Cultura española: aprobado raspado
Una encuesta entre 100 personajes del mundo de las artes arroja una nota de 5,1 sobre 10 Se reconoce su creatividad pero también su escaso impacto económico
La cultura es una nebulosa cuyos límites se mueven entre la metafísica y el entretenimiento, Super Mario y el Museo del Prado. Tal vez por eso no aparecía entre las preocupaciones de los españoles en el barómetro del CIS de septiembre. En España las encuestas culturales suelen centrarse en su ladera más económica, la de la oferta y la demanda: el libro más vendido, la película más vista, la subida de la piratería, la bajada de la asistencia al cine y a las librerías... De ahí lo novedoso de la encuesta sobre el estado de la cultura en España que la Fundación Alternativas ha realizado a partir de 54 preguntas planteadas a 96 personalidades de la creación, la gestión y la crítica españolas. La nota que ese tribunal concede al ámbito del que ellos mismos son protagonistas es un 5,1 sobre 10.
Creadores como José Manuel Caballero Bonald, Javier Mariscal, Alberto Corazón, José Luis García Sánchez o Antonio Gómez Rufo (vicepresidente de la asociación de escritores de España), acompañan en el sondeo a agentes literarios, críticos, gestores y políticos entre los que se encuentran Magdalena Vinent (directora de CEDRO), Antonio Guisasola (presidente de los productores de música, Promusicae), Antonio María Ávila (su homólogo entre los editores), Milagros del Corral (exdirectora de la Biblioteca Nacional), Inma Turbau (novelista y directora de la Casa de América de Madrid), Juan Barja (editor y responsable del Círculo de Bellas Artes) o Rogelio Blanco (ensayista y director general del Libro en todos los Gobiernos de Zapatero).
La encuesta forma parte por primera vez del informe sobre el estado de la cultura española y su proyección global, que la Fundación Alternativas elabora cada año. Se publicará en forma de libro la próxima semana pero ayer adelantó sus líneas generales Enrique Bustamante, catedrático de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad Complutense y experto en industrias culturales desde los tiempos en los que, recordó él mismo, juntar esas dos palabras era una extravagancia.
La peor calificación se la llevan las políticas públicas de apoyo
Después de enumerar los seis "sectores de actividad" atendidos en la encuesta -artes escénicas, artes plásticas, música, producción audiovisual, libros, creatividad publicitaria y diseño, videojuegos y multimedia (un sector "vital" este último, el "gran laboratorio digital para el futuro", según Bustamante)-, el coordinador del sondeo recordó, con un punto de ironía, algunos de los ámbitos no atendidos: "Ni juguetes ni toros ni hamburguesas ni otros sectores excéntricos que aún se reclaman de la cultura". A unos metros de él, en el auditorio del Museo Reina Sofía, estaba Ángeles González-Sinde, titular, ya por unos días, de un ministerio que no ha hace tanto asumió el control de los espectáculos taurinos -antes en Interior-, pero la cosa no dio para el debate.
Bustamante sostiene que el cinco raspado de la cultura española se da en un momento de doble crisis: la económica y la provocada por "una difícil transición al mundo digital". El "aprobado raso", se lee en sus conclusiones, "no es una mala calificación para los agentes situados entre un mundo que se transforma aceleradamente y otro que no acaba de consolidarse".
En la encuesta, las puntuaciones más altas son para el puerto de llegada de la transición: la orilla digital. Así, los encuestados califican por encima del 7 la capacidad de la Red como potenciadora de "la capacidad del boca a boca (etiquetado y recomendación) de los usuarios", lo mismo que la "libertad de elección" de esos usuarios. De cerca (por encima de 6) le sigue el beneficio que los autores obtienen de las nuevas tecnologías a la hora de "aumentar su creatividad" y "conectar con sus públicos". Eso sí, cuando se pregunta si "los creadores consiguen una remuneración justa para mantener su trabajo", la puntuación se desploma hasta el 3,7. Una nota muy cercana a las grandes dudas que provoca el hecho de si los usuarios pagan "un precio justo por la creación cultural" (4,3) o si "las nuevas redes permiten una economía sustentable para el futuro" (un 4,8 de nota).
Personalidades de la creación, la gestión y la crítica tomaron parte en el sondeo
Pero si, en líneas generales, la creación y el consumo de la cultura española aprueban sin estrecheces (entre el 6 y 7), sus "puntos negros" son, según la encuesta, las políticas públicas destinadas a estimularlas y, sobre todo, su proyección exterior. Esta proyección naufraga respecto a la América que habla español (4,3), pero es juzgada como catastrófica en el caso de la Unión Europea (3,2). "Igual que hay una crisis en el euro, la hay en la cultura europea", recordó Alfons Martinell, director de la cátedra Unesco de Políticas Culturales de la Universidad de Girona.
Cuando a los encuestados se les pide que pongan nota a la frase "La cultura española ocupa el lugar que le corresponde en el mundo" responden con una nota media de 4,5. Por eso Bustamante y Martinell insisten en la importancia del ámbito de las artes y su consumo para la "marca España", algo que tiene su traducción económica. Según el ministerio de Cultura, la llamada industria cultural suponía en 2008 un 2,9% del PIB de España, con una estimación de 544.000 puestos de trabajo. Fue el año en que estallaron todas las burbujas, pero también el último del que hay datos seguros. Falta por elaborar un estudio relativo a los tres últimos años, con su lista de bajas.
Adiós al menú, viva la carta
El informe sobre la cultura española del que forma parte la encuesta del (casi) centenar de ilustres, sirvió para abrir ayer el tercer Foro de Industrias Culturales organizado por la Fundación Alternativa y la Fundación Santillana. Nicolás Sartorius e Ignacio Polanco, respectivamente vicepresidente y presidente de las citadas fundaciones, acompañaron a Ángeles González-Sinde en el auditorio del Museo Reina Sofía. Si el PP gana las elecciones el próximo domingo es más que probable la rebaja a Secretaría de Estado del ministerio comandado hasta ahora por esta última, de ahí la reivindicación de una cartera propia para la Cultura realizada por muchos de los participantes en el foro. Así, los participantes en una mesa sobre el cine -que reunió al director de su academia, Enrique González Macho, y a directores como Borja Cobeaga y Jaime Chávarri- recordaron que si, ajena a la crisis occidental, esa industria ha crecido en países como Brasil, Rusia, Colombia o Uruguay, se debe a "políticas de Estado".
El futuro y la composición del nuevo Gobierno sobrevoló una sala atravesada desde el primer minuto por un futuro más largo: el digital. Ya se hablara de televisión, de música o de libros, la pregunta que vertebra el foro este año -"¿a dónde vamos a parar"- encontró siempre una respuesta poética -"No vamos a parar. Cultura es cambio", recordó Sinde- y otra prosaica: los usuarios leerán, escucharán y verán lo que quieran, donde quieran y cuando quieran. Se acabó la cultura de menú. Llegó la hora de la carta. Solo falta saber cómo se paga la factura. Hoy se cierra el foro con la intervención de, entre otros, Gerard Mortier, del Teatro Real, Miguel Zugaza, director del Prado, Mario Gas, el director del Reina Sofía Manuel Borja-Villel y el cineasta Pere Portabella.
Babelia
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