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CONVERSACIONES BÁRBARAS | XAVIER SARDÁ

“Es mentira que la tele nos vuelva gilipollas, yo ya era gilipollas”

El presentador catalán no quiere que le recuerden más Crónicas Marcianas Dice que quiere ser el próximo Carlos Sobera

Daniel Verdú
Joan Sánchez

Llega en punto y va al grano: “Tengo 45 minutos”. Xavier Sardá (Barcelona, 1958) fue el dueño de la televisión en España durante ocho años. Le amaron todos y luego otros le odiaron. Brillante, simpático, culto… quizá justamente lo que no le perdonaban. Y muy divertido. Si a él le apetece, te partes de risa. De la etapa de Crónicas no le gusta hablar. Y te lo hace notar muy rápido. Aunque es complicado, claro: 1.300 programas, ocho años, audiencias de otra época… Pero está a otra cosa.

P. ¿A qué se dedica estos días?

R. Acabo de hacer un curso de patrón de yate. La navegación aérea y náutica son una tendencia a huir de los sitios. Y soy tertuliano: me quedo pasmado con la realidad y lo poco que pagan.

P. Igual antes le pagaban mucho. Quéjese a Julia Otero.

R. Pagan mal en general. Pero satisfactorio. Envidiaba a los tertulianos que entraban en mi programa, decían algo y se iban. Yo me quedaba días y años.

P. ¿Ha estado huyendo de Crónicas…? Todo lo que ha hecho luego está en las antípodas.

R. No tanto. Fue una gran fiesta con momentos de una enorme calidad formal y con un compromiso político extraordinariamente llamativo. Con algunos momentos de televisión popular y, sin duda, momentos cutres.

P. ¿Se arrepiente de algo?

R. ¿Yo? ¿Arrepentirme? He vivido un sueño. Imagine que hace un programa diario y el primer día le dicen: lo dejarás en ocho años porque tú quieres. Era una revista burlesca, atrevida y sin límites. Estoy orgulloso.

P. ¿Si aquello era telebasura qué es lo de ahora?

R. Eso se dice con un animus injuriandi. Ya lo dije en su día: telebasura tu puta madre.

P. Le vi el otro día en un programa con Ferran Monegal muy cabreado con eso...

R. ¿Y quién tenía razón?

P. Él tenía que preguntárselo.

R. Usted es un hipócrita. Uno de los dos tendría más razón. No se quiere mojar porque está pendiente de su futuro profesional. Así que si no se moja, no me pregunte más por esto.

P. No me van a despedir por darle la razón. Y, con todo el respeto, a mi jefe el señor Monegal le da bastante igual.

R. Pues a mí también. No quiero hablar más de esto. No quiero hablar más. A no ser que la próxima pregunta sea interesante.

P. Cuando se cabrea sonríe y cuando está de coña se pone serio.

R. No entiendo la diferencia entre hablar en broma y en serio. No quiero asustarle pero este planeta gira a unos 2.000 kilómetros por hora y vamos a morir. Es inquietante.

P. ¿Y esto dónde nos deja?

R. Estupefacción infantil continuada. La gente agoniza y grita “Mamá, mamá…”. Y así se cierra el círculo. Es insólito.

P. Como nacer el día de Benedicto XVI.

R. Sí. Y José Luis Moreno y Emilio Aragón. Cuatro ventrílocuos. Porque el Papa es el muñeco a través del que habla Dios.

P. ¿Usted es el padre de un modelo de televisión?

R. No, no… Era la sensación de que podía pasar de todo. Todo lo hacíamos con humor.

P. Pero habría mucho guion…

R. Nada. Y nunca me he puesto un teleprompter o un pinganillo. Marcábamos las pautas, buscábamos ideas, las encargábamos… pero no guion.

P. ¿No animaba a los tertulianos a discutir?

R. En absoluto. Acababa el programa y les decía: “no cobran ustedes tanto para pelearse así”. Pero no quiero hablar más de ese programa. Si quiere hablamos de mi libro. Es que me voy a ir y usted no para de hablar de Crónicas. Me ha de hacer una entrevista diferente.

