Radiografía de la corrupción
El escritor y diplomático Carles Casajuana escribe la novela: 'Un escándalo sin importancia' El libro encara el tema de la corrupción política y empresarial "La raíz del problema es la indiferencia", afirma el autor
“EL PAÍS dedica hoy nueve páginas a la política nacional, y cinco de éstas informan sobre casos de corrupción”. El embajador español en el Reino Unido, Carles Casajuana, no ha acudido a la cita en un pub londinense para analizar el estado de las cosas en nuestro país, pero la frase sale a colación durante la entrevista sobre su último libro, que aborda precisamente esa lacra y cómo los esfuerzos por combatirla colisionan con el conformismo de la sociedad. Un escándalo sin importancia (El Aleph) es, sin embargo, una novela que encara la corrupción como mero pretexto argumental y sin pretensión de denuncia. El autor (Sant Cugat del Vallés, 1954) subraya este último punto para establecer una clara línea divisoria entre su doble faceta de diplomático y escritor que ha venido aunando a lo largo de tres décadas.
A pesar de esa precisión, la historia de un prestigioso abogado de Barcelona que, en calidad de presidente de una ONG internacional contra la corrupción, investigará a una empresa catalana acusada de sobornar a funcionarios tailandeses contiene grandes dosis de crítica. A través de las vicisitudes del protagonista, Rafael Masferrer, relatadas con un estilo ameno, dosis de humor y suspense, el libro expone la responsabilidad de las compañías de los países ricos en la corrupción de los gobiernos del Tercer Mundo, uno de los principales obstáculos para su desarrollo. La hostilidad que debe afrontar Masferrer por parte una cierta sociedad barcelonesa donde reina la hipocresía, el chantaje del que es objeto cuando se le implica en un escándalo sexual, transmiten una sensación de impotencia y dejan un regusto amargo. “La novela necesita de conflicto, pero yo no soy tan pesimista”, afirma el embajador, recordando por ejemplo que en España está hoy penado sobornar a funcionarios de otros países
¿Y cuando se trata de barrer en nuestra propia casa? “Si en Barcelona ya era complicado dar un paso sin untar a nadie, imagínate en Bangkok”, exclama uno de los personajes de la trama. No es el autor sino sus criaturas quienes abundan en la idea de una corrupción que impregna todo el sistema para justificar sus propios actos, sostiene Casajuana: “La raíz del problema es la indiferencia y la percepción de que ‘todos son iguales’. Lo mismo ocurre con quienes alegan que todos los políticos son iguales, y luego se conforman con los peores. Conformarse con la corrupción es una forma de complicidad, y el mejor modo de combatirla es empezar por lo que tienes delante”.
"La raíz del problema es la indiferencia y la percepción de que ‘todos son iguales"
El título de la novela alude a un “escándalo sin importancia”, la publicación de una fotografía de Masferrer semidesnudo junto a una masajista para extorsionarle, que tiene unas consecuencias devastadoras en su vida laboral y familiar. Al escritor le interesaba especialmente reflejar el impacto de asuntos de alcance público en el ámbito privado de las personas, cuando “hoy se exige tanto a los personajes con proyección”. Inquirido sobre los casos de corrupción que vienen acaparando la atención mediática en España, el embajador responde diplomáticamente: "A mí me gustaría que hubiera una actuación (judicial) más decidida que en la escena pública”.
Autor de una nutrida obra novelística y del ensayo Pla y Nietzsche, Afinidades y Coincidencias, la trayectoria de Carles Casajuana adquirió especial notoriedad cuando El Último Hombre que Hablaba Catalán obtuvo el Premio Ramon Llull en 2009, a los pocos meses de su desembarco en el Reino Unido como embajador. Desde su puesto en Londres perfiló, primero en catalán (Columna) y luego en su versión castellana (El Aleph), el libro Un Escándalo Sin Importancia, a costa del sueño matinal, porque “como diplomático estoy muy agradecido al contribuyente, y no puedo escamotearle horas”.
Antiguo embajador en Malasia y representante de España en el Comité de Política y Seguridad de la Unión Europea, entre otros puestos que jalonan su carrera diplomática, Casajuana describe su condición como la de un hombre que “está casado con su profesión y mantiene una relación extramarital con la literatura”. Ambas tienen en común la necesidad de “ver el punto de vista de todas las partes”. Pero mientras el diplomático se debe a la obligación de reserva, la vocación de la escritura “me hace sentir libre”.
Babelia
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