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¿Quién aguanta la mirada a Fiona Tan?

La artista indonesia viaja al pasado desconocido, con retazos de documentales etnográficos Los personajes miran a los ojos al espectador, lo interpelan Una exposición en Sevilla recoge seis de sus vídeos

La artista Fiona Tam (Pekan Baru, Indonesia, 1996), ante una de las piezas de su instalación de vídeo 'Seven', en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.
La artista Fiona Tam (Pekan Baru, Indonesia, 1996), ante una de las piezas de su instalación de vídeo 'Seven', en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo.GARCÍA CORDERO

Al fondo del pasillo, ante una puerta de apertura automática, Fiona Tan da un paso hacia adelante, otro atrás, y no se abre. Es tan menuda y ligera que se ve obligada a saltar varias veces para que se active el mecanismo. Lo hace con los brazos extendidos. Parece un ave a punto de echarse a volar. Y hay algo de esa ingravidez en sus vídeos. La artista, nacida en Indonesia en 1966, hija de un chino y una australiana, vive desde hace años en Ámsterdam. Ese desarraigo está en el centro de sus indagaciones. La exposición Punto de partida, inaugurada ayer en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), de Sevilla, reúne seis de sus trabajos más relevantes, presentados en su mayoría en importantes bienales y museos internacionales. Para empezar, hace una especie de presentación con su vídeo más autobiográfico May you live in interesting times (Que vivas en tiempos interesantes, 1997), el que además la llevó a descubrir un verdadero filón del que han partido trabajos posteriores: un ingente archivo de películas mudas documentales sobre la época del imperio neerlandés de ultramar.

“Tuve la suerte de que en Ámsterdam está el archivo del Museo del Cine. Yo quería buscar imágenes para May you live in interesting times, que trata sobre la parte china de mi familia y sus orígenes. Mi tío en Java, Indonesia, me contó algunas historias curiosas sobre mi abuelo —atacado por un tigre en la selva o su encuentro con un fantasma— que quise ilustrar con películas de la época. Vi decenas de horas de filmes y no encontré nada demasiado útil. Las historias de mi abuelo quedaron fuera del filme, pero las cosas que vi en esos documentales me fascinaron”.

Son el material con el que ha construido trabajos como Thin cities (1999) y News from the near future (2003). La primera recoge retratos filmados de distintos grupos de aborígenes en una instalación de varios paneles. Las tomas se prolongan mientras los filmados miran a la cámara casi sin moverse. “Son películas que tienen

casi un siglo de antigüedad y buena parte está rodado en Indonesia, cuando era colonia de Holanda. Son documentales etnográficos”, cuenta Fiona Tan. “Tuve la suerte de que me permitieran acceder, porque no se sentían muy orgullosos de esos documentos, estigmatizados por el colonialismo. Pero me di cuenta de que no eran las imágenes en sí lo terrible, sino las cartelas explicativas. Por ejemplo, había tomas de un individuo de Nueva Guinea mirando tranquilamente a la cámara, buscando la aprobación con su pose y su actitud. La cartela decía: este hombre es un caníbal, un terrible devorador de hombres. Quitando esa explicación y esos prejuicios, te daba pena mirarlo. He querido liberar esas películas de ese tipo de ideas”.

El turismo de hoy es casi tan invasivo, tan dañino, tan explotador como el colonialismo"

Y no es que esta artista sea poco crítica con esa etapa de la historia. Todo lo contrario. “Me gustaría señalar un par de cosas. Primero: por supuesto, el colonialismo es terrible. Estoy totalmente en contra y en esas películas he visto cosas horrorosas”, dice. “Pero hay que tener en cuenta que en los inicios del cine también existía la voluntad de catalogar el mundo a través de una visión enciclopédica. Se intentaba hacer un mapa visual de todo el mundo. Eran descubrimientos, búsqueda y registro de conocimientos. En esa época, cuando la fotografía y el cine permitieron que las cosas se pudieran guardar en películas, se envió a exploradores por todo el mundo para que captaran y catalogaran lo que veían. Eso me interesó mucho. No era necesariamente malo, era simple curiosidad o ciencia”.

“Por otro lado, se suele pensar hoy en esta época poscolonial, que somos mejores que ellos”, añade. “No estoy muy segura de que sea así. Me pregunto si hemos superado realmente la mentalidad colonial. El turismo es casi tan invasivo, tan dañino, tan explotador como el colonialismo de entonces. La era del turismo guarda imágenes muy similares a las que he visto de la época colonial. Yo planteo preguntas más que señalar con el dedo lo que está bien y lo que está mal. Y me hace preguntarme de qué lado estoy, delante o detrás de la cámara. Creo que estoy de los dos lados, como todo el mundo”.

