El iluminador Juan Gómez-Cornejo, premio Nacional de Teatro
Es la primera ocasión que un profesional de su ámbito recibe el galardón.- En su carrera ha trabajado con directores como José Luis Alonso, Gerardo Vera, José Luis Gómez, Adolfo Marsillach y Francisco Nieva
El iluminador Juan Gómez-Cornejo ha sido galardonado con el Premio Nacional de Teatro, que concede anualmente el Ministerio de Cultura y está dotado con 30.000 euros. Es la primera ocasión en que un iluminador recibe este galardón. El jurado presidido por el director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), Félix Palomero, ha fallado hoy por unanimidad el premio, que reconoce la aportación innovadora del galardonado al teatro español.
Nacido en Valdepeñas, Gómez-Cornejo se dedica a la iluminación y a la dirección técnica desde 1980. Entre 1982 y 1990 fue director técnico de la Sala Olimpia de Madrid y desde 1990 a 1992 fue responsable del diseño y dirección técnica del Teatro Central de Sevilla para la Expo 92. Esta parte de su trayectoria, la que está más ligada a la gestión, fue especialmente valorada por el jurado: "Ha ejercido su magisterio a varias generaciones de creadores de esta disciplina y ha sido fundamental su aportación para la conversión de edificios preexistentes en espacios escénicos, como el Teatro de la Abadía o el Teatre Lliure, o de nueva construcción, como el Teatro Central de Sevilla".
El premiado estrena esta noche en el Liceo la ópera 'Yo, Dalí', de Xavier Benguerel
"Se sale un poco de la norma premiar a profesiones que están en la trastienda del teatro", contaba en conversación telefónica Gómez-Vallejo. "Este es oficio complejo pero maravilloso, combina la técnica con la creatividad". Ha trabajado como iluminador con directores como José Luis Alonso, Gerardo Vera, José Luis Gómez, Adolfo Marsillach y Francisco Nieva.
El galardonado se mostró perplejo tras conocer la noticia: "A título personal me hace mucha ilusión que se reconozca mi trabajo, pero lo que más me ha emocionado es que sea un reconocimiento a este oficio y a esta disciplina estética. El hecho de que se tenga en cuenta, aparte de emoción, me produce algo muy especial, porque es un oficio que siempre está en la sombra, paradójicamente, y que lo consideren está muy bien".
Gómez-Cornejo no sabría decir si ha aportado algo a esta profesión, pero sí tiene claro que la desarrolla "con pasión. Desde luego es un poco vocacional porque ni siquiera ahora se estudia formalmente. Te vas formando sobre el terreno, de manera autodidacta. Esta es una asignatura pendiente que tiene esta disciplina. En Europa hay muchos sitos donde estudiar esta carrera y está reglada pero aquí nos falta un poquito", explica el iluminador.
El premiado ha hablado desde Barcelona, donde esta noche estrena en el Liceo la ópera Yo, Dalí, de Xavier Benguerel. El viernes pasado estrenó en el teatro nacional de Croacia el montaje que de Guerra y paz, de Tólstoi, ha hecho el director esloveno Tomaz Pandur. Entre sus últimos montajes se encuentran La caída de los dioses, también de Pandur, Yo el heredero con dirección de Francesco Saponaro, Un tranvía llamado deseo, de Mario Gas, y Todos eran mis hijos de Claudio Tolcachir. Gómez Cornejo no solo trabaja para grandes espacios y ambiciosas producciones, sino que también colabora habitualmente en obra pequeñas del teatro alternativo, como la próxima que va a estrenar de la actriz y autora Esther Beiver con el título Yo, protagonizo.
Gómez-Cornejo obtuvo el Premio Rogelio de Egusquiza ADE de Iluminación por Rey Lear, en 2008, y por Infierno, en 2005. Además, tiene en su trayectoria dos Premios Max a la mejor iluminación: en 2006 por Divinas Palabras y en 2002 por Panorama desde el puente.
Entre sus últimos trabajos destacan los realizados en el Centro Dramático Nacional: Celebración, de Harold Pinter, (con dirección de Carlos Fernández de Castro); La colmena científica, de José Ramón Fernández; Madre Coraje y sus hijos, de Bertolt Brecht, Platonov, de Anton Chéjov y Rey Lear, de Shakespeare; La taberna fantástica, de Alfonso Sastre; Delirio a dúo, de Ionesco; Presas, de Verónica Fernández e Ignacio del Moral; Un enemigo del pueblo, de Ibsen y Divinas palabras, de Valle?Inclán; La buena persona de Sezuan.
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