Woody Guthrie no ha muerto
'New Multitudes' forma parte de una práctica muy habitual en estos días de sacar discos basados en textos inéditos del ilustre homenajeado
Poco después de ingresar en un hospital psiquiátrico de Nueva Jersey en 1956, Woody Guthrie escribió una canción llamada I ain't dead yet (Aún no estoy muerto). El aguerrido bardo estadounidense, que resistió postrado en una cama 13 años mientras se consumía por la corea de Huntington, una enfermedad neurodegenerativa incurable que iba minando el cuerpo y los sentidos hasta apagarlos, lo tenía claro: seguiría vivo mientras su música inspirase a las personas.
Casi medio siglo después de su muerte, Guthrie, tal vez el más célebre de los padres del folk norteamericano, sigue siendo una fuente inagotable de inspiración. Lo paradójico es que su música es mejor negocio hoy que en vida, acostumbrado como estuvo a malvivir con cuatro perras al tiempo que saltaba de ciudad en ciudad. Buena prueba de todo ello es New Multitudes (Rounder Records - Universal), donde cuatro puntales del folk-rock contemporáneo como Jay Farrar -exmiembro de Uncle Tupelo y Son Volt-, Will Johnson -Centro-Matic-, Anders Parker -Vernaline y Gob Iron- y Yim Yames - My Morning Jacket y Monsters of Folk- se reúnen para rendirle tributo en el centenario de su nacimiento.
New Multitudes forma parte de esa práctica hoy corriente de sacar discos basados en textos inéditos del ilustre homenajeado. Recientemente, Bob Dylan se metió a coordinar The lost notebooks of Hank Williams. Pero en el caso de Guthrie, autor de un número incalculable de composiciones, que tomaba nota de todo lo que le decían las personas con las que se cruzaba en sus legendarios viajes por los pueblos, es un maravilloso derroche. Si el año pasado surgió el curioso Note of hope, un trabajo supervisado por Rob Wasserman y con la participación de Lou Reed o Ani DiFranco, hoy se sabe que saldrá el tercer disco que completa los aplaudidos volúmenes de Mermaid Avenue, que en 1995 juntó en estado de gracia al cantautor británico Billy Bragg y el grupo estadounidense Wilco. Supervisados por Nora Guthrie, hija de Woody y regente de su archivo, ambos discos dieron un paso adelante en la interpretación de la música del autor de This land is your land.
De aquellas celebradas sesiones se quedó fuera Jay Farrar, que en 1994 abandonó Uncle Tupelo obligando a Jeff Tweedy a formar Wilco. La hija de Woody también le invitó para ese proyecto pero Farrar no se animó estando su antiguo compañero de por medio. Sin embargo, Nora no desistió y le dio vía libre para coger los cuadernos, las notas sueltas o los apuntes en servilletas de su padre durante sus años en Topanga Canyon, célebre lugar de residencia artística en Los Ángeles por el que pasarían después Neil Young, Marvin Gaye, Gram Parsons o Van Morrison. Así, New Multitudes viene a ser el Mermaid Avenue de Farrar -sobre todo en la versión extendida de 23 canciones donde interpreta la mayoría-, sino fuera porque también se antoja como un notable trabajo en conjunto. Los cuatro músicos, que se han embarcado en una gira, dejan su sello para dar forma a un álbum vivo, repleto de sugerentes trazos en 12 cortes, donde laten con fuerza distintas visiones actuales del folk norteamericano. En V. D. City, Johnson aporta con su punzante armónica el lado más salvaje, donde los sonidos de la tierra se entienden como un viaje sin retorno. Parker rememora las enigmáticas atmósferas de los primeros R.E.M. en Old L. A. o Angel’s blue. James recrea la excelente evocación sentimental de My Morning Jacket en My revolutionary mind mientras Farrar se acerca con maestría a la parte más íntima de Guthrie en Hoping Machine o Careless Reckless Love.
Además, el álbum pone en valor la figura incorruptible de Guthrie como artista a reivindicar en estos tiempos, no tan distintos de los que le tocaron vivir. El hombre con alma campesina que no dejaba a banquero con cabeza en sus letras durante la Gran Depresión, el antifascista que se enfrentaba al Gobierno por sus abusos hacia los desprotegidos o el agitador de conciencias tachado de comunista peligroso por pedir a la gente que defendiera la tierra que les pertenecía parece que no se tenía que haber ido nunca. “Cambia tu bolígrafo, cambia tu tinta / cambia tu forma de hablar o pensar / cambia los tubos de escape o los neumáticos / para cambiar aquello que tu corazón desea”, reza uno de los versos que se recogen en New Multitudes. Ya lo dijo Pete Seeger el día que su amigo cerró los ojos para siempre: “Nunca morirá mientras haya gente que cante sus canciones”. Y, a la vista de los resultados, Woody se salió con la suya, tal y como escribió con su mano temblorosa pero con corazón firme en Aún no estoy muerto.
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