P. Tiene bastante pronto.

R. Tengo una capacidad de trabajo impresionante y no me asusto por los acontecimientos. Tengo un carácter solvente.

P. En la tele hizo más amigos o enemigos.

R. Tengo los mismos que antes. Es mentira que la tele nos vuelva gilipollas, yo ya era gilipollas.

P. ¿Le gusta la tele de ahora?

R. ¿A usted le gusta su nevera? Depende de lo que haya dentro. Hay cosas extraordinarias. Me gusta la Sexta y la Cuatro… y -el presentador Antonio García- Ferreras. Di que soy fan de él.

P. Creo que manda mucho.

R. Yo había trabajado con él. ¿Tienes su teléfono? Hace días que quiero felicitarle…

P. Por lo de Alarma Roja…

R. Eso de Alarma Roja lo dice usted. No se llama así -el programa de debate político presentado por Ferreras se llama Al rojo vivo-… Pero no tendrá cojones de ponerlo.

P. De Buenafuente a Boris ha alumbrado a una generación.

R. Buenafuente me acompañó… Le conocí en la radio y luego salió dando la cara en un programa que hicimos. Pero no lo siento como a un hijo como a Boris.

P. ¿Ya se han arreglado?

R. Tiene un talento inconmensurable y un carácter a menudo complicado para él. A veces dice cosas como trascendentes… Es un gran profesional.

P. ¿Qué quiere decir trascendentes?

R. Ya lo he dicho. Que él mismo es el que más tiene que soportar su temperamento. Pero me gusta. Es el mejor monologuista de España.

P. Y cuando parecía que se reconciliaban…

R. Es que él se enfadó porque no fui a una entrevista de un libro. Pero ya está, somos amigos.

P. ¿Todo por la audiencia?

R. Si en lugar de audiencia fuera “Todo por la gente”, ¿le gustaría más? Pues es lo mismo. Que un programa esté dispuesto a hacerlo todo por su público está bien: informarle, entretenerle… Pero si ponemos audiencia suena mal. Piénselo, escriba un libro y yo se lo presento.

P. La audiencia es negocio.

R. Dígaselo a los políticos cuando hacen campaña electoral. ¿Están dispuestos a hacerlo todo por los votos? El PP lo ha hecho.

P. Cuando llegó el PSOE se acabó Crónicas.

R. No tenía nada que ver… hacía un año. Pero no voy a hablar más de Crónicas. Me voy a levantar y me voy a marchar. ¿Usted qué edad tiene? ¿32? Es una edad difícil.

P. ¿Profesional u hormonal?

R. Hormonal siempre es difícil. Pero está usted en una edad definible como “ni chicha ni limoná”.

P. ¿La crisis se cargará el periodismo?

R. Me gustaría que en este país hubiera equidistancia entre la prensa de derechas y la de izquierdas. Me preocupa que la derecha no tenga una prensa civilizada. La veo montaraz, muy fachorra y desvergonzada. Casi enfermiza. Su concepto de España jamás será el mío.

P. ¿Nos haremos más conservadores?

R. A Gallardón le ha pasado. Nos estamos hundiendo… y sale él, que era un tío que parecía progresista con unas cosas del aborto… La religión ha hecho mucho daño. La hipotética existencia de un Dios es espantosa. Yo creo en el aborto de plazos y en paz. No quiero una población de condones reventados.

P. Es como para echarse a la calle.

R. Con el condón puesto.

P. ¿Tuvo Una mierda de infancia?

R. Era una época cutre. Pero no se entristezca, que es usted muy sensible.

P. Ahora que no hay un duro en la tele, ¿por qué no vuelve a la radio?

R. Porque no. Ya lo he hecho. Con 54 años puedo hacer un poco lo que me plazca. Cuando sea mayor quiero presentar un concurso, ser como Carlos Sobera. Oiga, no tengo más tiempo.

P. ¿En general o para la entrevista?

R. Los dos. Pero no me toque los cojones con el titular, y esto póngalo también, porque si no escribiré una carta al director diciendo 'este tío es un cabrón'.

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Sobre la firma

Daniel Verdú
Nació en Barcelona pero aprendió el oficio en la sección de Madrid de EL PAÍS. Pasó por Cultura y Reportajes, cubrió atentados islamistas en Francia y la catástrofe de Fukushima. Fue corresponsal siete años en Italia y el Vaticano, donde vio caer cinco gobiernos y convivir a dos papas. Corresponsal en París. Los martes firma una columna en Deportes

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