Esa es la segunda idea que Fiona Tan ha extraído del visionado de esas viejas películas. La del retrato filmado. “Es mirar y ser mirado a la vez”, afirma. “Una cosa que me impresiona todavía es que esa gente te sigue mirando a la cara casi un siglo después de haber muerto. Estos retratos filmados son para mí la antítesis del cine. No pasa nada, están ahí de pie, mirándote. Y casi te sientes incómodo de salir de la sala y darles la espalda. La mirada directa entre dos personas genera un compromiso. Sabes que es una película, pero aun así lo sientes”.

Es un recurso que ella utiliza en vídeos como Seven (2010), que dura siete horas y está dividido en siete partes. “Son retratos de las siete edades del ser humano. Desde los primeros meses hasta los 77 años”, explica. “Cada una recoge un día del personaje. En total, una semana. Tomo como referencia una cita de Como les guste, de Shakespeare: ‘El mundo es un escenario y todos los hombres y mujeres son meros actores”. Cada uno de los personajes mira a los ojos del espectador. A ver quién les aguanta la mirada.

El paso que ha dado esta artista entre lo documental y la ficción mantiene el gusto por la ambigüedad. Un lapso de memoria (2007) transcurre en el Pabellón Real de Brighton, Inglaterra. Un impactante pastiche arquitectónico que pretende combinar mediante el lujo —hoy decadente— todos los símbolos de los exóticos territorios del ultramar. Está habitado por un hombre solitario, con demencia senil, del que se ignora su pasado. Una voz en off ofrece y busca pistas en sus ritos diarios. Es un hombre blanco que actúa como un oriental. “

Cuando entré por primera vez a este edificio de Brighton, tan especial, supe que quería a una persona viviendo dentro, que fuera como el edificio personificado”, comenta. “Si rodaba solo el edificio iba a parecer como un museo, muerto y vacío. Me interesan los escenarios especulativos”.

El viaje es otra idea importante en su obra. El CAAC está situado en el monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas. Un lugar donde estuvo la primera tumba de Cristóbal Colón. Marco Polo ha sido una referencia en algunos de sus trabajos. “Muchas de mis piezas tratan sobre el viaje, es un arquetipo narrativo que me interesa mucho. Quizá porque yo soy una gran viajera. Una migrante”, dice la artista. “May you live in interesting times es literalmente un viaje porque visité siete países para hacerlo y Thin cities está formado por los filmes de estos viajeros por todo el mundo”.

En News from the near future (Noticias del futuro cercano, 2003), usa también imágenes de archivo de manera que parece que hubo un diluvio universal. El agua es el tercer tema recurrente. Los viajes en sus vídeos son a través del mar más que aéreos. “Amo el agua y los barcos. En A lapse of memory también se alude al viaje, el protagonista es un personaje muy viajado. Y la última pieza de la exposición, una obra sonora, se titula Brendan’s isle (La isla de San Brendán, 2010). Es una isla mítica que los navegantes buscaron durante siglos en distintos lugares. Un poco como la Atlántida”, cuenta. No se resiste a continuar el relato: “Los antiguos mapas del mundo, como el de Ptolomeo, la situaban en el extremo más occidental. Colón la buscó en su viaje a América, se creía entonces que estaba cerca de las islas Canarias. Muchos viajeros intentaron encontrarla. A lo largo de siglos los mapas la situaban en un lugar, luego en otro, algunos cerca de China. Mi historia proviene de un poema muy antiguo sobre San Brendán, un monje irlandés del siglo VI. Irlanda era entonces un importante centro de la cristiandad y del conocimiento. El poema medieval cuenta que este monje leyó un libro que describía todas las maravillas del mundo, no se las creyó y tiró el libro al fuego. A Dios no le gustó el gesto y le envió un ángel que le dijo que como castigo sería enviado a un largo viaje de siete años para que las viera con sus propios ojos. Lo hizo en un pequeño bote hecho de cuero y navegó en busca de una isla, la del paraíso en la tierra. A esa isla se le llamó la isla de Brendán. Cuando finalmente llegó al paraíso, dio media vuelta y regresó. ¡No se quedó! Es una historia fantástica”. Preguntamos a esta viajera si ella ha encontrado su isla del paraíso. “De alguna manera, sí”, afirma. “Pero como Brendán, di media vuelta y regresé”. O

Fiona Tan. Punto de partida. Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC). Monasterio de la Cartuja de Santa María de las Cuevas. Avenida de Américo Vespucio, 2. Sevilla. Hasta el 24 de junio.

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