La prensa de Estados Unidos glosa la figura de Gore Vidal
Las principales cabeceras del país glosan la figura del autor, fallecido ayer
Prolífica y afilada, de las muchas vidas que ha tenido la pluma de Gore Vidal a menudo fue más celebrada la de sus ensayos y artículos que la de sus novelas. A veces los piropos no están exentos de una dosis de veneno, pero lo cierto es que desde las páginas de The New York Review of Books, Esquire, The Nation o Vanity Fair este escritor perteneciente junto a Truman Capote y Norman Mailer al elenco de carismáticas y polémicas celebridades literarias que dominaron los medios durante décadas, diseccionó la realidad estadounidense y nunca temió poner el dedo en la llaga. Al conocerse la noticia de su muerte, los homenajes y obituarios en las páginas de la prensa estadounidense aludían a ello.
“Gore Vidal era imposible de categorizar, que era exactamente lo que a él más le gustaba”, arranca el texto que el dedica hoy Los Angeles Times. Al temido polemista, el Oscar Wilde de nuestros días, como le definió Christopher Hitchens, hoy The New York Times parecía darle póstumamente la razón al recordar cómo tras la publicación en 1948 de su novela La ciudad y los pilares, los siguientes libros de Vidal dejaron prácticamente de reseñarse. Aquella novela, sobre la salida del armario de un apuesto joven, fue tildada de pornográfica y el escritor dijo en más de una ocasión que aquello le colocó en una lista negra, especialmente en la del propio New York Times, la Grey Lady.
Proclive a las teorías conspirativas, el celebrado autor teatral apuntó a una trama paralela como explicación a los atentados del 11-S
Una anécdota protagonizada por Victor Navasky el mítico editor de The Nation, aportaba un matiz poco conocido de Vidal, en el artículo que hoy le dedica la revista. Navasky fue a cenar a casa del editor de la revista Penthouse. Cuando éste le preguntó cuánto pagaba a Vidal por el artículo anual sobre el estado de la nación, y contestó que 25 dólares, el anfitrión se atragantó: él le había ofrecido 50.000 y Vidal había rechazado su oferta. Gore publicó 51 artículos sobre EE UU en las páginas de la revista izquierdista y allí acuñó una de sus más celebradas expresiones: “Somos los Estados Unidos de la Amnesia”.
Amante de la polémica y agudo observador, Vidal fue el último superviviente de una generación de escritores que no temió tener un pie puesto en la cultura televisiva y otro en sesudos debates intelectuales. Su formidable bronca con Mailer en un plató televisivo y su lucha en los tribunales con Capote, a quien acusó de injuria –cuando el autor de A sangre fría dijo que Vidal había sido expulsado de la Casa Blanca de Kennedy– ha sido recordado hoy en prácticamente todos los artículos que le han dedicado. También su reportaje en Vanity Fair sobre Timothy McVeigh de 2001 en el que el escritor hablaba sobre la relación con el joven que colocó las bombas que mataron a 168 personas en Oklahoma en 1995.
Proclive a las teorías conspirativas, el celebrado autor teatral apuntó a una trama paralela como explicación a los atentados del 11 S. Aquello supuso la última gran bronca del escritor para quien el estilo consistía en “saber quién eres, lo que quieres decir y que no te importe un bledo”. Hace cuatro años declaraba en una entrevista a Esquire: “La gente en mi situación acaba leyendo mucho sobre sí misma lo quieran o no. Generalmente está todo mal. O demasiado simplificado, lo que a veces puede ser útil”.
Babelia
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