Claude Pinoteau, director descubridor de Adjani y Marceau
El cineasta francés dio las primeras oportunidades a ambas actrices
Puede que no gustara como director a algunos críticos. Pero Claude Pinoteau tenía un ojo indudable para las actrices, porque ser el descubridor de Isabelle Adjani y de Sophie Marceau es de un mérito indudable; encima Pinoteau nunca se casó con ellas —al contrario que otros cineastas conocidos por su olfato en el campo femenino—. Pinoteau falleció el pasado viernes 5 de octubre a los 87 años cerca de París víctima de un cáncer, según un anuncio de su agente.
Nacido en 1925 en Boulogne-Billancourt, cerca también de París, Pinoteau empezó su carrera como ayudante de dirección en 1948. Aunque su familia no era de artistas —el padre era mayordomo—, curiosamente sus hermanos mayores, Jacques y Arlette, también acabaron en el cine: Jacques fue director y Arlette Merry actriz. Ambos le sobreviven.
Para suerte de Claude Pinoteau, sus inicios como ayudante coincidieron con una generación fabulosa que le hizo trabajar en filmes fantásticos: con Jean Cocteau en Orfeo (1949), con Jean-Pierre Melville en Los niños terribles (1950), con Max Ophüls en Lola Montes (1960), con René Clair en Todo el oro del mundo (1961), con René Clément en El día y la hora (1962), con Philippe de Broca en Las tribulaciones de un chino en China (1965), con Henri Verneuil en La hora 25 (1966) y La batalla de San Sebastián (1967), y con Claude Lelouch en El canalla (1970), por escoger solo algunos de sus mejores trabajos.
Su obra comprende un corto, un documental para televisión y, entre medias, 11 largometrajes. En ese formato debutó como director en 1973 con El silencioso, con Lino Ventura, quien acabaría siendo su actor favorito. Al año siguiente repite con Ventura en La bofetada, y ahí aparece Isabelle Adjani en su primer gran papel, como hija de Ventura y de Anne Girardot. Tras Le grand escogriffe (1976), con Ives Montand, y Laberinto (1979), con Ventura y Angie Dickinson, y escrita por Jean-Claude Carrière, llegó otro de sus aciertos en 1980: contrató a Sophie Marceau, con solo 13 años, para La fiesta (La boum), que hablaba de la primera experiencia sentimental de una adolescente. El éxito obligó a una segunda parte, Quince años recién cumplidos (La boum 2) en 1982, y Marceau y Pinoteau aún repetirían una tercera vez en El estudiante (1988).
Entre medias hizo, de nuevo con Ventura, La séptima víctima (1984), y posteriormente llegarían La neige et le feu (1991) y Cache cash (1994), dando amplia muestra de su ductilidad para pasar del género negro al drama, la comedia o retratos románticos. Su último largometraje, Los méritos de Madame Curie (1997), una visión muy diferente a la oficialmente establecida de los descubrimientos del matrimonio Marie y Pierre Curie, que fueron interpretados por Isabelle Huppert y Charles Berling.
En 2005 volvió detrás de las cámaras para dirigir, esta vez para la televisión, Un abbé nommé Pierre, une vie pour les autresun, documental sobre el abad Pierre, el fundador de la asociación Emaús.
Babelia
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