"¿Correcto, señor Sampedro?"
El autor de 'La sonrisa etrusca' recibe la Orden de las Artes y las Letras
Cuando José Luis Sampedro estudiaba Económicas en la Complutense, en 1947, tenía un profesor alemán que cada vez que acababa una explicación se dirigía al auditorio, unos treinta alumnos:
- ¿Correcto, señor Sampedro?
Y José Luis Sampedro, que era mayor que sus condiscípulos, solía decir que sí, que todo era correcto. El catedrático, un alemán de nombre Stackelberg, había estado en Madrid conspirando contra Hitler; y aquí se quedó como profesor de Teoría de la Competencia Imperfecta.
Lo contó esta mañana, en el salón de actos de la Biblioteca Nacional el catedrático Juan Velarde, economista que fue compañero de Sampedro en aquellas clases en las que el luego novelista descollaba "no sólo por la edad sino también por el saber". Por eso Stackelberg le preguntaba siempre: "¿Correcto, señor Sampedro?"
Velarde, que luego sería adjunto de cátedra del propio Sampedro, y su discípulo en la tesis doctoral, fue uno de los numerosos asistentes a un acto que llenó de emoción al novelista: la entrega de la Medalla de la Orden de las Artes y las Letras de España, que le impuso la ministra de Cultura, Ángeles González-Linde.
"De despedida"
Dijo Sampedro, que ya tiene 94 años, que este era el último acto de su vida; que se sentía ya en la despedida. No lo parecía, desde luego. Porque a esa edad, y de pie derecho, estuvo un buen rato contando lo que le pasa ahora por el alma. Y lo hizo sin titubeo alguno, recordando párrafos de versos suyos en los que describió alguna vez cómo quería que fuese su vida, respondiendo a la ministra, que aludió a otras viejas definiciones suyas, y expresando también lo que siente acerca de lo que pasa hoy en el mundo, "que no va por buen camino".
Todo el mundo de pie, y Sampedro también, mientras habló. Sentado escuchó la lectura que hicieron los actores Julieta Serrano y Héctor Alterio de algunos párrafos de La sonrisa etrusca , que ahora se estrena en el Teatro Bellas Artes de Madrid bajo la dirección de José Carlos Plazo. La obra va del entusiasmo con el que uno se enfrenta a las edades terminales. Y de eso habló abundantemente el escritor, de los momentos finales en que se encuentra, siendo desmentido de manera evidente por el hecho de que la edad no lo tumba, ni física ni mentalmente.
Hace tiempo, recordó la ministra, Sampedro dijo que un escritor es como una vaca que rumia en medio de un prado; es un hombre paciente que ha dedicado su vida a mirar el lado conflictivo del prado, explicó González-Sinde. Él elaboró luego sobre esa vieja frase suya, que sigue siendo adecuada. Pero ahora, explicó, "pienso más bien que lo que he querido ser a lo largo de todo este largo tiempo es un aprendiz de mi mismo y ahora soy yo mismo; he sido fiel a lo que pensaba, y ahora puedo decir que en la vida hay que hacer lo que se debe hacer y no se debe hacer aquello que no creas que debe hacerse".
Es, dijo, "un disidente del mundo, que ve el occidente muy descarriado, y a una Europa que no va por el buen camino... Me siento fuera de la corriente general, abrumado por el hecho de que la humanidad sea capaz de tan grandes hazañas y aún no sea capaz de vivir en paz, de buscar palabras de armonía". Se manifestó contra los dogmas "y a favor del pensamiento libre, sin el cual no hay humanidad plena". Y volvió a decir, antes de ser agasajado por un muy cálido aplauso, que se sentía en un acto que "para mi es ya un poco el final".
Le atendieron muchísimos escritores, a algunos de los cuales les pedimos una frase sobre el maestro agasajado. Dijo Gregorio Salvador, compañero suyo en la Academia: "Alguien con quien se siente uno en comunicación". Andrés Amorós: "Una persona muy libre por dentro, y lo que es más difícil: demuestra que se puede hacer buena literatura también con los buenos sentimientos". Ana María Moix: "Un maestro y una personalidad humanística, a quien no se ha hecho el caso que se merecía". Carlos Berzosa, rector de la Complutense: "Fue un lujo tenerle como profesor". Ángel Viñas: "Un hombre cabal, un hombre". Carmen Caffarel, directora del Cervantes: "Un maestro coherente". Marcos Ana, ex preso de Franco, poeta: "Encarna todas las utopías de nuestro tiempo.
Y Juan Velarde, el compañero que estaba en el aula donde a Sampedro le preguntaba el catedrático si lo que había explicado era correcto, nos dijo, finalmente:
- Fue un brillantísimo premio extraordinario de Económicas de la promoción de 1947. La nuestra.
Héctor Alterio, el actor que hace del partisano Bruno en la versión dramática de La sonrisa etrusca, subrayó esta frase que le convoca la personalidad de Sampedro: "En la obra el hombre que yo interpreto es un ser que acaba y sin embargo comienza". Al escritor se le puede aplicar igual metáfora, y en cierto sentido este mediodía flotaba ese sentimiento en sus propias palabras, a pesar de la insistencia con la que avisó que este era quizá el acto final de una vida.
Babelia
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