"La gente está viendo hundirse el suelo bajo sus pies en Estados Unidos"

Retratista desde hace más de una década de la América olvidada, aquella que pueblan perdedores irremediables y solitarios sin rumbo, Willy Vlautin, líder y compositor de Richmond Fontaine, reconoce que la "novela musicada" que se halla en el interior de The High Country no es de fácil escucha: "No es un disco para el viernes por la noche o para poner a tu chica para impresionar. Compongo canciones oscuras". Basta escuchar el comienzo del nuevo álbum, el décimo en la discografía de la banda, para captar esa sensación sombría: los primeros cinco minutos son una narración, a cargo de la cantante Deborah Kelly, acompañada de un sonido austero, que domina la mayoría de sus 17 canciones.

Su universo siempre se ha caracterizado por la ausencia de alegría, que no de belleza y la parquedad de arreglos

Si el universo de Richmond Fontaine siempre se ha caracterizado por la ausencia de alegría, que no de belleza, la parquedad de arreglos, registrada esta vez más que en ningún otro trabajo anterior, incide en ese aire desolador. "No es algo premeditado", se justifica Vlautin en conversación telefónica. "Cuando comencé a escribir en este disco, al principio, quería engañar a mi mente con canciones de amor pero, de repente, por accidente, me vi escribiendo temas muy violentos", añade. Repleto de personajes, partes habladas y un tono casi confesional, The High Country se presenta como una historia dramática de amor escrita como una novela, donde la luz y la oscuridad luchan por imponerse. "Es una tragedia que ocurre en un pequeño pueblo entre una mujer casada, un hombre que se cruza por medio y el inventario de sus vidas", cuenta. Una ficción sonora y lírica inspirada en las sensaciones en las que se sumerge su autor en la vida real: "Vivo en el bosque, en una zona de enorme belleza y quería expresar el sentimiento de deseo, sin claustrofobia ni callejones sin salida".

A la dificultad de disfrutar de una música bastante opaca, Vlautin añade el problema lingüístico, en el caso de los oyentes españoles, para apreciar su obra como a él le gustaría, ahora que lo está presentando con una gira por nuestro país: "Me encanta España, es mi país favorito para viajar y estoy muy agradecido de cómo nos trata el público español pero me preocupa lo difícil que puede ser un álbum de estas características". El líder de Richmond Fontaine es más conocido en Estados Unidos como escritor que como músico, tras el éxito de su primera novela The Motel Life (2006) y la más reciente Lean on Pete (2010), aunque no se define más en un papel u otro: "Diría que depende casi del día de la semana o de lo que sienta al sentarme a escribir, pero mi faceta de escritor no quita para que me sienta músico y adore a la banda".

Vistos por la crítica especializada como unos hijos avanzados de Uncle Tupelo, la formación de country-rock en la que dio sus primeros pasos el líder de Wilco Jeff Tweedy, Richmond Fontaine se sumergen desde su debut en 1996 en aguas del folk, el country y el rock, sugiriendo en las mejores de sus obras, como en The Fitzgerald (2005) o Thirteen Cities (2007), una soledad luminosa, difícil de encontrar en otras formaciones. "Añadiría que somos nietos de Neil Young", dice Vlautin. "También pertenecemos a todo lo que hicieron Los Lobos, los Blasters, Green On Red o Long Ryders". En definitiva, herederos de la música de la vieja América. "Contamos historias de la gente trabajadora, pensamos en su cultura y su situación en el país", afirma Vlautin. Una situación que, según el compositor de Richmond Fontaine, se deja entrever en el ambiente sombrío que se respira en The High Country: "La gente está viendo hundirse el suelo bajo sus pies. Lentamente desaparecen puestos de trabajo y los logros que se tardaron en conseguir cien años. Algo se está desvaneciendo".