Luce la lámpara que desaparece
Los materiales biodegradables cambian el rumbo del diseño de la iluminación
De icono visible a elemento evanescente. La decisión de elegir, precisamente, la emblemática lámpara Miss Sissi, que Philippe Starck diseñara en 1991, para convertirla en la primera luminaria biodegradable podría ser interpretada como un acto de autocrítica. O como una asunción de la transformación que sacude al sector de la iluminación
Ya no basta con el ahorro energético. Ya no es suficiente con transformar las fuentes de luz para conseguir una iluminación más sostenible. Se puede hacer más. La segunda generación al mando de Flos, la empresa italiana que produjo las míticas lámparas de Achille Castiglioni, está convencida de que la luz del futuro inmediato podrá, finalmente, hacerse invisible. Por eso su director, Piero Gandini, ha anunciado una “revolución total en la relación entre producción industrial y medio ambiente”.
Es cierto que la decisión de proponer un material, y no una forma, como novedad acredita la ambición y seriedad de esta nueva andadura de la empresa, una de las legendarias del diseño italiano, que este año cumple medio siglo. Pero también lo es que el camino emprendido para llegar a esta decisión, y a esta nueva forma de producir, demuestra que el buen diseño no es flor de un día ni cuestión de novedades. Algo más va a tener que cambiar.
El bioplástico PHa permite enterrar el policarbonato y trabajar con biopolímeros realizados a partir de residuos de remolacha azucarera y de caña de azúcar. Al tratarse de residuos, el nuevo material no afecta —como sucede con los biocombustibles— al ciclo alimentario. Pero lo que además singulariza este invento es que el nuevo polímero no requiere disolventes orgánicos para desaparecer, ya que es completamente biodegradable tanto en suelo como en agua.
Para Marco Astorri, el director ejecutivo de la firma italiana Bio-On, la colaboración entre investigación y diseño marca el principio de una nueva era. “La tecnología está disponible a nivel internacional y gracias a la gama de biopolímeros que hemos desarrollado es posible crear una amplia serie de objetos en todos los sectores donde actualmente se utiliza plástico”, ha declarado. Es cierto que la sustitución del plástico se ha realizado con éxito en numerosos objetos cotidianos —como las bolsas de supermercado realizadas ahora con féculas—, pero en el ámbito doméstico parece que también, finalmente, empieza la cuenta atrás.
El camino ha sido largo. Y esa podría ser la otra gran novedad para el mundo del diseño: en los productos con futuro se acabaron los plazos cortos. No en vano, aunque hace cinco años que Flos trabaja con la también italiana Bio-On para realizar estas lámparas, las nuevas luminarias, con formas del pasado, no llegarán al mercado hasta 2014. Esos nuevos plazos, dedicar siete años a pensar, probar, fabricar y comercializar un producto, separan el mundo del diseño del universo y los ciclos de producción industrial de la moda. Y lo acercan al ámbito de los inventos, la tecnología y lo necesario.
Babelia
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