Páginas de una Italia auténtica
Del Piamonte a la Sicilia, una oleada de autores cuenta en sus novelas el país real
El primer ministro estaba demasiado ocupado con fiestas y bailarinas semidesnudas. Las televisiones (casi todas suyas) repetían a los italianos a todas horas un cuento de hadas cuyo final feliz llegaría cuando sus hijas se hicieran velinas o sus hijos futbolistas. Así que para ver la imagen auténtica de Italia, más allá de la niebla con la que Silvio Berlusconi la cubrió durante más de una década, hay que buscar en la literatura. Aquí va una selección de seis escritores que a lo largo de los últimos años han contado la realidad de un país que hace tan solo unos meses ha despertado de un largo letargo.
Silvia Avallone
Nació en Biella (Piamonte) en 1984. Su primera novela, De acero (Alfaguara), ganó el premio Campiello a la mejor ópera prima. El libro narra la adolescencia de Anna y Francesca en un barrio degradado de una ciudad industrial.
Comienza así:
"En el círculo desenfocado de la lente la figura, sin cabeza, apenas se movía.
Un jirón de piel en primer plano, a contraluz.
Aquel cuerpo había cambiado de un año para otro, despacio, debajo de la ropa. Y ahora en los prismáticos, en verano, explotaba".
Edoardo Nesi
Toscano de Prato, Edoardo Nesi (1964) es director además de escritor. En La historia de mi gente (Salamandra) describe las consecuencias de la globalización y de la invasión de chinos en su pequeña ciudad natal. El libro ganó el premio Strega de 2011 a la mejor novela italiana.
Este es su arranque:
"En septiembre de 2004, concretamente el 7 de septiembre de 2004, vendí la empresa textil de mi familia.
Nacida como tejeduría en los años veinte, se había convertido en fábrica de tejidos de lana inmediatamente después de la guerra con el prolijo nombre de Fabrica de Tejidos de Lana T. O. Nesi e Hijos S. A. Mientras escribo, a mi espalda cuelga la ampliación de una foto en blanco y negro de la tejeduría fechada en 1926".
Niccolò Ammaniti
A punto de licenciarse en biología, Niccolò Ammaniti (Roma, 1966) se inspiró en la tesis que nunca terminó para su primera novela, Branquias. Siguieron, entre otras, Te llevaré conmigo, Como Dios manda (con la que ganó el premio Strega en 2007), Que empiece la fiesta y su obra tal vez más conocida, No tengo miedo (Anagrama). Todas han sido traducidas al castellano. En mayo llegará a España su última creación, Yo y tú, que pronto tendrá también una adaptación cinematográfica.
Así empieza No tengo miedo:
"Iba a adelantar a Salvatore cuando oí gritar a mi hermana. Me volví y la vi desaparecer hundida en el trigo que cubría la colina.
No debía llevarla conmigo, mi madre se enfadaría.
Me detuve. Estaba sudando. Tomé aliento y la llamé:
-¡Maria! ¡Maria!"
Michela Murgia
Nacida en Cerdeña en 1972, Michela Murgia ha narrado una antigua y supuesta tradición de su tierra en la novela La acabadora (Salamandra), que en 2010 la llevó a ganar el prestigioso premio Campiello.
Roberto Costantini
Profesor y directivo de la Universidad privada LUISS de Roma, Roberto Costantini (1952) acaba de aterrizar en la literatura. En su primera novela, el thriller Tú eres el mal (Grijalbo), relata la investigación del comisario Balistreri en torno a un asesinato que enfrenta por las calles de Roma a los dos poderes principales de Italia: el Estado y la Iglesia.
Tú eres el mal empieza así:
“Si la primera vez las cosas hubieran sido de otra manera, tal vez no habría matado a todas las demás. Al principio me lo preguntaba muchas veces. Después de tantos años ya ni siquiera sé a cuántas he matado, y la pregunta ha cambiado: ¿sería un ser mejor si solo la hubiera matado a ella, en un único momento de locura?”
Giorgio Vasta
La primera novela de Giorgio Vasta (Palermo, 1970) es la cruda historia de Nimbo y de sus amigos. En la Italia de 1978 y del secuestro y asesinato de Aldo Moro, El tiempo material (Mondadori) relata la llegada a Roma de los tres jóvenes sicilianos, fascinados por el fenómeno brigadista.
Las primeras frases de El tiempo material son:
"Tengo once años, estoy entre gatos devorados por la rinotraqueitis y la sarna. Son esqueletos deformados, poca piel estirada; infectados, con solo tocarlos puedes morirte. Cada tarde el Bramante les lleva comida al fondo del jardín de enfrente de casa. Yo a veces la acompaño. Se ons acercan lentos, dispersándose por los lados, nos miran con ojos que son gotas de agua y fango".
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