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59ª edición del Festival de Cine de San Sebastián

El Zinemaldia aborda su evolución

Rebordinos y su equipo reflexionan sobre los retos que debe afrontar el certamen

Javier Rivas
Glenn Close saluda ayer en San Sebastián a los fans que la esperaban delante del Hotel María Cristina. La actriz recibe hoy el Premio Donostia.
Glenn Close saluda ayer en San Sebastián a los fans que la esperaban delante del Hotel María Cristina. La actriz recibe hoy el Premio Donostia.JESÚS URIARTE

Asomado a su 60ª edición, que celebrará el año próximo, el Festival de Cine de San Sebastián empieza a superar la conflictiva encrucijada que vivió en las dos pasadas, donde a la crisis, cierta indefinición y el recorte de fechas se sumó una programación en la Sección Oficial particularmente gris. El nuevo equipo que dirige José Luis Rebordinos ha empezado a hacer visible "la evolución más que una revolución", en sus palabras, con la que quiere cimentar el Zinemaldia y su modelo en el siglo XXI. "El Festival va a ir evolucionando porque nos fuerza la realidad y yo le iré dando unas caracteristicas personales, con mi equipo", agrega, tras recordar el trabajo de los últimos años junto a su antecesor, Mikel Olaciregui, hoy colaborador de la dirección del certamen para EE UU.

Los periodos de "incertidumbre permanente" están superados, apunta José Ángel Herrero-Velarde, miembro de los comités de dirección y de selección de la muestra y memoria histórica del Zinemaldia, a cuya organización lleva ligado con paréntesis 27 años desde 1979.

El mercado y la apuesta por el cine en español son las claves del futuro

A esta superación de la zozobra ha contribuido la mayor calma económica. Cada una de las instituciones de las que la muestra depende (Ayuntamiento donostiarra, Diputación guipuzcoana, Gobierno vasco y Ministerio de Cultura) han puesto un millón de euros y, con nuevos patrocinios privados, el presupuesto total sube a 7.150.000. El año pasado se quedó en el entorno de los seis millones. Aquella cifra supone menos de la mitad de las que manejan certámenes como Berlín o Venecia y aún menos de los 20 millones del último Cannes, esa galaxia muy muy lejana. Con todo, Rebordinos asume que el Zinemaldia no es un festival para hacerse con 17 o 18 millones, pues ni siquiera San Sebastián tendría infraestructura para ello. "Trabajaríamos genial con un presupuesto de 10 u 11 millones, pero con lo que tenemos se puede hacer un buen festival", abunda.

El programa se mantiene en nueve días tras el recorte de 2009, pero se han recuperado las tres retrospectivas, tras dos ediciones con una menos.

Rebordinos y su equipo repiten como una letanía las claves estructurales para asentarse y ganar peso en el futuro, aunque otros aspectos deban también repensarse: el papel del cine español y el latinoamericano y la importancia de la industria fílmica.

El Zinemaldia dice ya sin complejos que apuesta por el cine español, como Cannes, el mayor festival del mundo, lo hace por el francés o Venecia por el italiano. Sin compararse especialmente con el resto de citas de clase A, San Sebastián busca que la producción propia tenga una presencia muy importante y que quien llegue del extranjero encuentre allí lo mejor del cine español del momento: películas, productores, agentes de la industria, etcétera.

Como está el audivisual, en dos años igual hay que hacer otra cosa José Luis Rebordinos, director del festival

Solo entre la Sección Oficial, Zabaltegi y el Velódromo, la muestra suma 17 producciones o coproducciones españolas, más otras 15 de la sección Made in Spain, y ello sin contar otros apartados o todo el cine vasco de Zinemira. "Hemos intentado y creo que conseguido ilusionar a productores y directores diciéndoles que San Sebastián es una buena plataforma", enfatiza Rebordinos. Si la presencia española a concurso es destacada, igual podría haberse construido otra con filmes como los de David Trueba, Vigalondo o Chapero-Jackson.

