'Verbo', la ira adolescente traspasada a la pantalla
Un Velódromo a medio llenar disfruta de la proyección de la película de Chapero-Jackson y de un miniconcierto de Nach
El Velódromo es regalo del festival a la ciudad de Donostia. La pantalla más grande del mundo, un sonido excepcional y 3.000 asientos. El público lo disfruta, ruge de felicidad en una sala en la que otros años se han proyectado Natural born killers, El milagro de Candeal, Desperado, Microcosmos... y un montón de cine infantil. Además, el día de la clausura allí se puede ver la película que recibe la Concha de Oro y los triunfadores se asoman a saludar, procedentes de la gala del Kursaal. Este año el placer de esa proyección de lujo recayó, anoche, en Verbo, de Eduardo Chapero-Jackson, con un resultado desigual.
Verbo es una película ambiciosa, muy ambiciosa. Intenta hablarle a los adolescentes de tú a tú, habla del suicidio a esa edad, de sentirse excluido del mundo de los adultos, de los suburbios en los que la belleza ha desaparecido. Para ello mezcla ciencia-ficción con animación, grafiti y mucho rap de la mano -mejor dicho, de la boca- de Nach. Si la protagonista es una joven desconocida, Alba García, entre sus secundarios hay nombres populares como Macarena Gómez, Verónica Echegui, Najwa Nimri y... sobre todo, Miguel Ángel Silvestre. Cada movimiento de Silvestre va acompañado del grito de docenas de chicas. Sus entradas y salidas del hotel María Cristina se pueden adivinar desde lejos, escuchando el rugir de la masa. Así que el Velódromo parecía un buen sitio para lograr una marabunta cinematográfica. Y de fin de fiesta, un concierto de Nach.
El Velódromo parecía un buen sitio para lograr una marabunta cinematográfica. Y de fin de fiesta, concierto de Nach
Sin embargo, en la inmensa sala solo entraron unas 1.800 personas, un aforo que no cabría en ninguna otra proyección en España, pero que en el Velódromo suponía que los laterales estuvieran vacíos. ¿Dónde están las 200 adolescentes que lloraban enfervorizadas a la salida del María Cristina? Alguien apuntaba con buen criterio: "No te engañes, ellas quieren al Duque, [el personaje que le dio la fama en Sin tetas no hay paraíso] no a Silvestre. Esta es otra guerra". Los 1.800 que estuvieron sí disfrutaron de la sesión, presentada por Chapero-Jackson, García y Silvestre. Sobre los títulos finales de Verbo apareció Nach interpretando el tema en un estupendo efecto realidad-ficción. A él no le importaron 1.800 o 3.000. Puso a todo el mundo de pie, sacó al trío a bailar -con Alba García enjugándose las lágrimas cada 30 segundos, mientras sus amigas en la grada no cerraban el grifo-, y rapeó con elegancia y contundencia. El público, compuesto en su mayoría por adolescentes, lo agradeció, le acompañó en las letras. Y nadie se movió hasta que Nach desapareció por la boca de vestuarios. Medio lleno o rebosante, el Velódromo es algo más que una proyección.
Babelia
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