Cuando los pintores del XIX bajaron a las catacumbas romanas
El Prado recupera cinco grandes óleos pintados por artistas españoles que coronaron su aprendizaje académico en Roma
Son solo cinco cuadros pero ellos solos reúnen la esencia de lo que fue la pintura religiosa española en el siglo XIX. Firmados por artistas que hace dos siglos fueron considerados estrellas del género, para después ser repudiados, la última exposición temporal en el Museo del Prado devuelve ahora multiplicada la importancia que tuvieron Luis de Madrazo, Alejo Vera, Domingo Valdivielso y Eduardo Rosales. Este último era el único del grupo representado en la colección permanente de la pinacoteca. Todos los cuadros han sido minuciosamente restaurados en el taller del Prado y uno de ellos , La estigmatización de santa Catalina de Siena, nunca se había expuesto al público.
Los cinco óleos ocupan la sala 60 del museo, un espacio dedicado a exposiciones temporales que conecta el edificio de Villanueva con la ampliación de Moneo. Aquí se han visto antes paisajes de Beruete, acuarelas de Fortuny… José Luis Díez, conservador jefe del XIX, explica que en esta zona del museo se irán mostrando obras de primer nivel pero que no aparecen en la colección permanente, aunque formen parte de ella. “Ofrecen una nueva lectura y complementan la colección permanente”. Desde esta mañana y a lo largo de un año, se exhibe el purismo académico de un grupo de pintores que remataron su aprendizaje en Roma. Percibían una pensión oficial y estaban obligados a dar a conocer lo que habían aprendido. Son trabajos hechos para dar a conocer su conocimiento y dominio del oficio.
Gabriele Finaldi, director adjunto del museo, y José Luis Díez, recuerdan que a partir de 1852, año en el que se localiza el lugar de enterramiento de Santa Cecilia y de la cripta papal en las catacumbas de la vía Appia se desata una auténtica fiebre por la arqueología sagrada. Todos los artistas instalados en Roma, procedentes de toda Europa, no solo de España, se vuelcan en el tema religioso, de manera que consiguen un auténtico resurgimiento del género.
Eduardo Rosales se convierte en el auténtico líder del grupo español. Una de las obras de la exposición forma parte habitual de la permanente: Tobías y el Ángel. La segunda pieza suya aquí expuesta, Santa catalina de Siena, se expone por vez primera. El propio Rosales, hombre del que cuenta que era tan popular entre sus compañeros como enfermizo de aspecto, hizo de modelo en muchos cuadros. Por ejemplo, se le puede ver en El descendimiento de la cruz (1864), de Alejo Valdivielso.
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