La manipulación de los medios, adulterada por el teatro
Tiago Rodrigues presenta en el Festival de Otoño en Primavera de Madrid 'Si una ventana se abriese', una puesta en cuestión del periodismo televisivo
Puntualmente cada noche, millones de personas en todo el mundo se sientan en torno al televisor para deglutir la porción de realidad enlatada que sirven los telediarios, cocineros de la cosecha puntual de acontecimientos relevantes, servidos con un toque dulce, amargo, o picante, dependiendo del menú del día. Desde Portugal, el dramaturgo y autor Tiago Rodrigues (Lisboa, 1977) trae al Festival de Otoño en Primavera de Madrid su propia versión de esa interpretación subjetiva de la cotidianidad con la obra Si una ventana se abriese, una producción que “pone en cuestión el periodismo y la manera en que se presenta la verdad”.
“La obra está escrita como un soneto para una métrica específica”, cuenta por teléfono sobre la función, estrenada en Lisboa en 2010 y que se representará en la sala Cuarta Pared de Madrid los días 18, 19 y 20 de mayo. Con cuatro actores, uno de ellos el propio Rodrigues, y un músico sobre el escenario, una pantalla como telón de fondo guía el curso de la narración. Pero lo hace solo a base de imágenes, todas tomadas de noticiarios portugueses reales. Los ruidos y las palabras los ponen los intérpretes, para dar lugar a una exégesis propia. “Hay una narrativa causa-efecto, en la que todas las noticias dan lugar a otras noticias”, indica el autor, que trabajó el texto en conjunción con el resto de protagonistas. “Por eso tiene una gran fuerza, porque surge de la discusión de los actores”.
En una segunda parte, la pantalla muestra al presentador –el de verdad- de las noticias de la noche en la televisión nacional lusa, la RTP. “Le pedimos que filmara con nosotros media hora en silencio, para que dobláramos sus pensamientos, su historia personal, íntima y ficcional”. Visualmente, el resultado “tiene que ver con el cine mudo”, una puesta en escena en la que las imágenes se doblan en la sala en directo. “Utilizamos el lenguaje para hablar sobre el lenguaje y crear un código propio de la realidad, en el que las reacciones sobre esta son diferentes. Es un telediario teatral”.
Habiendo representado ya la función en países como Brasil o Turquía, Rodrigues asegura que, aunque las escenas que se muestran corresponden a un noticiero portugués, cualquiera es capaz de entenderlas y sintonizar con ellas. “Siempre me había preguntado qué pasaría fuera de Portugal”, señala. Y lo que ocurrió fue que, aunque el público no reconociera los nombres o los rostros de los protagonistas de las noticias, sí fue capaz de extrapolar sus cualidades. “Por la forma en que hablan, por cómo está montado el vídeo, la gente se relaciona con la metáfora de las imágenes, y la obra se convierte en algo universal”.
Esta no es la primera incursión de Rodrigues en los terrenos pantanosos del análisis político y social contemporáneo, que canaliza a través de su compañía Mundo Perfeito, fundada en 2003. La obra que van a estrenar en el Festival de teatro lisboeta Alkantara, Três dedos abaixo do joelho (Tres dedos por debajo de la rodilla), es un collage de citas de censores portugueses de la época de la dictadura (1933-1974), recopiladas del Archivo Nacional luso, que hizo públicos los documentos en el año 2005. “Los censores se transforman así en autores”, explica el dramaturgo. “La obra habla de la necesidad que imponía la censura de hacer un teatro para todos, de mantener a la población alegre y entretenida, y además revela cuestiones históricas, como por ejemplo qué palabras no podían ser dichas”.
En Si una ventana se abriese, no obstante, los actores no son miembros de su compañía, “aunque hemos trabajado juntos desde hace tiempo, y son grandes profesionales que además también hacen sus propios trabajos como directores”. Él, en Portugal, está considerado como uno de los artistas más influyentes de la última década. Al menos así lo estimó un medio de comunicación: el diario Público. “Es claramente manipulación”, dice tras una carcajada provocada por esa misma pregunta. Luego vuelve a ponerse serio: “Lo encaro como un cumplido, pero no como una categoría, y lo quiero solo porque te permite hacer lo que deseas. Por ejemplo, el otro día participé en un debate en la televisión sobre el final del estado social con un economista, un historiador y un abogado. ¿Un artista en la tele hablando de ese tema? Yo dije: ‘fantástico, gracias por el micro”.
Novato como director –aunque no como actor- en el Festival de Otoño en Primavera, Rodrigues se muestra encantado con su participación. “Es una edición estupenda, como gente de la talla de Stan, que es mi escuela de teatro y que tienen mi misma visión de hacer un teatro centrado en el texto, o como la Comédie Française, Robert Lepage o Patrice Chérau…”, señala. “La gente en Portugal nos ha preguntado si nos sentimos importantes por participar en este festival”, asegura.
Y lo que tiene claro es que no va a desaprovechar la oportunidad: “Presentamos tres noches, así que podemos crear una conversación con el público, ver su reacción, que es lo que nos interesa”. Aunque el teatro no será el único lugar que pise de Madrid: “Pasaré un tiempo en la Puerta del Sol”, dice refiriéndose a las protestas del 15-M que han tenido lugar estos días en la céntrica plaza de la capital. “Los españoles tienen la estamina que a veces nosotros no tenemos para protestar. Lo que se está haciendo en nombre de la crisis me parece increíble, y la tranquilidad del carácter portugués a veces me encanta, pero en situaciones como esta me pone rabioso”.
Babelia
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