amigo viene a casa se siente en su regazo.

P. Aquí narra otro pedazo de historia del país, la dura llegada de la modernidad.

R. Es la resaca de la guerra, la resaca de la gran carnicería. La gente trataba de ser feliz y optimista, pero no lo conseguía.

P. Si la Historia es una sucesión de carnicerías y resacas, ¿dónde estamos ahora?

R. Parecería que son las tres y media de la mañana y buscamos un vaso de agua antes de acostarnos para no tener resaca.

P. En esta guerra o posguerra financiera no caen bombas, pero hay víctimas…

R. Es un mundo nuevo, las guerras son ciberespaciales y se hacen por ordenador. Los niños ya no se pelean en los colegios, se pelean en las redes sociales.

P. ¿Usa mucho Internet?

R. Sí, me ayuda mucho a investigar, a jugar, a ver porno...

P. ¿Todavía le da al porno?

R. Todo el tiempo, bueno, ahora menos: tengo tres niños...

P. Tiene una varita mágica para los actores. Joaquin Phoenix ha resucitado.

R. Adoro trabajar con actores; cuando recuerdo las películas que me gustan me acuerdo de las interpretaciones, y cuando escribo el guion pienso en los actores, en la gente, no pienso en las tomas o en el trabajo técnico.

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