Dick Clark, el eterno adolescente de la cultura norteamericana
Fue un gran impulsor de la música pop con su exitoso programa 'American Bandstand' El rostro televisivo de la cultura juvenil creó todo un imperio mediático del entretenimiento
Mientras Elvis Presley se erigió como el músico por excelencia con su movimiento de caderas y Alan Freed como el más importante disc jockey desde las ondas, Dick Clark se convirtió en el gran rostro televisivo de la cultura juvenil con su programa American Bandstand. Con su imagen inmaculada de chico aplicado y atractivo, Clark, fallecido ayer a los 82 años por un ataque al corazón, fue un destacado impulsor de la música pop en plena eclosión juvenil de los cincuenta norteamericanos, trampolín que utilizó para levantar todo un imperio del entretenimiento en la pequeña pantalla estadounidense.
De nombre Richard Wagstaff Clark, comenzó su meteórico ascenso en la industria musical, antes incluso de graduarse en secundaria en el instituto, cuando se incorporó en 1947 a la estación de radio WRUN, adquirida por su tío. Se dedicó a programar música y escribir comunicados. De allí, dio el salto a WFIL, estación de radio y televisión afincada en Filadelfia, consiguiendo un espacio musical propio. A finales de 1952, se puso al frente de un programa televisivo, en sesión vespertina, llamado Bandstand, dedicado al mundo del espectáculo y la música comercial de la época. Hubiese sido otro programa más si no fuera porque, a medida que más jóvenes se lanzaban a las pistas de baile y buscaban emanciparse de los rígidos códigos morales que arrastraban sus padres y tutores desde la posguerra, se transformó en el lugar de encuentro de la juventud.
El verdadero mérito de Clark, que era un hábil presentador pero estaba lejos de ser un experto musical, fue adaptarse a los tiempos mientras supo ver el enorme potencial de la televisión. Con su sonrisa radiante y su agraciado aspecto, Clark entendió que aquellos jóvenes músicos, que estaban empezando a despuntar con su sonido híbrido de twist y R&B, siendo los favoritos de los disc-jockeys, eran la mejor apuesta para el formato juvenil que quería dar a su programa. Por su plató desfilaron Bill Haley, Chuck Berry o Elvis Presley. El éxito fue tal que la cadena ABC, que buscaba material fresco para rellenar las horas vespertinas, compró el programa y lo difundió por todo el país.
A partir de 1957, el espacio recibió el nuevo nombre de American Bandstand. Nacía uno de los programas más célebres de la televisión norteamericana, seña de identidad de la generación del baby-boom, la antorcha de hercios de la cultura juvenil y lanzadera fundamental de la industria musical que nació al amparo del rock’n’roll. Noventa minutos diarios de música ofrecida a millones de personas en todo el país. La presentación era simple: un plató y decenas de adolescentes telegénicos bailando al ritmo pegadizo del momento. Pero su influencia era innegable. El rock’n’roll, el calipso o el twist se citaban en cada nueva emisión impulsados por músicos de toda condición como Jerry Lee Lewis, Frankie Avalon, Fabian, los Isley Brothers, Chubby Checker o Sam Cooke. Como aseguró el propio Clark en una entrevista en The New York Times: “Los jóvenes tenían su propia música, su propia moda, su propio dinero”.
A los pocos meses de su difusión, la cadena ABC buscó otras maneras de explotar la popularidad de Clark. En febrero de 1958, se lanzó The Dick Clark Saturday Night Show, media hora de cantantes famosos que se presentaban en play-back. Ese espacio consiguió lo que American Bandstand hasta entonces no se había atrevido a hacer. Si bien es cierto que American Bandstand acogía los nuevos y excitantes sonidos juveniles, no llegaba a ser una gran patada en el estómago de la moral norteamericana, todavía con el tabú de la raza dominando la sociedad. Situación que cambió cuando The Dick Clark Saturday Night Show, que recorría varias ciudades, llegó a Atlanta, dentro del cinturón negro americano. El programa juntó en el plató, a ritmo de rock’n’roll, a jóvenes blancos y negros, lo que llevó a amenazas del Ku Klux Klan y la presencia policial ante el riesgo de incendio social. The Dick Clark Saturday Night Show dejó de emitirse en 1960. Pero Clark siempre fue lo suficientemente listo para reciclarse con las necesidades juveniles, llegando a saber cómo de potente era el rock contracultural para los jóvenes de los sesenta y programar a gente como Captain Beefheart.
Con American Bandstand, Clark se convirtió en una personalidad televisiva de primer orden pero también en un rey midas de la pequeña pantalla. Con más o menos éxito, se embarcó en otros programas dirigidos al público juvenil al tiempo que se metió en el mundo discográfico produciendo a diversos músicos. Precedido por su fama, se mudó a Hollywood a mediados de los sesenta y lanzó su propia empresa de producción. En Los Ángeles, nacía su imperio del entretenimiento: Dick Clark Productions. Televisión, radio, cine, ropa o restaurantes.
Sin embargo, American Bandstand no fue la única fórmula de éxito que tuvo para entrar en los hogares estadounidenses. El otro programa por el que se le recordará siempre, incluso para muchos más que por el anterior, era New Year's Rockin' Eve, un espacio para celebrar la llegada del Año Nuevo que estuvo más de tres décadas en antena en ABC.
Una extensa cosecha de premios y galardones, incluyendo su inclusión en el Salón de la Fama del Rock 'n' Roll y una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, marcaron su carrera, aparte de su gran actividad empresarial en los medios de comunicación. Su mayor punto negro fue cuando en 1960 saltó el escándalo de la conocida payola, donde fue investigado por corrupción acusado de recibir dinero a cambio de pinchar o programar determinados artistas. Este escándalo acabó con la carrera de su compañero Alan Freed aunque él supo salir a flote, aun perdiendo derechos comerciales en ABC, y mantenerse en primera línea mediática. Siempre con su cara de “eterno adolescente”, tal y como fue conocido y pasó a la historia de la televisión norteamericana.
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