Éxito y reflexión en Bayreuth
La puesta en escena de Marthaler para ‘Tristán e Isolda’ triunfa en el festival
Domina una extraña calma este año en el festival de Bayreuth. La primera representación de Tristán e Isoldano ha hecho sino confirmarlo. La controversia de 2005 con la puesta en escena de Christoph Marthaler ha ido desplazándose con el paso del tiempo a sensaciones más asimilables. Ahora los más recalcitrantes de entonces consideran que es una lectura estética y teatral con talla de gran clásico. Tiene personalidad, capacidad de sugerencia, intensidad expresiva y magnífica organización del espacio y la luz. Es, eso sí, Marthaler en estado puro, con su inconfundible planteamiento escénico por el que deambulan, transmitiendo pasiones más allá del amor y la muerte, Iréne Theorin como Isolda, Robert Dean Smith como Tristán, Kwangchul Youn como Rey Marke o Jukka Rasilainen como Kurwenal.
El veterano director Peter Schneider deja que la orquesta siga su camino, mientras Anna Viebrock incide en la escenografía y vestuario en una estética cotidiana que refleja el dudoso gusto de la sociedad que nos envuelve. De España —de Alicante y Madrid— ya han llegado los primeros grupos de espectadores después de una espera de siete años para conseguir una localidad. La canciller Angela Merkel, muy valorada el día de la inauguración oficial por repetir un modelito de hace unos años, se había liberado del protocolo y estaba en una localidad de la fila 11, como una aficionada más. El día anterior se podía leer en la pancarta de uno de los curiosos que se acercaron a la Verde Colina a ver a los famosos: “Angela, ¿por qué no nos cantas la balada de Senta?” en alusión al carácter idealista del personaje femenino principal de El holandés errante. Se mire por donde se mire la representación de Tristán e Isolda ha sido un éxito. De los que hacen falta en estos tiempos.
Aunque de la actualidad hay que hacer un elogio a las 10 representaciones de Los maestros cantores, en una versión reducida de 70 minutos para niños, en una especie de festival paralelo localizado en un pabellón próximo a la Festspielhaus. Es el cuarto año de una iniciativa en la que, en ediciones anteriores, se pudo ver El holandés errante, Tannhäuser y El anillo del Nibelungo, siempre con dirección del joven Hartmut Keil con la Brandenburgisches Staatsorchester Frankfurt/Oder, y con dirección escénica de Eva-Maria Weiss. Los programas de mano son sencillos e imaginativos, adaptados al público infantil. Los espectáculos tienen una gran frescura y el público, sea de la edad que sea, disfruta en grande con estas propuestas tan informalmente divertidas y a la vez tan formativas.
Mientras llega el nuevo Anillo de 2013 con Kirill Petrenko y Frank Castorf, el festival ha anunciado para el día 11 de agosto la retransmisión en los circuitos cinematográficos de Parsifal en la celebrada lectura escénica de Stefan Herheim.
La propia ciudad se está haciendo un lavado de cara para el año próximo, bicentenario del nacimiento de Wagner, aumentando sus zonas peatonales y reformando hasta la mismísima Wahnfried, casa en cuya parte posterior se encuentra la tumba de Wagner. Una novedad celebrada ha sido la reapertura tras casi cinco años de cierre del restaurante Eule, lugar de referencia por motivos históricos y espacio de discusión para los wagnerianos de medio mundo. Su cocina y ambiente han merecido palabras elogiosas del cocinero Andoni Luis Aduriz, sensaciones positivas que también le ha inspirado el restaurante Goldener Löwe. ¿Será posible que al final se vaya a poder comer bien y a precios razonables en Bayreuth?
Babelia
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