Fernando Savater, premio de Poesía y Ensayo Octavio Paz
El pensador y escritor ha sido reconocido con el galardón por su "trayectoria intelectual y cívica"
Hace años, un desconocido filósofo recibió una carta de agradecimiento de un conocido escritor. El filósofo se llamaba Fernando Savater. El escritor, Octavio Paz. Ayer se estrechó el vínculo. La Fundación Amigos de Octavio Paz, que preside la viuda del mexicano, distinguió “tanto por su extraordinaria variedad como por la forma en que se ha dedicado a defender vigorosamente el papel de la decisión ética en la vida privada y en la plaza pública” a Savater con el Premio de Poesía y Ensayo Octavio Paz. “Uno ya va teniendo una edad en la que le gusta el reconocimiento de que no lo ha hecho mal”, manifestó con franqueza el filósofo.
Según el jurado, integrado por Enrique Krauze, Hugo Hiriart, Christopher Domínguez Michael, Ida Vitale y Aurelio Asiain, el autor “ha hecho de la filosofía una meditación cotidiana, incisiva, amable, puesta al servicio de los lectores a través del artículo periodístico y del ensayo breve, géneros en los cuales es un maestro”. Savater, fundador de la revista Claves de razón práctica, es colaborador habitual de EL PAIS y de las publicaciones Letras libres y Vuelta.
Paradójicamente recibe el galardón cuando ha tomado la determinación de despedirse de la no-ficción. “Seguiré escribiendo artículos y ensayos cortos, pero a partir de ahora prefiero dedicarme a la ficción”, contaba desde Roma ayer el autor de Ética para Amador, uno de los libros de filosofía más populares en países de lengua española. Y no le va mal en la ficción. Este año recibió el premio Primavera por la novela Los invitados de la princesa, una sátira repleta de desenfadados guiños filosóficos. No fue su primera gran distinción: en 2008 ganó el Planeta con la obra La hermandad de la buena suerte.
Fernando Savater (San Sebastián, 1947) mantuvo una estrecha relación con Octavio Paz a raíz de aquella carta que le remitió el mexicano y que le empujó a las letras: “Tendría 24 o 25 años, había publicado mi segundo libro y un día recibí una carta de Octavio Paz donde me agradecía lo que había escrito sobre su ensayo El arco y la lira y me animaba a escribir. Fue extraordinario. Fui a verle la primera vez que viajé a México y ya nos hicimos amigos hasta su muerte”.
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