Nuevos propósitos en el Ballet Nacional
Antonio Najarro debuta esta noche como director artístico de la compañía de danza española
El Ballet Nacional de España (BNE) acude a su cita en el Teatro de La Zarzuela con un programa de dos obras para la presentación al público madrileño de su nuevo director artístico: Antonio Najarro, quien llega ya al puesto con una manifestada idea de renovación estética. La oferta se compone de una nueva creación, Ángeles caídos encomendada en su dirección artística a Hansel Cereza (que proviene como un histórico del grupo catalán La Fura dels Baus) y que cuenta con coreografías de Javier Latorre, Olga Pericet, Rocío Molina, Rafaela Carrasco, Manuel Liñán y Rubén Olmo; la música original es de Salvador Niebla y Joan Albert Amargós. Cereza también es responsable del guión o idea inicial de esta pieza río. El programa se completa con la obra Suite Sevilla, coreografiado por el propio Najarro y que también ha diseñado personalmente los trajes, tiene música original de tres reconocidos compositores e intérpretes: Rafael Riqueni, Miguel Rivera y Diego Losada. No hay un argumento teatral, sino que se trata de una sucesión de bailes corales y solistas que abarcan la tradición y tocan tangencialmente la Escuela Bolera, apareciendo figuras vernáculas como toreros y majas de mantón.
Antonio Najarro (Madrid, 1975) es nombrado director del BNE el 11 de abril de 2011 como resultado de un concurso convocado por Ministerio de Cultura para sustituir a José Antonio Ruiz, que llevaba siete años en el cargo. Joven bailarín y coreógrafo, formado en el Real Conservatorio Profesional de Danza Mariemma de Madrid, había iniciado muy temprano su carrera de bailarín a los 15 años en el Ballet Teatro Español de Rafael Aguilar, pasando por varias agrupaciones españolas hasta ingresar en el BNE, en 1997, bajo la dirección de Aurora Pons, Nana Lorca y Victoria Eugenia y tres años después, asciende a la categoría de Primer Bailarín en la etapa de Aída Gómez al frente de la dirección artística de la compañía. En 2002 crea su propia agrupación, con el nombre de Talent Danza, y que dirige hasta su actual nombramiento como Director Artístico del Ballet Nacional de España. Allí en su grupo privado produce Suite Sevilla (2011), estrenada en febrero de ese año en el Teatro Mira de Pozuelo de Alarcón (Madrid) y que ahora entra en el repertorio del BNE con nuevo vestuario.
En medios profesionales de la danza española se ha resaltado la potente y costosa campaña publicitaria desplegada para la ocasión, donde no se han escatimado medios ni fichajes externos a la compañía. Redes sociales, vídeos de los procesos de creación, vallas y otros espacios públicos (páginas en prensa, galerías del metro, kioscos) en que la estrategia quiere despegarse muy esforzadamente del pasado estético con lemas rompedores e imágenes poco convencionales más cercanas al ámbito de la moda. Sin embargo, en declaraciones recientes, Najarro quiere bajar la tensión desplegada al manifestar que no se debe esperar nada extraordinario al no contar con una plantilla ideal escogida por él mismo, y que ha debido trabajar con artistas impuestos por contratos que no terminan hasta finales de este año 2012.
En medios profesionales de la danza española se ha resaltado la potente y costosa campaña publicitaria desplegada para la ocasión
Ángeles caídos es el mejor ejemplo de esta operación. No se habla de costes específicos, pero esta producción arrastra el mayor presupuesto, desde el fichaje de Cereza al de un nutrido grupo de reconocidos coreógrafos de nueva generación, aunque entre ellos se cuenta con algunos ya maduros y probados en el propio BNE, como es el caso de Javier Latorre (Valencia, 1963). Latorre ya trabajó junto a La Fura del Baus en Granada (1997) en la performance Dadle Café. Fue precisamente en la etapa de Aída Gómez que coreografió su pieza más importante Poeta, con música de Vicente Amigo e inspirada en los versos y la vida de Federico García Lorca y donde Hanzel Cereza fue también director escénico.
Pero este estreno, que ha levantado una lógica expectación en el numeroso público amante de la danza española, sube a escena en medio de una compleja polémica laboral, larvada y poco explicitada por las partes, pero tan sabida como las melodías de tradición. No es nuevo el panorama. Ya en los tiempos en que la gran maestra María de Avila dirigía las dos agrupaciones reunidas, el BNE y la hoy denominada Compañía Nacional de Danza (entonces Ballet Nacional Clásico) vio sus estrenos empañados por tormentas similares. Eran tiempos felices y la compañía siguió adelante, triunfó, consolido un repertorio y vivió su mejor etapa hasta hoy. Hace apenas una semana, el Ministerio de Educación y Cultura ha comunicado al nuevo director artístico que se acabaron el pago de las horas extraordinarias, que en este último montaje han rozado los 40.000 euros. Najarro reunió enseguida a su plantilla en pleno (bailarines, maestros, repetidores, técnicos, auxiliares y personal de taller) y comunicó sin ambages la mala nueva, un efecto más de la crisis y los recortes en todas las instancias públicas. Los sindicatos aún no se han pronunciado públicamente, pero esta decisión tomada a través del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), dirección general que tutela la vida burocrática y administrativa de las unidades de producción artística del Estado, según han manifestado, pone en peligro las giras internacionales comprometidas, la primera e inmediata a Bulgaria. La nueva disposición afecta además al pago de dietas extraordinarias tanto al personal técnicos como a los bailarines y al trabajo desarrollado en días festivos, según el convenio laboral vigente. Los sueldos de los artistas del BNE son los más bajos en comparación a cualquier otra agrupación nacional o estatal europea de estas características.
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