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Un conciliador Mario Gas echa el telón en el Español

El director utiliza modos y formas exquisitos para despedirse del coliseo madrileño Desea “suerte” al nuevo equipo que mantendrá el programa de montajes

El director del Español durante los últimos ocho años, Mario Gas, durante una multitudinaria rueda de prensa
El director del Español durante los últimos ocho años, Mario Gas, durante una multitudinaria rueda de prensaGustavo Cuevas (EFE)

Desde que se convocaron las elecciones generales el año pasado, las gentes del teatro, que siempre se mueven como una gran familia, concluyeron que una de sus posibles consecuencias era la salida de Mario Gas como director del Teatro Español, buque insignia del Ayuntamiento de Madrid. La cosa puede parecer absurda, pero no lo es, ya que no había que ser muy listo para concluir que el entonces alcalde Alberto Ruiz-Gallardón sería nombrado ministro en el Gobierno del PP, partido al que a todas luces daban por ganador, y por tanto su teniente alcalde, Ana Botella, esposa de José María Aznar, pasaría a ser la nueva regidora de la ciudad. Ello supondría, por razones que a nadie se le escapan por aquello de los criterios divergentes a la hora de concebir la cultura, poner patas arriba el Área de las Artes al frente de la cual lleva algo más de ocho años Alicia Moreno, responsable del nombramiento de Gas.

Mario Gas, tranquilo, sonriente y amable, se enfrentó a la prensa que le persigue hace semanas y empezó por afirmar que el Teatro Español era como una gran dama “que se hace querer y al final es muy difícil despedirse de ella”. También afirmó que esa casa no sería nada sin las gentes que la pueblan, y lo ejemplificó en dos personajes muy queridos por la profesión, el Fali (Rafael González ), un técnico del teatro recién jubilado, y Antoñita, viuda de Ruiz, que con 87 sigue alimentando este teatro y es una maravilla verla a su edad con esa ilusión. “Crecí en un escenario y desde pequeño me he tratado con regidores, utileros, sastras, he dormido con ellos en los autobuses y en los trenes y sé que si no hay un gran equipo no hay alma”, comentó Gas, hijo de cantante lírico y de bailarina de ballet lírico, sobrino de Mario Cabré, hermano de Manuel Gas, compositor y músico desaparecido hace algo más de un año y padre de la actriz Miranda Gas Peña y del músico Orestes Gas Peña.

Preguntado por los posibles problemas surgidos en estos años afirmó: “Como en la relación de pareja, hay cosas que quedan en la intimidad; por supuesto hemos pasado por momentos duros, pero a la hora de decir ‘hasta la vista’ lo que cuenta es lo importante, que no es otra cosa que este equipo que hemos creado, heterogéneo aunque al final ha sido muy homogéneo y compacto; nunca hemos dejado de decir lo que pensábamos, que es la manera de crear una dialéctica que nos ha permitido avanzar de manera contundente, porque se ha trabajado más allá del trabajo, con camaradería, y con fricción, porque cuando las cosas importan hay fricción y hemos sido muy responsables, sobre todo con los presupuestos, que han ido bajando cada vez más y hemos contestado a eso agudizando mucho la imaginación, abriendo salas y adaptándonos a la mengua”.

Gas, que tuvo palabras de elogio para su equipo y para Alicia Moreno, responsable de su nombramiento en enero de 2004, dijo que han sido ellos y las gentes del Área del Artes los que le han hecho continuar en momentos difíciles, incluidos los personales, dijo seguramente en referencia a la muerte de su hermano, de su madre y a un pequeño infarto de miocardio sufrido hace dos años.

Los demás seguiremos trabajando, sin malicia ni malos rollos, porque lo que importa es el teatro

También tuvo palabras amables para los que llegan ahora al área de cultura del Ayuntamiento y dejó claro que lo normal es irse, no perpetuarse. “Hay un peligro que acecha, a ellos y a los demás, a los que entran a dirigir algo público: es pensar que aquello te pertenece. No es bueno estar casi dos décadas en lugares públicos, hay que airear las cosas, siempre que sepamos crear eslabones, porque se tiene que aportar la mirada propia, pero sin quemar lo anterior, porque todo suma”, y también aclaró, “quiero dejar claro que nunca he sido enemigo de lo privado, otra cosa es que desde lo privado se quiera absorber todo, vengo de lo privado y sé lo que significa, sé que hay productores y algunos muy buenos, y hay mercaderes que quieren acaparar más allá de lo deseable, haciendo manufacturas cada vez más baratas, tratando a las personas como si fueran objetos”.

