El primer soñador del cine español
Segundo de Chomón fue el Georges Méliès español. Uno de los grandes pioneros del cine mudo
Segundo de Chomón fue el Georges Méliès español. Uno de los grandes pioneros del cine mudo. Como el mago francés, el cineasta aragonés fue un intrépido explorador que se adentró en un desconocido mundo de imágenes que comenzaba a abrirse ante sus ojos. Unos nuevos horizontes que, además, él mismo podía crear y modificar a su antojo. Y así, gracias a su imaginación, fue ideando cientos de historias en las que los objetos cobraban vida y se movían a sus anchas, y en las que las personas aparecían, desaparecían, se multiplicaban o se transformaban.
La semana que viene TCM Autor estrena algunos de los mejores cortometrajes de este director, como Los héroes del sitio de Zaragoza, Una barba rebelde, La caverna de la bruja o Buceador fantástico. Pequeñas películas llenas de fantasía y originalidad que aún sirven de ejemplo y de inspiración para los cineastas modernos. Su obra más conocida es, sin duda, El hotel eléctrico, la historia de un matrimonio que llega a un hotel en el que el personal ha sido sustituido por la electricidad. Las maletas se trasladan solas a la habitación; la ropa se va colocando por sí misma en el armario y un cepillo animado limpia las botas de un caballero.
Segundo de Chomón nació en Teruel en 1871 y comenzó su carrera en un taller de Barcelona en el que coloreaba películas a mano, fotograma a fotograma. También construía maquetas para combinarlas con las imágenes reales, o transparencias que servían como fondos. A él se atribuye la invención de los primeros travelling, que logró uniendo dos patines y colocando encima una tabla sobre la que apoyaba la cámara.
Posteriormente se trasladó a Francia contratado por la compañía Pathé para rodar lo que se conocía como fantasmagorías, películas fantásticas en la que aparecían seres sobrenaturales. Una de sus especialidades era el género de viajes imaginarios, como Viaje al fondo de la Tierra, Nuevo viaje a la Luna o Viaje a Júpiter.
También trabajó en Italia como operador de cámara y técnico de efectos especiales. Con Abel Gance, uno de los grandes cineastas franceses, colaboró en una de las superproducciones de la época: Napoleón. Suyo era, por ejemplo, el aplaudido efecto final en el que un águila sobrevolaba la marcha del ejército galo.
Segundo de Chomón murió en 1929 como consecuencia de una enfermedad contraída en Marruecos mientras ensayaba el uso del color en un documental. En su honor, la Academia del Cine español concede todos los años un premio que lleva su nombre y que reconoce a todos aquellos profesionales que aportan nuevos inventos que redundan en beneficio de la industria cinematográfica.
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