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Toros | Feria de Abril

Curro Díaz, herido grave

Tarde plúmbea, pesada y soporífera en la Maestranza por culpa de los toros y los toreros.- El único que divirtió fue El Fandi en el tercio de banderillas

La peor parte de un festejo plúmbeo, pesado y soporífero por culpa de los toros y los toreros se la llevó el diestro Curro Díaz, que resultó feamente prendido por la pantorrilla de la pierna derecha cuando muleteaba con la mano izquierda al quinto de la tarde. Eran los compases finales de la faena; el animal, de corto viaje y de cierta bronquedad en su embestida, se revolvió con rapidez y sorprendió al torero enganchándolo con un derrote seco que hizo carne. La hemorragia brotó de inmediato y Curro fue trasladado con celeridad a la enfermería, mientras Juan Mora se limitaba a montar la espada y mandar al desolladero a un toro manso y con genio con el que Curro Díaz estuvo voluntarioso. Insistió por el lado izquierdo y los pases fueron surgiendo sin gracia ni hondura porque el torero citó siempre fuera de cacho y al hilo del pitón. La verdad es que hoy no se cruza casi nadie en la cara del toro, y los muletazos resultan insustanciales y vulgares. Curro es torero fino y elegante, pero cuando las cosas no se hacen bien, lo único que destaca es el aburrimiento. En ello estaba cuando llegó la cogida y lo trastocó todo.

Ciertamente, la tendencia actual a la comodidad parece innata en la inmensa mayoría de los toreros. Es condición humana, claro está, aunque de tal modo no se produce la necesaria emoción en la fiesta de los toros. Curro lo hace bonito, pero todo su toreo supo a bisutería barata porque estuvo ayuno de hondura.

Por eso, tampoco lució en su primero, otro manso desclasado, y otra vez aburrió el torero con esa manía de guardarse las espaldas fuera de los terrenos del toro. Y así es imposible.

De la misma condición parece labrado Juan Mora, quien volvía después de varios años de ausencia empujado por su sonoro triunfo en la pasada feria de otoño madrileña. Sus toros no merecieron la pena, pero a él le sobraron frialdad y fragilidad. Decepcionó, en una palabra. Se esperaba un torero diferente, y resulta que es tan soporífero y triste como los demás. Dio la impresión de que no estar dispuesto a arriesgar; sin mando, sin decisión, sin voluntad de triunfo, muy desangelado todo. Se limitó a acompañar a su primero y no dijo nada; el otro, dificultoso, se rajó pronto. En fin, que para este viaje no hacían falta alforjas.

Así las cosas, el único que divirtió fue El Fandi en el tercio de banderillas. Aunque clava casi siempre a toro pasado, su fortaleza y seguridad encandilan al público, que se lo pasa en grande. Recibió a su primero con dos largas cambiadas de rodillas en el tercio, y se mostró animoso y alegre con la muleta durante la poca vida de su oponente; ante el sexto, le superó el ambiente, y la vulgaridad del toro puso el resto. Acabó pronto y todo el mundo se lo agradeció.

Que no se olvide un detalle torero: José Manuel Calvo Montoliú, hijo del malogrado banderillero del mismo nombre y muerto en esta plaza, rememoró a su padre con un precioso par de banderillas al segundo de la tarde. Saludó, montera en mano, mirando al cielo.

El quinto toro empitona la pierna derecha de Curro Díaz.
El quinto toro empitona la pierna derecha de Curro Díaz.PACO FUENTES
El diestro resultó cogido en la pierna derecha cuando muleteaba al quinto de la tarde. Los toros mansos y descastados de Manolo González impidieron el lucimiento de la terna. Juan Mora quedó inédito, y El Fandi volvió a lucirse en banderillas. <a href="http://www.elpais.com/toros/feria-de-abril/"><b>Vídeos de la Feria de Abril</b></a>

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