El director destacó en varias ocasiones: “hemos sido bastante fieles a lo que dijimos cuando entramos, crear algo vivo y abierto a todo tipo de espectáculos que atrajeran a muchas clases de públicos y que procuraran goce y reflexión”. Y así lo han hecho desde tres sectores: la producción propia, las coproducciones tan necesarias en tiempos de crisis y desde el sector privado. “Muchos lo entenderán, pero es lógico que los que no han estado no lo entiendan, y más lógico aún que estén cabreados al no ser programados después de perseguirnos ocho años. He intentado ser fiel a un teatro institucional y a una institución, y sobre todo al público, pero no se puede ser fiel si no se es fiel a sí mismo”.

También utiliza la palabra ‘lógica’ para decir que cuando cambian las estructuras lo suyo es que cambien las personas y que los nuevos quieran nuevos aires. “La palabra genera entendimiento y los tiempos cambian, se modifican. El futuro será de los que pueden llevarlo a cabo; los demás seguiremos trabajando, sin malicia ni malos rollos, porque lo que importa es el teatro”.

Hemos sido bastante fieles a lo que dijimos cuando entramos, crear algo vivo y abierto

Ello no quita que le hayan entristecido noticias “insidiosas”. Para tirarlas por tierra aseguró que se iba el 30 de julio “lo que no sería posible si hubiera contratos blindados, como se ha dicho; porque nunca han existido ni se han dado ningún tipo de irregularidades”, señaló Gas quien dijo que su salario estaba en la órbita de cargos similares al suyo: “Por las mañanas me puedo mirar al espejo y no tengo sombras que reprocharme, en todo caso dejaciones artísticas que no me ha dado tiempo a abordar”.

Por otra parte el director aseguró haber pactado “de manera civilizada” con los nuevos dirigentes “a los que les deseo un gran éxito” y han concluido que permanezca hasta julio de este año. “Si alguien especula con más cosas puede hacerlo, pero será eso, especulación”.

También la programación se ha respetado hasta entonces y se supone que otras muchas cosas apalabradas hasta diciembre. Entre ellas está la última propuesta de Miguel del Arco (De ratones y hombres), Follies volverá en junio y julio, Dani y Roberta con dirección de Joan Maria Gual, Ol Time., de Pinter, un espectáculo de Ricardo Moya, con Emma Suárez y Ariadna Gil. Al Matadero llegará Una alumna para los desdichados, de Eugene O’Neil por John Strasberg, Hamlet, con dirección de Will Kean y Alberto San Juan como Príncipe de Dinamarca y la prestigiada compañía británica Cheek by Jowl.

También se espera que sean aceptadas las propuestas de Veronese, Family Flo, María Pagés, Eva Hierbabuena, Mariano de Paco, Oriol Broggi, Vicente Aranda, Laila Ripoll, Asunción Balaguer, Alex Rigola, Josep Maria Flotats y Tomaz Pandur.

Mario Gas, que asegura que nunca se irá de Madrid, porque desde los 18 años esta es su ciudad, junto con Barcelona y de manera simultánea, cree que se debería abrir un debate en el que todo el mundo se implicara para ver la manera de que la política no incidiera tan ostensiblemente sobre la cultura. “No obstante yo no me sentí ni hace ocho años ni ahora nombrado, me sentí contratado y he cubierto un periodo de esta casa”, señaló este hombre que asegura que no le gustan los malos modos.

Al margen de todo esto Gas también habló del teatro en España, en estos tiempos que ya no parecen de crisis sino casi de apocalipsis. “Ahí está la aniquilación de los circuitos, los impagos, mi problema estos años ha sido decir no a mucho talento suelto, porque ahora hay un talento enorme y lo que hay que organizar es un circuito para que el teatro avance en estos tiempos que no son halagüeños ni en nuestro país, ni en Europa”.

Cuando se le pregunta sobre qué va a hacer ahora se remite a una frase de cuando trabajo en La ronda, de Arthur Schnitzler: “El pasado no existe, el futuro es incierto, el presente es evanescente, y el amor, cuando se acaba, se acaba…”

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