Lograda la atracción del público (155.060 espectadores el año pasado, más de 69.000 entradas vendidas en cinco días desde que el pasado domingo se pusieran a la venta) y la repercusión nacional, el reto es servir mejor como nexo de unión entre cine latinoamericano y europeo y profundizar en el impacto en ambos lugares. Primero, en la presencia de medios extranjeros, en los que el papel del Zinemaldia sigue siendo limitado. Para esta edición se han acreditado cerca de 1.025 periodistas de unos 500 medios, pero solo 195 (menos del 20%) son extranjeros, de 39 países. El año pasado, los informadores fueron en total 13 menos con 198 foráneos.

El segundo aspecto es el del certamen como mercado. "Estos últimos años recibimos quejas de que la programación está muy bien, la organización es sólida y la ciudad magnífica, pero faltan foros de encuentros e intercambio de proyectos o de gestación de proyectos", reconoce Herrero-Velarde. En ese terreno queda mucho por hacer.

"Si el Zinemaldia no logra ser importante para la industria perderemos potencia y recorrido internacional. Esa sí que es una apuesta muy clara de Rebordinos que compartimos todos", defiende Joxean Fernández, director de la Filmoteca Vasca y miembro también de los comités de dirección, al que se incorporó en enero pasado, y selección. "Si nos olvidamos de lo que tiene de industrial el cine nos convertiremos en un festival local, lo tenemos muy claro", destaca.

Por eso, más allá del actual The Industry Club, se trabaja ya para poner en marcha en 2012, si hay financiación, un foro de coproducción entre América Latina y Europa. Ambas industrias tendrían el Zinemaldia como lugar para mezclarse y hacer negocio.

El cine va multiplicando sus ventanas, formas de filmación, explotación y distribución, y los soportes y formatos cambian cada vez más. Esa transformación irá creciendo. "El audiovisual y el mundo de los festivales muta a una velocidad de vértigo", incide Rebordinos. En esta misma edición no solo se suceden ficción y no ficción en su miríada de tonos, sino animación y trasposiciones directas del cómic a la pantalla (Arrugas, de Ignacio Ferreras, sobre la premiada obra homónima de Paco Roca), capítulos televisivos como The Days After, de Hirokazu Kore-eda, un aspirante a la Concha de Oro. Incluso de otro filme de la Sección Oficial, Sangue do meu sangue, de João Canijo, existe una versión en capítulos.

"Quien piense que tiene un modelo cerrado y no debe moverse está condenado al fracaso. Esto se mueve muy rápido", sostienen fuentes de la organización. El modelo donostiarra siempre va a quedar abierto a cambios. "Tal y como está el audiovisual no sabemos si en dos años, para responder a las necesidades del momento, tendremos que hacer algo completamente distinto a lo que hoy pensamos que debemos hacer", opina de su lado Rebordinos.

A favor del Zinemaldia y su nuevo equipo, que estos meses ha visto 2.165 cintas, juega también la actual buena cosecha cinematográfica, con un nivel superior al de los últimos años y claramente muy por encima del pasado. "Igual ha sido más facil porque no había tanto festival para tanta calidad", señala Fernández. Esta posibilidad de acceder a material muy interesante llevó a ampliar a 20 el número de filmes de la Sección Oficial, de ellos 16 a concurso, cifra que no se veía en el núcleo del Zinemaldia desde hacía seis años. También han crecido los especiales de Zabaltegi.

Por Perlas pasa parte de lo mejor del curso que no ha podido estar en la Sección Oficial y más ha gustado a su comité de selección, como los últimos trabajos de Malick, McQueen, Kaurismäki o Johnnie To. Y San Sebastián se marca un tanto con los estrenos en competición de lo más reciente de Ripstein o Kim Ki-duk.

