Antonio de Casas, poliédrico pintor
El artista sevillano fue, ante todo, un experto vividor
"IN MEMORIAM"
El pintor Antonio de Casas, nacido en Alcalá de Guadaira en 1931, perteneció a la escuela de realismo sevillano, contemporáneo y amigo de Carmen Laffon, Antonio López y Amalia Avia, entre otros, pero también fue atrezzista, actor aficionado de teatro y cine, jefe del archivo fotográfico del Ministerio de Información y Turismo, experto en arte religioso, editor, amante de los toros y cantaor flamenco en ratos libres (Camarón compartió con él la autoría de los Tangos de la Sultana), además de haber fundado en los años setenta la juguetería educativa La Pájara Pinta en Argüelles. Sobre todo fue un experto vividor y, como quedó patente el pasado sábado 7 de abril, un sabio a la hora de morir.
Según su amigo de la infancia, el catedrático de Biología Molecular Francisco García Olmedo, “el círculo de conocidos y amigos de Antonio se extendía a los ámbitos más recónditos del panorama social”. Se jactaba de haber bailado con Imelda Marcos en un viaje a Filipinas y de haber conocido al mariscal Petain en el Museo Arqueológico de Sevilla, e impresionó a Chavela Vargas una noche que se puso a cantar en la Residencia de Estudiantes. A la vez, “la gente pensaba que tenía que ser alguien” por la rotundidad de su presencia, un cruce entre Papá Noel y Ernest Hemingway.
Podía ser tan desternillante como exasperante: lo que se suele llamar “un personaje”. Una de las principales aficiones de Antonio era hacerse pasar por familiar de algún marqués o alguna monja y de esta manera colarse a visitar palacios, casas y conventos de toda España, movido por una curiosidad genuina.
Escuchar a Antonio relatar estas situaciones era un auténtico regalo. “La obra de Antonio quedó escrita en el aire y en la memoria de sus amigos”, prosigue García Olmedo. Con motivo de la representación de una obra de Federico García Lorca, cuando estudiaba Bellas Artes en Sevilla, conoció a Tica Fernández-Montesinos, la sobrina del poeta, con quien se casó y tuvo dos hijos, Miguel y Claudio.
Yo conocí a Antonio a través de éste último y cuando hizo el papel de un religioso en mi película Dispongo de barcos hace dos años, la gente no dejaba de preguntar de dónde habíamos sacado “a ese cura”. Luego seguí viéndole en estrenos de teatro y otras ocasiones. Le costaba esfuerzo seguir al pie del cañón, pero ahí estaba, hasta que el pasado sábado se fue casi sin luchar, sin aspavientos, lúcido y asegurando a sus allegados que era feliz.
Juan Cavestany es escritor y director cinematográfico.
Babelia
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