_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Recordando a Rosita

Recordando a Rosita

Han pasado 25 años desde que murió en Nueva York Rosita Díaz Gimeno, "la sonrisa de la República", una actriz culta y moderna que en Hollywood había fomentado la realización de películas en español - principalmente Angelina o el honor de un brigadier, según la obra de Jardiel Poncela-, saltándose a la torera el motivo de su contrato: hacer en castellano la repetición de películas norteamericanas, sistema que entonces equivalía en cierto modo a lo que luego sería el doblaje, aún por inventar. Cuando Rosita regresó a España por voluntad propia, se embarcó en el rodaje de El genio alegre, una película menor inspirada en la obra de los hermanos Álvarez Quintero, que fue interrumpido por el estallido de la guerra civil. Al ser denunciada por Fernando Fernández de Córdoba, su compañero de reparto, como republicana y amiga de Juan Negrín, Rosita Díaz Gimeno debió exiliarse tras pasar un calvario de interrogatorios y torturas, mientras que su delator, en la cresta de la ola, leería tres años más tarde con ardor militar el parte final de la guerra ganada por Franco. La película protagonizada por Rosita fue finalizada por una doble, y cuando se estrenó a bombo y platillo en 1939 el nombre de Rosita había sido borrado de la cartelera. Desde entonces nadie supo oficialmente de aquella muchacha simpática y fresca que había entusiasmado a los espectadores republicanos. Algunos la recordaron calladamente, y hoy Rosita Díaz Gimeno es parte de los enigmas y represalias posteriores a la guerra.

Luego Rosita vivió en México y más tarde en Estados Unidos -casada con el hijo del doctor Negrín- interpretando películas, haciendo teatro o dando clases. Algunos españoles la conocieron en su ancianidad, entre ellos José Luis Borau, uno de los gestores de que alguna de las películas que ella protagonizó en Hollywood regresaran a la Filmoteca Española. Ahora, con motivo del aniversario de su fallecimiento, recordar a Rosita Díaz Gimeno es rendir homenaje a cuantos cineastas españoles tuvieron que abandonar el país interrumpiendo sus carreras y dejándonos sin su talento.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_