La crisis actual se ve reflejada en la notable presencia de historias negras de tonos y narrativas muy disímiles en la Sección Oficial. Hasta siete de sus 20 películas se podrían colocar en un amplio bajo ese paraguas. No es solo cine de género, aunque hay quien vea un guiño de Rebordinos en que Intruders abriese el certamen. "El cine negro está radiografiando la sociedad de su tiempo", resalta el director de la muestra. "Es normal que en un momento tan convulso como este tenga gran fuerza, y hemos encontrado varias ficciones de cine negro que nos han encantado", añade. Cierto signo de los tiempos se ha unido así a un tratamiento formal brillante. Si se suman las 40 cintas de la retrospectiva dedicada al noir americano reciente, incluidas varias obras maestras, esa mirada sombría se multiplica. Esta restrospectiva antológica "va a atraer a mucha gente y se van a llenar las sesiones", prevé Carlos Plaza, miembro del equipo de Donostia Kultura, donde compartió años de trabajo con Rebordinos.

Las redes sociales suponen otra apuesta clave, tanto por su relevancia como por el papel que pueden jugar para recuperar las audiencias jóvenes. En iniciativas puestas en marcha este año como el Culinary Zinema, que mezcla cine y gastronomía; las sesiones golfas de medianoche y otras empieza a vislumbrarse el sello Rebordinos, aunque él marque distancias con ese término. "Seguramente en esta edición se notarán algunas de sus ideas y seguramente en ediciones futuras más", incide Fernández. "Aun es un poco prematuro decir cuál va a ser el sello personal de Rebordinos", reflexiona Herrero-Velarde.

"Al festival le hacía falta una figura como él y llega en el momento justo de su madurez personal y profesional", elogia Plaza. "Y él está disfrutando", remata.

La profunda relación con la ciudad

J.R.

Pocos de los grandes festivales de cine muestran una implicación tan estrecha con la ciudad que los acoge como el donostiarra, y esa "maravillosa" relación con el público tiene que seguir siendo uno de sus sellos fundamentales y distintivos, coinciden Joxean Fernández y José Ángel Herrero-Velarde, miembros ambos del comité de dirección del Zinemaldia. "Esa especie de asunción de que el festival es propio y que forma parte realmente también de la ciudad no puede cambiar", apostilla el primero.

En Cannes y Venecia, modelos diferentes que se dirigen en exclusiva a la crítica, los medios de comunicación y la industria internacionales, los espectadores comunes no lo son de las películas que se presentan, sino de un escaparate que ven desde fuera. San Sebastián cuenta con que participen desde dentro. Y dicha relación tiñe toda la ciudad durante la muestra, de las proyecciones de los filmes en las ocho sedes a la participación en los coloquios, los encuentros con los equipos de las películas o la más directa de ver pasar famosos por la alfombra roja.

"El Zinemaldia me recuerda en esto muchas veces a Berlín, donde tanto el público como su aspecto de mercado resultan muy importantes", apunta su director, José Luis Rebordinos.

Para Carlos Plaza, miembro del equipo de Donostia Kultura, el Festival es, con claridad, "el emblema" mundial de la ciudad. Y cuanto más grande sea el primero, mejor para la segunda.

Observador privilegiado de la relación del certamen con la ciudad ha sido el exalcalde Odón Elorza, quien ha seguido como regidor una veintena de ediciones (de 1991 a 2010). Con la vista puesta en la capitalidad cultural europea de 2016, Elorza cree que es el momento de "aprovechar la ocasión" para estrechar lazos entre el Zinemaldia, la ciudad y la propia capitalidad, de manera que la muestra tenga poresencia todo el año, no solo sus sus nueve o diez días estrictos.

Y para ello, Elorza detalla una serie de propuestas concretas, como estrechar lazos con el Museo San Telmo, potenciar el Encuentro Internacional de Escuelas de Cine que en los últimos años viene celebrando el Festival, ampliar la relación con la muestra de Cine y Derechos Humanos -estos son uno de los pilares del proyecto de la capitalidad- o programar a partir de 2012 ciclos de cine polaco, dado que Wroclaw es la otra capital cultural de 2016.

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Sobre la firma

Javier Rivas
Forma parte del equipo de Opinión, tras ser Redactor Jefe de la Unidad de Edición y responsable de Cierre. Ha desarrollado toda su carrera profesional en EL PAÍS, donde ha trabajado en las secciones de Nacional y Mesa de Cierre y en las delegaciones de Andalucía y País Vasco.

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