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OBITUARIO

Kaneto Shindô, la primera mirada sobre Hiroshima

En 70 años de carrera, el realizador nipón grabó medio centenar de películas y firmó más de 200 guiones

Gregorio Belinchón
Shindô, en el Festival Internacional de Tokio en 2010.
Shindô, en el Festival Internacional de Tokio en 2010.T. KITAMURA (AFP)

Pocos directores pueden lucir en su currículo casi medio centenar de películas dirigidas (en concreto 49) y 231 guiones escritos y llevados a la gran pantalla. El realizador Kaneto Shindô lo hizo. Fallecido el pasado 29 de mayo, a los 100 años, en su casa en el barrio tokiota de Akasaka, Shindô trabajó más de siete décadas en el cine, y eso que empezó tarde a dirigir. Nacido en Hiroshima en abril de 1912, empezó en la industria audiovisual desde lo más bajo: en un laboratorio de revelado de películas en la ciudad de Kioto. Su familia era una rica propietaria de tierras, pero Shindô contaba que él ya había vivido los malos momentos de pobreza. Cuando emigró a Tokio en los años treinta empezó a trabajar como asistente de Kenji Mizoguchi —al que dedicaría en 1975 un soberbio reportaje— y ahí arrancó su carrera.

Durante la II Guerra Mundial, Shindô fue reclutado en la Marina: de su unidad de 100 hombres solo sobrevivieron él y cinco compañeros. Tras la rendición de Japón retornó al cine, con el director Kozaburo Yoshimura, antes de saltar a la dirección con Historia de una amada historia (1951), basada en su propia experiencia: Shindô era viudo desde inicios de la década de los cuarenta (la protagonista del filme, Nobuko Otowa, que sería su actriz habitual, con el tiempo se convertiría en la tercera esposa del director).

En 1952 presentó en Cannes el primer filme sobre el bombardeo atómico

En 1952 —justo el año en que el Ejército estadounidense abandonó Japón— presentó en Cannes Los niños de Hiroshima, que fue la primera película que hablaba sobre el bombardeo atómico: su protagonista era una profesora que regresaba a la ciudad años después de la tragedia a buscar a sus alumnos supervivientes. Los niños de Hiroshima le valió como carta de presentación internacional, aunque nunca tuvo la repercusión mundial que sí alcanzaron su maestro Mizoguchi, Ozu o Kurosawa.

Shindô tocó en otras ocasiones el tema de la devastación de la bomba atómica, como en el filme en Lucky dragon no. 5 (1959), pero su carrera, por vasta, llegó a tocar todos los palos, aunque con algunos elementos siempre en común: espacios claustrofóbicos, mucha humanidad, mujeres luchadoras y de carácter fuerte, su investigación de la sexualidad o curiosas presencias fantasmales. De entre sus mejores películas destacan La isla desnuda (1960) —sin diálogos y un tono casi documental para contar la vida de una familia de pescadores—, Onibaba (1964) o también El gato negro dentro del bosque de bambú (1968).

Su protagonista habitual durante tres décadas fue a la vez su amante

Además de Nobuko Otowa (durante tres décadas su amante, hasta que en 1977 Shindô enviudó por segunda vez y pudo casarse con ella), Shindô trabajó habitualmente con el mismo equipo artístico y técnico. Con Otowa rodó hasta que en 1994, durante la preproducción de Una última nota, la actriz murió por cáncer de hígado. Durante esa década, Shindô empezó a cambiar la edad de sus protagonistas, y a escribir guiones sobre los problemas de los ancianos. Y siguió dirigiendo en el siglo XXI: su Una sola postal (2011) fue la elegida ese año como la opción japonesa a los premios Oscar tras ganar el Premio Especial del Jurado en el certamen de Tokio. Su hijo Jiro Shindô fue el productor de sus últimos trabajos y una de sus nietas, Kaze Shindô, es también directora.

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Sobre la firma

Gregorio Belinchón
Es redactor de la sección de Cultura, especializado en cine. En el diario trabajó antes en Babelia, El Espectador y Tentaciones. Empezó en radios locales de Madrid, y ha colaborado en diversas publicaciones cinematográficas como Cinemanía o Academia. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y Máster en Relaciones Internacionales.

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